Durante el verano de 2006, n abogado de Pontevedra decidió en sus raltos libres, empezar a escribir un blog donde narraba en primera persona, a modo de diario, la aparición de un virus zombie y con el, la desaparición de la sociedad. Una historia que había sido contada cientos de veces, pero que esta vez era abordada de una forma distinta: los zombies deambulaban no por las calles de alguna ciudad de Estados Unidos, sino por las carreteras de los pueblos de Galicia. El escenario, tan cercano como novedoso, se ganó pronto el interés de sus seguidores, que, con un parón necesario durante finales de agosto de ese año por los incendios en Galicia ( demostrando de forma indirecta que el final de todo puede estar más cerca y más real de los que esperamos), aguardaba cada semana una nueva entrada de lo que les sucedía a Manel y su gato Lúculo en busca de un lugar seguro. El éxito, en parte qtuvo tanto que ver con col buen hacer narrativo de Loureiro como el haber aparecido en el momento adecuado, a principios del boom de la ficción zombie, hizo que no solo las entradas de su blog fueran publicadas como novela, así como convertirse en trilogía, sino que fuera el primero de varias epidemias zombie nacionales, desde versiones conemporaneas como Los caminantes de Carlos Sisi hasta ucronías como Noche de difuntos del 38, y que se hablara de una posible adaptación cinematográfica. Esta tardaría más años en llegar…los suficientes como para que los zombies dejaran de ser el monstruo estrella, Walking dead se convirtiera en un culebrón, y el púbico tuviera su propio apocalipsis en 2020, sin zombies pero con más papel higiénico y mucho más devastador. Hasta que en 2024 Amazon anunciaba el estreno en octubre de un largometraje que adaptaba ese prime libro.
El principio del fin traslada a la actualidad la historia narrada por Manel, un joven viudo que vive con su gato Luculo en un chalet a las afueras de Vigo: a través de las noticias, de las redes sociales y de las conversaciones con su hermana, casada con un militar, va dándose cuenta de que el virus desconocido al que las autoridades no daban importancia es algo mucho más peligroso que la cuarentena declarada con posterioridad, y la orden de evacuación de la población a puntos seguros ya no p pueden evitar. Aconsejado por su hermana, Manel permanece oculto durante la evacuación de su urbanización, quedándose solo con su gato y unas provisiones que empiezan a escasear. Su primera salida en busca de víveres le muestra la realidad de la epidemia ocultada hasta entonces: los cadáveres reanimados deambulan intentando devorar a los vivos. Pero los muertos vivientes son solo una amenaza más en un mundo donde las comunicaciones y la sociedad han desaparecido: ahora, este es el mejor escenario para que mercenarios y oportunistas puedan establecer sus reglas. Y Manel deberá hacer lo posible para sobrevivir y encontrar una forma de llegar a un lugar seguro.
Aunque los zombies no son ni de lejos la tendencia de hace 10 años, continúan siendo un personaje recurrente en el cine, como ha sido el caso de Army of the Dead o Malnazidos (que también tuvo la mala pata de retrasar su estreno de 2020 a 2022), y la trilogía de Loureiro se trata también de un pequeño clásico dentro del fantástico contemporáneo español. Una adaptación cinematográfica, o al menos, un largometraje destinado a un medio que garantiza la rentabilidad como es el streaming, era un éxito potencial. Una decisión acertada como también lo fue a la hora de su éxito los cambios en la adaptación de la narración.
