jueves, 30 de agosto de 2012

Lecturas de la semana. Cuando Francia te decepciona


La misma cara de asqueado que yo cuando me terminé los libros

Hacía tiempo que no subía una entrada sobre libros relacionados con un mismo tema, aunque ese tema se trate solamente del idioma. Hasta ahora, los libros en francés sobre los que escribía eran préstamos, y todos literatura realista (de drama o policiaco, pero realista en mayor o menor medida). Finalmente conseguí encontrar algo por mi cuenta, o más bien, la gata consiguió algunos libros electrónicos, pero me han gustado tan poco que empiezo a echar de menos a Sébastien Japrisot y sus policiacos perturbadores.


Pierre Grimbert. Le monde de Edward Craft. Esta debe ser la rareza del mes, porque se trata de una parodia del World of Warcraft escrita por un francés que, pese al intento de ganar público haciendo mofa del juego, es novelista profesional y tiene varios libros a sus espaldas. La novela en sí, además de ser la primera de una serie, es tan simple como el mundo del dichoso videojuego: un guerrero amnésico conoce a un cazador enano con el que se va de aventuras, en parte para descubrir su pasado, y en parte para sacarse dinero a base de misiones…y de liquidar kobolds. Porque el libro, de pe a pa, es una parodia enorme del videojuego, hasta el extremo en que se habla de mercaderes de oro, a los que todos desprecian, los animales y los orcos “sueltan” dinero y objetos una vez muertos e incluso hay un personaje llamado McNoob. En este caso, hay demasiada referencia al vocabulario y al mundo de ese videojuego y muy poca parodia y humor de calidad. Tampoco es de extrañar que no me haya gustado nada porque no he jugado ni al Warcraft ni a ningún otro MMORPG, por lo que todo lo que pudieran contar en el libro tendría que estar mucho mejor narrado para que interesara a alguien ajeno al videojuego. Como errores cometemos todo el mundo, seguramente lea otra novela de Grimbert que sí me de más material para opinar.


Delphine Vigan. Les heures souterraines. Este libro se ajusta bastante bien a dos cosas: una, que Bernard Black tenía razón con lo de “Disfrute el libro. Es horrible, pero bastante corto”, y sobre todo, que como el resto de novelas de esta señora sean del estilo, debe ser la típica que aparece todos los meses en la sección de ocio de las revistas femeninas.
A grandes rasgos, narra las historias separadas de dos protagonistas, una ejecutiva que sufre mobbing, y un médico de urgencias que corta con su pareja. La intención sería que ambos convergieran en un momento determinado, pero, en la práctica, consiste en describir la vida, pena y circunstancias de cada uno, con un estilo muy básico y sobre todo, masticadito para que la lectura no sea complicada: la narración son frases cortas encadenadas de punto y seguido, que igual servirán para dar fluidez y simpleza a lo que cuenta, pero que en el fondo, es una de las formas más simples de escribir.
Esto último es bastante probable, porque está escrito en presente y en pretérito perfecto compuesto, una forma verbal que en francés es muchísimo más fácil de conjugar que el pasado simple (que técnicamente, ha quedado relegado a la narrativa. Aunque parece que ni los escritores modernos lo quieren, al pobre).
En resumen, que ni cuenta nada especial, ni aporta nada nuevo, se limita a ser el libro perfecto para incluir como lectura propuesta en 3º de francés en cualquier escuela de idiomas. Aunque por algún motivo, también hacen un montón de referencias al juego de cartas del World of Warcraft, cosa que, tratándose de un drama urbano, y que el otro libro que me había terminado también iba del tema, me parece una coincidencia un poco inquietante ¿Es que los de Blizzard estaban pagando por hacer promoción?

lunes, 27 de agosto de 2012

Cabin in the Woods (2012). Monstruos, monstruos por todas partes


Un gato. En una cabaña. Y sí, es un chiste muy malo.

Muchas películas tienen la mala suerte de pasarse unos cuantos años sin estrenar por cualquier motivo de los que haya en el mundo del cine. Joss Whedon tiene experiencia con este campo, porque hasta que se encargó de Los Vengadores, todo lo que hacía se veía pospuesto, retrasado, o cancelado.


La última whedonada en sufrir esta suerte fue Cabin in the Woods. No sé que pasó, porque tenía muy buena pinta y la pobre debió estar dando vueltas desde el 2009, suficiente tiempo como para que Chris Hemsworth, que aparece en ella, acabara haciéndose famoso en Thor. Aunque la película es un homenaje al cine de terror con sus correspondientes referencias, debo confesar una cosa: odio el cine de terror “referencial”. O más bien, me repateó un mundo los guiones de Kevin Williamson y toda la moda Scream, sus chistes supuestamente ingeniosos a costa de los clichés del género, lo tontos que son los protagonistas y sus guiones fáciles resueltos a base de cualquier asesino con careta. Whedon debió pensar lo mismo, su película tendría de todo lo habido y por haber en el género de terror, excepto asesinos genéricos y personajes gilipollas de serie.