El fin de los tiempos será anunciado no por trompetas, sino por la iluminación navideña de Vigo
Esta sucede en la actualidad, sustituyendo esas entradas de Livejournal por los videos que el protagonista intenta enviar a su hermana a través de un Whatsapp caído, las informaciones, sesgadas, con cuentagotas y a veces verídicas que este p puede ver a través de tiktok y las comunicaciones del cogobierno que parecen al principio y remiten de forma directa a la principal fuente de inspiración para desarrollar la trama: el Covid supuso en cambio a la hora de percibir los Apocalipsis ficticios y demuestra la facilidad con la que todo puede venirse a bajo, pero también la desinformación, la ocultación de la verdad y la indefensión ante una situación de la que saldríamos “mejores y más fuertes” (mejor y más, sí que salimos, pero no con el adjetivo que esperábamos). Unos hechos a los que la película recurre mostrando escenas donde la gente se dedica a arrasar con el papel higiénico, se declara estado de alarma y cuarentena, y que por su familiaridad resultan más inquietantes que los extras caracterizados de zombies: la hermana del protagonista diciéndole “quédate en casa” me provocó más escalofríos que las siete temporada de Walking Dead.
El uso de estos elemento recientes, y mucho más reales, hace que junto a las características del escenario sea una película de zombies con muy pocos zombies: las primeras escenas, junto al hecho de que Galicia sea una zona con una densidad de población baja, hacen que las apariciones de los infectados tarden en llegar,. No es hasta los cincuenta minutos en los que se ve a ese primer zombie, que irán en aumento una vez que el protagonista se mueva por escenarios más familiares como las carreteras o el hospital de la última parte. La trama se centra más en temas reales como esa facilidad en la que todo puede desaparecer , que los vivos, encarnados en esos mercenarios rusos par los que el fin de la civilización es una oportunidad, pueden ser peores que cualquier virus ficticio y en la dependencia de las redes de comunicación. Un enfoque en el que aunque tampoco faltan zombies en el desenlace, funciona mucho mejor que la versión tradicional.
Los cambios llevados a cabo respecto de la novela también han sido una mejora: la década y media transcurrida desde que el libro se fuera escribiendo por episodios han servido para saber lo que funcionaba y lo que no, sustituyendo algunas tramas que no iban a ninguna parte por otra más adecuada al tono de la película, así como el haber cambiado al interés romántico original, una adolescente de 17 años que hoy daría muchos problemas, por una enfermera, personaje mejor desarrollado e integrado en la historia.
Si bien Apocalipsis Z sigue siendo una película de zombies clásica dentro del esquema de desastre, supervivencia y antagonistas, esta funciona muy bien tanto por la cercanía del escenario como por el empleo de los hechos recientes, además de un reparto sólido en el que destaca Francisco Ortiz, García! En la serie de HBO, como protagonista. Un éxito, tanto a nivel cinematográfico como de público, convirtiéndose en una de las películas más vistas dela plataforma, y también, asegurando la posibilidad de la secuela.
Aunque Junji Ito sea uno de los mangakas de terror más populares, hasta el punto de caerle el apodo de “el Stephen King japonés”, parece que esta popularidad no le ha servido mucho en las adaptaciones al medio audiovisual. La minuciosidad aterradora de sus viñetas no había encontrado equivalente en la miniserie de Gyo, ni mucho menos, en las serie en la que Netflix, hace un par de años, adaptaba varias de sus historias cortas. El estilo anime de televisión actual, demasiado plano y acompañado a menudo por animaciones donde prima lo económico sobre el trabajo bien hecho, deslucían los guiones y series largas caracterizadas por viñetas donde una particular visión del horror cósmico, sobrenatural, y abecés absurdo eran representadas con un detalle que podría calificarse como horror vacuii. Una adaptación de un manga suyo en condiciones parecía inviable hasta que hace un año, un tráiler de dos minutos donde un pueblo, invadido progresivamente por espirales, mostraba por fin que una adaptación como él merecía, y de una de sus mejores obras. Los cuatro episodios del anime de Uzumaki fueron estrenados en octubre de 2024, una miniserie que consiguió dar que hablar…pero no como el público y los fans del manga esperaban.