La historia empieza ya con una situación un tanto rara: una especie de oficina donde dos tipos con cara de aburridos hablan de una apuesta y del fracaso de los centros en Japón y Suecia. Poco después aparecen los protagonistas oficiales, muy estereotipados ellos, al menos, en un principio: la protagonista apocada, la amiga petarda, un par de cachas y un fumado. No es que prometan mucho en un primer momento, pero para sorpresa de todos, en cuestión de cinco minutos y con un par de diálogos bastante eficientes, cortan por lo sano esta idea: los cachas, inesperadamente, resultan ser estudiantes competentes e interesados en sus carreras, el presunto zorrón solo es una chica normal y el fumado…bueno, sigue fumado, pero tampoco es tan inútil como podía parecer en un principio. El plan de los protagonistas tampoco parece una novedad, se trata de pasar el fin de semana en una cabaña al lado de un lago, y aunque el público sabe que algo va a pasar por allí, es por un motivo en concreto: desde el primer momento han sido vigilados por los empleados del laboratorio que aparecía al comienzo de la película, la cabaña está llena de cámaras, micrófonos, y hasta dispositivos de gas anestésico. Los vigilantes hacen que los protagonistas descubran la trampilla de un sótano, donde hay distintos objetos, a cada cual más inquietante: un medallón antiguo, un rollo de película, un diario…



Tras empezar a leer este último, los vigilantes concluyen que los protagonistas han hecho su elección, y pulsando unos cuantos botones, unos monstruos, en este caso, unos zombies, aparecen para atacarlos. A partir de entonces, cada muerte será seguida y monitorizada por los vigilantes, que durante todo el tiempo se refieren a ellas como un sacrificio para ciertas entidades. Lo que se va viendo en pantalla, alternando los monitores, los diálogos de los vigilantes gracias a los cuales el público se va enterando de lo que pasa, y las escenas de los protagonistas, mucho más típicas, puede parecer un poco caótico, pero funciona, y muy bien.



¿Donde te has dejado el martillo, alma de Dios?

Sin intentar irse por la vía del chiste ni de la referencia evidente (hay alguna broma, pero es un humor bastante negro), han conseguido hacer un homenaje al cine de terror de los últimos treinta años…pero en condiciones. Y es que tal y como plantean el argumento, se solucionan cosas tan irritantes como la aparente estupidez de los protagonistas del cine de terror: desde un principio, se los presenta como gente normal, que solo ha salido a pasar un fin de semana, cuando empiezan las cosas raras, como la aparición de unos zombies, eligen las opciones más lógicas para estar a salvo. Las famosas decisiones tontas, como separarse o dar vueltas por un bosque de noche, se deben a los anestésicos que los dispositivos de la casa sueltan alegremente, de cara a facilitar el asesinato de los sufridos personajes. Incluso el orden en el que se desarrollan los asesinatos está planificado por algún motivo, al menos, hasta que uno de los protagonistas demuestra ser algo más astuto de lo que esperaban los vigilantes.

Además de los estereotipos de cada personaje, la película incluye un montón de referencias lo suficientemente sutiles como para que no resulte una chorrada: aparece la casa de Posesión Infernal, diarios siniestros, un sistema de celdas móviles como el de Cube, un puzzle sospechosamente parecido al de Hellraiser, con sus cenobitas incluidos e incluso un fantasma japonés con sus pelos por delante y todo ¡Cualquiera que se haya pasado los últimos veinte años viendo cine de terror se lo va a pasar como un enano!


Pocas veces una secuencia tan corta me ha hecho tan feliz

En cuestión de veinte minutos, llegan a aparecer todos los monstruos habidos y por haber, todos detallados con una creatividad increíble para el escaso tiempo que, por desgracia, tienen en pantalla. Porque el verdadero guiño de la película no es solo a los estereotipos de género, sino a todos esas criaturas que en algún momento fueron capaces de dar miedo, desde las más tradicionales como los fantasmas o los hombres lobo, a las recientes, como los zombies, los cenobitas, y hasta los Profundos (bueno, estos los inventó Lovecraft, pero no salen mucho en cine) . Y sí, también aparecen por ahí unos asesinos en serie. Pero menos de treinta segundos, y por suerte, su comportamiento es más parecido Los Extraños que al de un Viernes 13 cualquiera.