Este anime adapta como el pueblo de Kurouzu y sus habitantes comienzan a ser transformados por una misteriosa fuerza que se cierne sobre la superficie del lugar. Cada patrón atmosférico, vegetal e incluso el comportamiento de los vecinos viene determinado de un modo u otro por las espirales. Un alfarero comenzará a obsesionarse con este patrón, las plantas crecerán de esa forma, los tornados se verán atraídos al pueblo e incluso sus habitantes empezarán a comportarse de forma retoricada e y ser transformados físicamente siguiendo las estructura de las líneas que afectan a Kurouzu.
El manga que narra esta secuencia de sucesos de forma progresiva, reflejaba esa degeneración y la existencia de algo incomprensible de una forma muy similar a como Lovecraft lo haría en El color que cayó del cielo. Las espirales de Ito son tan ajenas a la humanidad como los Primigenios de Howard…aunque en el caso de Ito, no faltase tampoco el horror corporal, e incluso un sentido del humor un tanto oscuro, que acompaña el relato. El anime tenía únicamente 4 capítulos de veinticinco minutos para poder narrar esta historia de horror de progresivo, donde los hechos puntuales dan paso a fenómenos colectivos.
El primer episodio despejó la duda sobre el proyecto: la calidad de la animación, respetando el blanco i y negro del original, conservaba la minuciosidad de viñetas memorables como un hombre retorcido en el interior de un tonel o una joven siendo absorbida por una espiral, dos de las primeras historias de la serie, y que el anime parecía adaptar de forma simultánea. Pero esto fue solo el primer capítulo: el resto más que la adaptación de un popular manga, parecía la versión del meme “cuando lo pides por Aliexpress vs cuando lo recibes en casa”. el segundo capítulo era un desplome absoluto en cuanto a calidad, donde la minuciosidad era sustituida por fotogramas fijos, dibujos apenas rematados y animación a saltos propia de serie s más económicas, y que revelaban que los cinco años de trabajo previos eran una sucesión de presupuestos mal ejecutados y subcontratos de estudios de animación donde claramente, el dinero se había ido en ese primer episodio que sirvió de presentación. Los dos restantes, pasada la indignación inicial, oscilaban entre lo normal y lo mediocre, adaptando los capítulos del manga de una forma un tanto desordenada y demostrando que, aunque fuera una suerte que ese dolor de animación se limitara a cuatro episodios, estos tampoco hacían bien su trabajo a nivel narrativo.
La verdad que lo clava
Además de los problemas en cuanto a animación, la adaptación del guion tampoco hace justicia: los capítulos resultan escasos para poder mantener la atmósfera de terror progresivo que existía en el manga, donde los sucesos aislados ganaban magnitud hasta llegar a un desenlace apocalíptico, sino que aquí se limitan a incluir de forma atropellada todas las viñetas, quedándose únicamente con los efectos visuales en lugar de con su contenido y significado en el contexto d narrativo, en lugar de la opción más viable para poder salir del paso, que sería obviar alguna historia episódica y centrarse en el desarrollo de un final potente, esta salta de un horror a otro sin tener en cuenta ritmo, líneas temporales ni sentido narrativo, solo unos fotogramas, del último capítulo, seguramente preparado para presentar el proyecto, parece querer hacer recordar lo que podrí ahaaber sido la serie de contar con un poco más de cuidado, y también, con u n par de capítulos extra para poder adaptar el manga como merecía.
Uzumaki se convirtió en uno de los fiascos de 2024, y seguramente, en cinco años perdidos para los responsables , pero, salvo para animar a que el público que no conociera el manga se acercar a sus viñetas, parece confirmar algo igual de inquietante: no sé si habrá una maldición sobre las espirales, pero desde luego Junji Ito tiene una bastante grave con sus adaptaciones en pantalla.