Cabin in the Woods no ha tenido la mayor suerte del mundo a la hora de distribuirse y estrenarse, pero el tiempo que ha estado aparcada no le ha desmerecido en absoluto. Aún es posible hacer una película de terror de entretenimiento puro con un guión creativo y que, como queda bien claro en el final, no tiene posibilidad para hacer secuela. Y gracias a esta película he aprendido tres cosas:

a) Una película de terror puede estar llena de referencias al género, y aún así, resultar divertida y no hacer que su guionista quede como un listillo posmoderno. En todo caso, como un frikazo de narices.

b) Es posible meter más de cincuenta monstruos en una sola película, aunque solo sea de pasada, y que todavía haya sitio para los Mitos de Cthulhu.

c) Una película en la que concluyen diciendo “Me hubiera gustado poder ver un Primigenio. Eso sí habría sido un fin de semana divertido”, es imposible que no me guste.

jueves, 23 de agosto de 2012

4:44 Last Day on Earth (2011). El fin del mundo para intelectuales

Estoy convencida que así es como nos ven nuestras mascotas

En el último año, muchos directores se han fijado en el tema del fin del mundo. El más sonado ha sido Lars Von Trier, que no dudó en buscarse un planeta que acabara con la tierra, aunque Abel Ferrara también decidió probar suerte con un argumento igual de extremo y un estilo de guión bastante parecido a este: olvidarse del tema como un conflicto en general y centrarse en cómo esto afecta a los protagonistas. Algunos lo llamarán “visión intimista” y otros, con más mala idea, dirán que solo lo hacen porque no hay presupuesto para acabar con el mundo con más efectos especiales. En fin, cada uno se queda con el estilo que prefiere, y por mi parte, he acabado quedando más satisfecha con el planeta Melancolía que con la versión medio ecologísta de Abel Ferrara.




En una película sobre el fin del mundo no hace falta preocuparse por los spoilers, por lo que el argumento, a grandes rasgos, es el siguiente: a las 4.44 de la madrugada, la atmósfera de la tierra va a desaparecer y con ella, todos los seres vivos. Los protagonistas, un actor y una pintora, abordan el tema con todo el estoicismo que les es posible: se han despedido de sus amigos y familiares, hacen meditación, pintan, hablan por skype y esperan pacientemente que llegue la hora. Ah, y también piden comida para llevar. Porque será el fin del mundo, pero estos asiáticos no pierden un momento para dirigir bien el negocio.


Con personajes como estos, en más de una ocasión quise que se terminara el mundo. Y la película

A pesar de lo deprimente del tema, lo que predomina en toda la película es una sensación de fatalismo, y sobre todo, de paciencia. Porque para acabarse el mundo en unas poquitas horas, todo sigue funcionando perfectamente hasta el último minuto, desde Internet, hasta la tv, pasando por los negocios de comida para llevar, los karaokes o los gimnasios. Parece un poco extraño, pero lo explican perfectamente diciendo que es difícil plantearse un día sabiendo que no va a haber un mañana, por lo que todos optan por seguir con su vida como pueden, y unos pocos, recurren al suicidio. Si hay actos de violencia o saqueos, no aparecen…y es que seguramente, tiene muy poco sentido entrar a robar a ninguna parte cuando se sabe que lo que se está haciendo no sirve de mucho.



Los personajes no tienen gran cosa que ver con esto del fin del mundo, y de hecho, podrían haber sido cualquiera. Lo que se sabe de ellos, se va presentando según avanza la película vía conversaciones telefónicas o alguna referencia. Cisco, el protagonista, es el que seguramente lleva peor esto del fin del mundo, se desespera en algunas ocasiones, pero tras descubrir que tiene una hija de un matrimonio anterior, y ver cómo se echa a llorar hablando con ella por skype, es normal. También ha sido adicto y le resulta muy difícil no recaer en las últimas horas de la tierra, seguramente por aquello de “para lo que me queda en el convento..” Su actual pareja parece tenerlo más asumido, con todo eso del tema de la meditación, pero según se los va conociendo, se ve que tampoco son precisamente el colmo de la integridad: además de estos detalles, se sabe que él dejo a su mujer por su nueva novia, bastante más joven y que esta, de madurez, tampoco va muy sobrada. Seguramente la forma de caracterizar a los personajes sea lo más interesante, porque con unos cuantos diálogos se ve la lamentable forma que tiene el protagonista de echarle la culpa a su exmujer por haberlo echado de casa tras descubrir la infidelidad, y su novia no duda en llamar a su madre (otra personaja para darle de comer a parte. Sus treinta segundos de palabrería espiritual y política son para terminar de perder la fe en el género humano) quejándose de lo mala y fea que es la exmujer de su pareja. Todo esto, teniendo en cuenta que ninguno de los personajes se explaya mucho hablando, es un logro.



Por si no fuera poco acabarse el mundo, encima pierde el tiempo viendo la tele.