Si la granja de Cold Comfort servía de escenario para una comedia llena de ironía en la luminosa campiña inglesa, el regreso al presente y a Londres, la ciudad por excelencia, sirve para uno de los escenarios más sombríos que también pueden dar las islas británicas. Quizá porque este aislamiento que les supone su insularidad da pie a plantear que podía suceder ante una catástrofe global, o en este caso, como afrontarían lo que podría ser el fin de la humanidad…que no es ese final rápido e indoloro con el que todos los que estamos esperando a un meteorito que ponga orden teorizamos, sino uno más inquietante y sin posibilidad de alternativa: ¿y si nos extinguimos definitivamente? O peor, ¿y si tuviéramos que convivir, diaria e inevitablemente, con nuestra inminente extinción?
En 1996 nació el último ser humano. El miembro más joven de lo que se llamaría la Generación Omega marcaría el comienzo, por motivos desconocidos, de la esterilidad que acabará con toda la especie humana. Sin el nacimiento de un solo niño en dos décadas, los miembros más jóvenes de la sociedad se han convertido en seres hedonistas, muchos organizados en bandas de delincuentes, mientras el mundo se dirige paulatinamente a su desaparición. Los controles periódicos en búsqueda de personas fértiles, son intentos de mantener a la población sana y ocupada, solo son una fachada que oculta una realidad donde los hombres morirán de viejos, en el mejor de los casos, en las colonias penales establecidas en distintas islas o en los suicidios colectivos y voluntarios, ofrecidos a la población más anciana en un intento de aligerar la presión asistencial en un mundo donde la mano de obra empezará a escasear. En esta Inglaterra de jóvenes nihilistas y ciudadanos entrados en la mediana edad, Theo Fanon lleva una vida solitaria, lejos de las esferas de poder en las que su primo, proclamado Custodio del país, dirige el gobierno manteniendo el orden a toda costa. Todo cambia cuando un grupo de jóvenes contacta con este en un intento de hacer valer su influencia y que las políticas dictatoriales sean abolidas. Theo, al menos al principio, carece de ningún motivo por a prestar su ayuda, en un mundo en el que todo da igual. Salvo que algo puede cambiar: una de los miembros del grupo ha quedado embarazada.
La carrera de James se centra más en el policiaco y el misterio, aunque sea una distopia de 1992 una de sus novelas más conocidas y adaptada al cine. Esta adapta una hipótesis global a un escenario concreto: como afecta la inminente desaparición de la humanidad a un país del primer mundo “civilizado” como sería Reino unido, y la reacción de este a nivela político. La planificación de las entrada de inmigrantes para cubrir la necesidad de mano de obra, los programas de eutanasia voluntaria o las políticas de mano dura contra la delincuencia, un desarrollo del trasfondo que da paso a la historia de los protagonistas, casi de forma involuntaria: el personaje principal, buscado por su relación con esa figura dictatorial que ahora gobierna, es caracterizado como alguien a quien la vida dejó de importarle hace mucho, al quedar marcado por el accidente en el que murió su hijo de tres años. Es precisamente un detalle tan anecdótico, pero tan terrible como fortuito, lo que sirve para marcar la importancia de la falta de niños no solo en relación al futuro de la especie humana, sino en como afecta a la sociedad: esta sigue emitiendo reposiciones de programas infantiles, muchos ciudadanos recurren a muñecos de porcelana que tratan como bebés y parte de la población cuida a sus mascotas como si fueran hijos, llegando a bautizarles, mientras que las eutanasias se llevan a cabo ocultando los gritos de quienes se arrepienten. Si un párrafo donde se describe una de esas ceremonias fallidas es aterrador, todavía lo es más algo tan sencillo y grotesco como una mujer mostrando orgullosa al protagonista a su gato con un faldón de bautizo.