En cambio, no es una película redonda, y lo que es peor, sus 87 minutos se me hicieron muy largos…Y es que la realización es bastante pretenciosa: más que diálogos, lo que incluyen durante todo el metraje son extractos de entrevistas de determinados personajes, desde Al Gore, por lo de la ecología, hasta al Dalai Lama, además de muchas otras secuencias de las que no tengo ni idea si son tipos de verdad, o si es parte del metraje de la película: la filosofía no es mi fuerte y el cine de autor, tampoco. Se supone que sirve para enmarcar todo el contexto de la historia y de darle el toque global, cosa que también ayudan las escenas de gente en las calles, entre velas, concentraciones y demás reuniones que suponemos que son los últimos minutos que las cámaras de televisión han filmado. Pero por mucho que sea esa la intención, no funciona y todo ese montaje de vídeos variados, y sobre todo, los diálogos-batiburrillo sobre espiritualidad y creencias que se marcan algunos de los personajes, solo hizo que este final fuera desastroso y no cortante.

Lo mejor que se puede decir de este Last Day on Earth es que afortunadamente, no se prolonga más allá de los 90 minutos, pero, y aunque nunca creí que diría esto, su fin del mundo no puede compararse con el planeta gigante, y sobre todo, el fundido en negro que terminó Melancolía.

lunes, 20 de agosto de 2012

Prometheus (2012). El origen de Alien, que no del hombre


Creo que me va a gustar esta película

Este año no tengo queja en cuanto al cine: he conseguido ir a ver prácticamente todas las que me interesaban, y lo que es mejor, me he quedado satisfecha con taquillazos como Los Vengadores o El caballero Oscuro. Ahora solo faltaba Prometheus, la vuelta de Ridley Scott al mundo de Alien, ese bicho de cabeza extraña que además de peligroso, ha generado una franquicia enorme y hasta un crossover con Predator, su primo de la serie B. Pero esta vez el director ha decidido olvidarse de Ripley, la nave Nostromo y los dibujillos biomecánicos de Giger para hacer una precuela.


Era broma. El cartel de verdad es este

En un principio, no estaba yo muy contenta con Prometheus: dicen las malas lenguas que si nos quedamos sin la versión de En las Montañas de la Locura fue porque este Prometheus era demasiado parecido al guión que adaptaba la novela de H. P. Lovecraft. Y para una vez que iban a hacer una versión por todo lo alto de los Mitos de Cthulhu, va y gana una franquicia que, le guste o no, está ligeramente basada en los relatos de este autor, pero que no es lo mismo. Otra diferencia a mayores es que Alien es muchísimo más popular para el público que Lovecraft, por lo que Prometheus desde un principio, despertó una gran expectación ayudada por la publicación de los diseños para la película e incluso de videos virales que iban proporcionando información sobre la historia y los personajes, toda una diferencia comparado con el primer Alien que se estrenó hace 33 años.



A grandes rasgos, Prometheus cuenta la expedición de la nave del mismo nombre, buscando a los alienígenas que, según las distintas pinturas rupestres encontradas en la Tierra, visitaron a los humanos hace miles de años, y probablemente, fueron los encargados de crear a la especie y a los que la protagonista ha apodado Ingenieros. La empresa organizadora es nada menos que la Weyland, la misma que envió a la nave Nostromo a ese mismo planeta con intenciones poco claras para sus tripulantes. Los protagonistas consiguieron que el presidente de la compañía les financiara la expedición, cosa no muy difícil porque a este le queda muy poco tiempo de vida y ya sabemos lo mal que llevan los oligarcas esto de morirse como el resto de los humanos. Tras la decepción inicial al ver un planeta vacío y sin más indicios de vida que los restos de los Ingenieros, encontrarán no solo parte de las respuestas que buscaban, sino los embriones de las criaturas que unos años después, le darán más de un problema a Ripley.



Noomi Rapace va a tener que comer muchas sopas para parecerse a Ripley

Aunque Alien, con la simpleza de su argumento fuera una gran película, y Prometheus quisiera ofrecer lo mismo, no les ha salido muy bien: se han esforzado, sobre todo a la hora de diseñar los restos de civilización alienígena y sobre todo, de enseñar el Space Jockey que había creado Giger en su día, explicando un poco más el funcionamiento de este y sobre todo, el aspecto de los ingenieros. Pero más allá de enseñar el planeta y acabar con la mitad del reparto, no hay un gran argumento, ni mucho menos, la respuesta a nada: la protagonista se pasa la mitad de la película conflictuada porque los Ingenieros, tras crear a los humanos, pretendían acabar con ellos.


Si yo fuera un alienígena y viera cómo han salido los humanos, también estaría cabreada


Siendo la precuela de Alien, estos tienen importancia, por lo que no tardan en aparecer y sobre todo, infectar a algunos personajes (dos de ellos, bastante innecesarios, de esos que parece que se van buscando la muerte en dos minutos de guión). El resto se convierte en una historia de acción y de huída de varios alienígenas hostiles y de un planeta no habitable. Podría pasar por una historia de esas con final abierto, pero tiene muy poca sustancia y da más la impresión de estar orientada a tener una segunda parte, en la que, si la hay, espero que expliquen qué demonios pasa con los Ingenieros. Me gustan los Aliens, pero si esto iba a ser una precuela, al menos esperaba que los otros alienígenas hicieran algo más que darle manotazos a los protagonistas.