James, viendo como siempre es posible cagarla más que Tatcher
Otro de los elementos que utiliza James es al transformación y perversión de las tradiciones. Ella misma fue miembro de la cámara de los Lores, y aquí, el antagonista se nombra a si mismo custodio, empleando como símbolo de su cargo un aniñllo que acabará en manos distintas. Y precisamente su programa de suicidio busca acallar lo que es mediante una ceremonia casi teatral con reminiescencias de los mitos de gran Bretaña
No se trata de una novela de acción con facciones enfrentadas y desenlaces épicos, sino como una situación afecta a sus protagonistas de forma que esto puede hacer que todo cambie. A lo largo de la huida de estos a través de Inglaterra, varios caerán bien por la traición interna, por uno de esos grupos de jóvenes salvajes que James, como trasfondo de la narración, desarrolla con gran sencillez y credibilidad, o por la propia fuerza del orden quienes pueden sufrir el mismo destino. El final, pese a un último instante de luz, tampoco resulta esperanzador, dado que la autora no solo aprovecha las referencias al uso de objetos como símbolo de poder político sino que a través de ellos sugiere que pese a ese momento en el que na humanidad no está perdida del todo, el triunfo de los protagonistas no es un porvenir brillante ni la caída de un régimen dictatorial: solo será un cambio de gerencia.
Inglaterra está, a los ojos de sus vecinos continentales, ligada de forma inseparable a las historias de fantasmas clásicas, el humor fino y elegante, a l origen de la fantasía que sería canon años después e incluso a los primeros clásicos de la ciencia ficción. Pero también a las sombras, más que a las luces, de la época victoriana, de las brutales políticas coloniales y el Tatcherismo. Y con ellos, su respuesta cultural: Londres bajo la vigilancia del Gran Hermano, bajo la felicidad programada de Ford, la máscara de Guy Fawkes que amenaza el régimen dictatorial que la mantiene unida…y también el estrafalario linaje de los Groan y lo vacío de sus tradiciones. Su literatura refleja la historia de la misma forma en que lo hacen en el resto de países, pero quizá con esa mayor presencia derivada de ser el idioma y cultura anglosajones los que tienen mayor peso en comparación al los demás. Y en el caso de Gran Bretaña, con esa particularidad suya de ser europeos, pero no como el resto del continente, con esa sensación de saberse al margen de gran parte de los conflictos que tuvieron lugar en tierra, y un poco, con cierta sensación de identidad propia, separada de los demás. Esta percepción concentrada en lo propio, de cierto individualismo, se percibe también en unos años en los que, mientras sus vecinos se preparaban para el próximo conflicto, el país se recuperaba de la Gran Depresión volviendo a una imagen idílica y un tanto cómica de los estereotipos locales.
Esta es la historia de Flora Poste, una huérfana que tras la pérdida de sus padres debe trasladarse al corazón de Inglaterra para instalarse con los Starkadder, propietarios de la granja de Cold confort. Estos, en deuda con la familia de Flora por una afrenta sucedida hace años, parecen marcados por los secretos y la tragedia. La matriarca, Ada, vive encerrada en su habitación obsesionada con lo que presenció siendo una niña. Su hija lleva una vida por y para sus hijos varones, obsesionados por la granja y o por su desprecio a las mujeres. La más joven de la familia está abocada a un matrimonio acordado con un hombre brutal que le dobla la edad…y si el lector estaba esperando un drama oscuro lleno de conflictos psic9ológicos se va a llevar una sorpresa, porque lo que sucede en Cold Confort tras la llegada de Flora Poste está más cerca de las novelas de Woodehouse que las de las Brönte.