Estoy por comprarle uno de estos a mi gata las próximas Navidades

El reparto, sin tener grandes nombres, va cumpliendo: Noomi Rapace tuvo suerte de salir en la versión sueca de Millenium, porque desde entonces se ha convertido una habitual en películas que necesiten a una protagonista no guapa para papeles intensos, o más bien, para aquellos que exijan poner cara de histérica. Charlize Theron hace lo que mejor sabe hacer, ser fría y distante, pero no puedo criticar a nadie que al menos, hace bien su trabajo. El resto de los personajes son un poco prescindibles, como era de esperar en una película en la que van a matar a mucho, pero en algunos casos es bastante lamentable: dos secundarios que se dedican a hacer cosas completamente estúpidas, como deambular por una cueva desconocida y acercarse a unas criaturas de las que no saben nada. La serie de Alien no sería Alien si no incluyera también un robot, en este caso, el personaje de David interpretado por Michael Fassbender: es muy neutro, sonríe mucho, es cortés y parece inofensivo para los humanos, pero eso no quita que tenga un punto inquietante, y además, es uno de los protagonistas de los vídeos virales de Prometheus. Sin duda, verlo ha sido bastante mejor que las escenas de Guy Pierce haciendo de Weyland anciano cubierto hasta la bandera de maquillaje, que resultaba completamente artificial.


Cthulhu Salvaje aparece

Lo más interesante ha sido la estética: Giger, famoso por el primer diseño de Alien, y posteriormente, por su tendencia a diseñar pililas biomecánicas, vuelve a crear los murales que aparecen en las naves y centrarse en el aspecto orgánico de la tecnología de los Ingenieros. Aunque también hay el guiño a Lovecraft, con una de las últimas apariciones de un alienígena compuesto de tentáculos y bocas.



9 de cada 10 espectadores se acordaron de él al principio de la película

Sin duda ha sido una película llena de panorámicas impresionantes, navecitas y criaturas extrañas, pero le ha faltado demasiado argumento como para que resultara redonda. Igual si se esfuerzan más en lo último, les sale una buena secuela con más sustancia que unos planos fijos.

viernes, 17 de agosto de 2012

Diversión asegurada con la pestaña de estadísticas



Aunque de vez en cuando compruebo la pestaña de estadísticas en blogger, los resultados de búsquedas tienden a ser normales. Todo lo normales que se puede esperar en Barrilete, claro: hay quien llega buscando algo de Hora de Aventuras, Jon Nieve, y hasta Thomas Ligotti, cosa que me alegra un montón por aquello de darlo a conocer. Pero muy de vez en cuando aparecen algunas que hacen pensar que google no es todo lo eficiente que debería ser:

Serie española de humor absurdo. Ya me gustaría conocer alguna. A menos que contemos con Ana y Los Siete...Ah, pero ¿esa iba en serio?

Nemo pero que se mueva. Eso eso, que espabile que ya va siendo hora.

Hojaldritos de jamon y queso. A estas horas, con una clara de limón no les haría ascos..

Animales acuaticos en misiones argentina. Los manatíes han decidido llevar la palabra del Señor a Buenos Aires.

Zuecos a ganchillo. Supongo que dependiendo de lo grandes, se llamarán patucos o calcetines.

Madama de burdel. Este sigue siendo un blog para todos los públicos. Igual en la página oficial de Perpignan hay alguna.

Nazis y la magia negra. Si los libros de historia no mienten, no les ha funcionado muy bien.

Y en la sección gatuna, que prolifera por motivos evidentes:

Cat book. El feedback llega a las fotos de gatos: esto es lo sue suelo teclear antes de las entradas sobre libros.

Gato durmiendo dentro de bolsillo. Con el culo gordo que se les pone a los gatos tras un par de años de vida doméstica, tiene que ser un bolsillo muy grande.

Gatos que dan pena. En mi opinión, los sphynx y los munchkin. Maldito sea el lumbreras al que se le ocurrió crear gatos calvos y paticortos.

Surrealismo gato. Ya me parecía a mí que los pelos que sueltan seguían un patrón artístico.

Gato surrealista. Son muy suyos, pero de momento no se dedican al arte.

El gato de schrodinger. Barrilete Cósmico no aprueba el encierro de felinos en cajas con fines cuánticos.

lunes, 13 de agosto de 2012

El caballero oscuro. La leyenda renace (2012). Si algo ha quedado bien, no lo toques más


Podría haber hecho cosplay de Catwoman, pero eso era demasiado fácil

En este blog somos especialistas en reseñas tardías. Vamos, que si una película tiene éxito es probable que no me acuerde de verla hasta pasado año y medio. Esta ha sido una de las pocas excepciones, porque no he tardado más de tres semanas en aparecer aquí.


De entrada, soy ese porcentaje que cree que la última entrega de Batman ha estado muy, muy bien. No tan bien como la redondísima Caballero Oscuro, pero es que hay que reconocerle que esta última va a hacerle sombra a las próximas versiones de Batman durante muchos años. Pero sí ha sido una película de superhéroes en plan realista, por decirlo de algún modo, muy alejada del estilo ligero y para todos los públicos que lleva su competidora Marvel pero que prefiere ganar en dramatismo (lo que también me parece bien, porque reconozco que ambos tipos de cine están cumpliendo su trabajo correctamente) y más cerca en cuanto a estilo y enemigos a Batman Begins que a The Dark Knight.


Solo le falta a su mujer loca y encerrada en la mansión para parecerse a Rochester

La historia se retoma ocho años después de que Joker pusiera la ciudad patas arriba y que Bruce Wayne decidiera colgar la capa. El millonario se ha vuelto un recluso al que le da igual cómo vayan sus activos financieros y que está obsesionado con que sus proyectos no se utilicen como arma, cosa que ha provocado que abandone su idea de un reactor de energía para la ciudad. Las apariciones de los distintos personajes se van encadenando, y la ladrona Catwoman dará paso a un grupo de mercenarios liderados por un tipo con una máscara, del que en un principio, no se sabe muy bien qué pretenden, un empresario y su ayudante que son casi peores que cualquier supervillano, e incluso un policía con pintas de suceder al comisario Gordon. Desde el principio de la película, lo más gordo de la trama parece ser Bane y su grupo de sicarios, que no dudan en hacer que explote todo aquello a lo que se le pueda poner una mecha y que en un principio, pretenden hacerse cargo de la ciudad, pero como suele pasar con todo lo que ha rodado Christopher Nolan sobre Batman, las cosas no son lo que parecen y siempre va a haber alguna que otra novedad a mayores. Que, quizá en Batman Begins pudo llegar por sorpresa, pero después de dos películas, se sabe que algún personaje va a tener sus secretillos y que siempre va a aparecer, aunque sea de refilón, alguien que, aunque solo sea por el nombre, sale en los comics originales.


Como identificar al malo de la película: mide 2x2 metros, lleva una mascarilla inquietante, y sobre todo, un abrigo horrible.

Hay muchas cosas que puedo decir a favor de esta última parte de Batman. De entrada, que sus dos horas y cuarenta minutos no me han aburrido, y que no han dudado en meter al protagonista al límite e incluso más allá de lo que llegó en El caballero oscuro: Bruce Wayne parece derrotado, los golpes de su vida como superhéroe le han pasado factura fisicamente y se ha desentendido tanto de sus negocios como de sus actividades benéficas. Varios personajes hablan durante la película sobre “empezar de cero”, y esto es lo que acaba teniendo que hacer el protagonista: no solo salir de encapuchado y depender de sus cacharros, sino desaparecer de nuevo, llevarse unos cuantos golpes y solucionar el problema de una forma distinta a la que planteaba.

Los villanos están más relacionados con lo que se planteaba en Batman Begins que en la segunda parte, en un principio no tienen intención de acabar con la ciudad sino de aislarla y gobernarla como les de la gana, lo que parecen haber conseguido. Igual el personaje de Bane, con sus monólogos un tanto grandilocuentes y sus teorías de anarquista trasnochado, quedan un tanto fantasiosos, pero reconozco que las secuencias de Gotham como ciudad sitiada, los saqueos del primer momento, y el ejército formado por este personaje a base de los presos liberados, me ha gustado mucho, especialmente cuando se muestra la situación tras pasar varios meses. Igual tiene algo que ver el que incluyan un par de cameos de Cillian Murphy como Jonathan Crane, el Espantapájaros de Batman Begins, reconvertido a juez marcial, pero una no va a ver una de superhéroes sin que le salga el punto fangirl en un momento u otro.


Cameo en cuestión y testimonio de mi lamentable fangirlismo

Como detalle a mayores, las dos películas anteriores tenían muy en cuenta algunos de los miedos y preocupaciones de la sociedad actual, especialmente, el tema del terrorismo: si en las primeras partes aparecían como ideales un poco confusos, o destructivos directamente, en el caso del Joker, aquí aparece la misma amenaza, aunque se le suman también varias referencias a la bestia negra de los últimos años, como ha sido la crisis. Bruce Wayne ya no es un millonario exitoso e intocable, sino que las malas inversiones también se llevan sus millones por delante. Incluso una de las secuencias incluyen a Bane y a los mercenarios haciendo saltar a la Bolsa por los aires (lo que a más de uno nos hubiera gustado cada vez que ponemos las noticias).

Defectos también tiene, y aunque buena, no llega a ser una película redonda: serán dos horas y cuarenta, pero eso no impide que algunas situaciones sean demasiado atropelladas, aparecen revelaciones de último minuto que no habría venido mal explicar, y especialmente, las apariciones finales de Batman son un poco Deus ex Machina: tenía que llegar, llega a tiempo y gracias a él se salva todo. Una cosa es una película de acción, pero hay que esforzarse un pelín más…

Estoy convencida que así es como se ve Dalek...
Tampoco es que esté especialmente contenta con el personaje de Catwoman. Es cierto que Anne Hatawhay cumple y hace todo lo posible de alejarse de su posible encasillamiento como sustituta de Julia Roberts, y que esta versión del personaje no tiene nada que ver con el de Tim Burton, pero da la impresión de estar incluída por ser uno de los clásicos, y que quizá podría haber sido sustituída por cualquier otro, especialmente por las motivaciones que le presentan ¿A qué tanta historia con borrar las identidades? Ni que fuera tan difícil conseguir papeles falsos a día de hoy. De todas formas, tampoco protesto mucho, porque reconozco que con el tema felino soy una blanda y me da la impresión que sería el personaje favorito de mi gata.



Por esta vez, no tengo queja: esta saga de Batman se ha cerrado como Dios manda. Su director ha cumplido, no quedan cabos sueltos ni se han producido bajones de calidad como pasó con el cambio de director en las películas de los noventa. Solo me repatean los rumores de futuros remakes porque, entre lo redonda que ha quedado la serie y el poco tiempo que ha pasado desde Batman Begins, o se arriesgan a continuar esta serie como tal, o no deberían tocarla hasta pasados como mínimo, 25 años.

jueves, 9 de agosto de 2012

Lecturas de la semana I. Ligeritas, que estamos de vacaciones


Se le ha quedado la misma cara que a mí cuando terminé El rey de los Alisos

Mi propuesta de principios de año para organizar las entradas de libros según temática, se ha ido al garete: de nuevo, lo último que he leído no podía ser más distinto..Pero esta vez tengo excusa: con lo pesado que me resultó Michel Tournier, no podía seguir buscando libros serios.


Michel Tournier. El rey de los alisos. En la sección de expurgos de la biblioteca hay que darse prisa, o solo quedarán los libros de Selectividad del año 96. Por suerte, ese día había madrugado y me dio tiempo de llevarme esta novela de Michel Tournier. Cuenta la historia de Abel Tiffauges, un tipo a ratos extraño, a ratos altamente grimoso que empieza el libro como mecánico, por determinadas circunstancias lo llaman a filas en la II Guerra Mundial, y termina al servicio de los alemanes robando niños para ser reeducados en un centro de las SS. Efectivamente, este es el libro en el que se basa El ogro, la película de John Malkovich, título que además de estar muy relacionado con la visión del mundo que tiene el personaje, tiene bastante más gancho que su original francés (que siempre son muy finos y estilosos). La narración va alternando la primera persona, en forma de diarios, con otra más objetiva, que sin lugar a dudas fue la que más me gustó…en determinados casos. Porque como adelantaba en un principio, el señor Tiffauges es un tipo muy raro. No, raro no: ¡hace que esos niños que se dedicaban a comerse las moscas en los recreos sean un portento de etiqueta y elegancia! En sus diarios, va alternando su vida cotidiana como mecánico con sus recuerdos de colegio, su fijación por San Cristóbal y su afinidad con el concepto de “ogro”, todo ello de una forma bastante obsesiva, en la que a veces no se sabe si su interés por los niños es más inocente, o un tanto pederasta.

Las siguientes partes, al menos en cuanto a la forma de narrar, son algo más llevaderas, especialmente en cuanto llega a la trama principal de la novela, que sería su trabajo como ladrón de niños y su completa identificación con los ogros. Lo malo es que para llegar hasta esa parte, que sin duda es la mejor y en la que el autor da todo de sí, hay que atravesar capítulos realmente cansinos. Y no me refiero solamente a los diarios del protagonista, sino a unas cuarenta páginas en las que alternan el trabajo de este cuidando animales con las cacerías y las neuras de Hermann Goering. O lo que es peor, un párrafo describiendo el culo de un caballo y el funcionamiento de este en pleno acto de..ehm…expedir deshechos. No sé por qué pero me da la impresión que habría vivido felizmente sin tener que pasar por estos experimentos de literatura moderna.


Zak Bagans. Dark World. Este libro entra de lleno en lo que llaman por ahí fuera “placer culpable”. Vamos, porque tengo la costumbre de escribir sobre lo que voy leyendo, que si no, negaría haberlo empezado. Porque para más señas, el autor de este libro es el presentador de Ghost Adventures, el docurreality de Xplora en el que tres tipos de aspecto un tanto chuloplayas se encierran en edificios abandonados buscando evidencias de actividad paranormal. El programa tuvo el suficiente éxito como para que una película de serie B parodiara su estilo y como para que su responsable escribiera, o le escribieran, un libro en el que habla de anécdotas sobre los distintos fenómenos que fueron encontrando y sus teorías sobre los fantasmas. Yo me inclino a pensar que el libro sí es cosa suya, porque la forma de escribir, presentar los hechos y exponer sus opiniones es tal cual su forma de llevar el programa: muy directa, imponiéndose, y sin ningún fundamento más allá de sus convicciones. Lo que no le quita de ser divertido, porque el libro se disfruta igual que su programa de televisión: sin tomárselo en serio, mientras se va leyendo con el piloto automático puesto sus dramáticos encuentros en psiquiátricos abandonados o sobre todo, el sustazo que se llevó tras escuchar un ruído en los subterráneos de Edimburgo. No se lo recomendaría a nadie que no fuera fan del programa, y aunque es una lectura muy de verano, por lo simple, es de esos motivos por los que compensa tener un ebook: ¡cualquiera paga por algo así!

Y de postre, un vídeo sobre el programa de marras. En un principio iba a poner el clip típico en el que el presentador filma y grita mucho…hasta que encontré uno más adecuado. Con gaticos.

lunes, 6 de agosto de 2012

REC 3 – Génesis (2012). Si la gente no quiere ir a las bodas, será por algo.


¡¡El poder del Juguete que Pita te obliga!!

La serie de REC y sus zombies grabados en vídeo han sido seguramente las películas españolas que más taquilla han movido, lo que es un logro y seguramente, toda una patada para los partidarios del cine serio y realista. Pero como toda serie de éxito, en general son muy irregulares, llevándose la palma la segunda parte: de una película de las de cámara en mano, llena de infectados y una resolución bastante original, pasaron a un sinsentido en el que pasaron de todo el tema de los virus, se sacaron de la manga una posesión infernal y unas cuantas situaciones demasiado fantasiosas para lo que fue la primera película. Lo que aún tendría un pase si no fuera porque hasta los personajes, y muchas de sus reacciones, estuvieran fuera de lugar: no se si fue peor la excusa que utilizaron para disponer de dos cámaras, o ver a un agente secreto del Vaticano abriéndose paso entre posesos a golpe de kyrie eleison.

De todas formas, REC movió pasta, por lo que intentaron sacar una tercera parte, a modo de precuela, y de paso, intentar corregir el desaguisado de la segunda. Y en este caso, lo consiguieron a base de no tomarse mucho en serio la historia que los propios guionistas defenestraron en esa secuela. Los sucesos de REC 3 transcurren unos días antes de la primera película, presentando otro foco de infección en la boda de los personajes principales (en este caso, a uno de los invitados lo había mordido el perro que transmitía la enfermedad/posesión en REC) que, en pleno convite se transmuta y empieza la escabechina que el público esperaba desde hacía más de diez minutos. Esto, manteniendo el rodaje de cámara en mano…hasta que los propios protagonistas, en medio de la carnicería, le dicen al cineasta en cuestión que deje de hacer el Lars Von Trier y suelte la cámara. Este es uno de los primeros detalles que tienen para separarse de las dos anteriores, olvidándose de los juegos entre distintas cámaras y sobre todo, ganándose a unos espectadores que seguramente no estaban por la labor de aguantar una tercera película a base de tembleques y lentes rotas.

 

Los siguientes son los elementos más o menos cómicos que van apareciendo. Porque una boda típica no es precisamente el lugar más serio ni menos hortera para que se produzca una epidemia zombie (perdón, de infectados), y entre los vestidos de gala y los bailes inevitables, aparecen personajes como un animador infantil bastante tristón que lleva un traje de “John Esponja”, por cosas del copyright, dos invitados que no se enteran de lo que pasa hasta la mitad de la película, o un inspector de la SGAE que se había colado en la boda para anotar las canciones que pinchaban y cobrar el correspondiente canon. Para alegría de todos, este es de los primeros en caer.

Por suerte, más allá de lo chocante de sus primeras apariciones, son personajes más o menos útiles dentro del argumento, sin ser el típico alivio cómico que estropea muchas películas. Es más, intentan evitar los chistes directos y muchas situaciones son de un humor negrísimo. Incluso detalles que estropearon la segunda parte, como la aversión de los demonios a lo religioso, consiguen aprovecharlo de forma útil para que se salven algunos personajes, y aunque sea de refilón, la famosa Niña Medeiros se marca un par de apariciones, más de cameo que otra cosa, pero…que se mueran de envidia los Freddys y Jasons: en España tenemos una poseída portuguesa, y en general, sus tres películas han sido bastante potables.


Aún perdiendo la originalidad y simpleza del primer REC, esta tercera parte ha salvado muy bien la serie, tirando por el lado del humor negro, del entretenimiento, y en muchas escenas, al del homenaje: hoy es imposible ver zombies y una motosierra sin acordarse de Posesión infernal, y hasta sus protagonistas, que empiezan como personas normales y terminan como supervivientes, me recordaban un poco a Ash…con sus reparos. Porque se habrán esforzado, pero a Bruce Campbell siguen sin llegarle ni a la barbilla.