El libro es el primero de la saga del mismo nombre que la granja, del que solo se ha traducido este al castellano. Publicado en 1933, este tiene un componente muy sardónico, del que hace pensar precisamente en el concepto de ironía inglesa y humor británico. Este toma como punto de partida situaciones clásicas de la tradición narrativa más oscura para darle la vuelta de una forma abiertamente paródica: Flora no es ninguna jovencita desvalida sino una mujer en la veintena que tras varios intentos de apalancarse en la casa de distintos familiares 8quienes le dan convenientemente el esquinazo) acaba instalada en una granja con un nombre muy poco esperanzador. Los miembros de la familia Starkadder llevan sus obsesiones hasta el absurdo, con esa cabeza de familia que solo se asoma pare decir ominosamente p “solo era una chiquilla, pero vi algo sucio en la leñera”, una de los hijos va declamando su desprecio a las mujeres mientras que otro de los residentes en la granja anuncia con el mismo dramatismo su próximo matrimonio con la más joven, mientras que otro de los hermanos atormenta a todo el que se le ponga a tiro con su fanatismo religioso. Un escenario tremebundo que sirve que la protagonista adivine, en las primeras páginas, que detrás de este entorno claustrofóbico hay gente con aspiraciones tan corrientes y anodinas como adorar al cine, ser un buen administrador de la granja, o simplemente, necesitar salir a que les de el aire y modernizarse un poco. Este descubrimiento de quienes son, y la misión de arreglar sus vidas, sea asumida por la heroína que se ve a si misma como una suerte de figura capaz de poner orden, muy similar a los personajes de jane Austen con quien también se compara de forma indirecta.
La intención paródica no queda solo en el tópico de la Inglaterra rural atormentada, sino que también aparecen personajes urbanos que siguen todo tipo de creencias y actitudes modernas, que llegan al escenario buscando esa idea de la campiña bucólica y la sencillez de la vida rural. Bohemios, intelectuales de medio pelo más salidos que el pico de una plancha, joven es de buenas familia claramente incómodos con su estancia en un lugar que no sea Londres…van haciendo su aparición en los alrededores de la granja y en la vida diaria de Flora. Esta tampoco se libra de esta visión acida. Es un personaje que se ve a sí misma como la protagonista de una situación literaria (el “síndrome del personaje principal” adelantado varias décadas) y que como tal, previere vivir algo que ella ha idealizado en lugar de tomar una decisión realista. Aunque se precisamente su complejo de superioridad y eses afán por mejorar la vida de sus parientes de la manera que ella estima conveniente, lo que consigue sacarlos del bucle en el que viven. Aunque para ello recurra a herramientas actuales que tampoco se salvan de ser pasados por el filtro del humor. Porque en este caso, no falta ni la referencia al psicoanálisis como situación a todo.
El tono, con la intención humorística establecida desde el principio, es muy ligero: todos los problemas se solucionan rápidamente y sin contratiempo, sin más actuación que la de la protagonista aplicando lo que ella considera sentido común, para finalmente, encontrar también su desenlace muy propio de la comedia romántica. Una trama que acaba haciéndose demasiado simple en favor de presentar el mayor número de personajes cómicos posibles, y que hoy puede resultar demasiado inocente o forzada, más del gusto de quien disfrute con los libros de Jeeves que con otras novelas más modernas. Aunque lo mejor es el desconcierto que el lector acaba compartiendo con su protagonista al quedarse sin saber qué es lo que había en la leñera. Y sobre todo, ¿ porqué los antepasados de los Poste se peleaban por una cabra?
La juventud, y la belleza eterna han sido uno de los mayores anhelos del ser humano. Unido también al rechazo al paso del tiempo como esa antesala de lo inevitable, el deseo de mantenerse, al menos en aspecto, joven, se convierte en uno de los vicios que han acompañado a industrias tan centradas en lo físico como son la moda y el cine. Una exigencia que ha sido criticada a menudo, parodiada, denostada y reflejada en muchas películas que mostraban los estragos, no de la edad sino de los criterios de una sociedad que quiere volver la espalda a la visión de la vejez, condenando al olvido a todos aquellos que han pasado esa edad óptima o exigiendo una estética alcanzable únicamente mediante la cirugía. La parte más sombría de ese mundo de luces ha sido mostrada a menudo a través del drama psicológico o bien del fantástico en su forma más oscura y visceral. Si El crepúsculo de los dioses y la más reciente THe Substance so un buen ejemplo, la comedia también se una forma de mostrar, con menos agresividad, la pero la misma mala idea, lo ridículo de intentar detener el tiempo. Aunque los protagonistas de la película de Robert Zemeckis, por un momento, lo consigan.
La muerte os sienta tan bien, además de ser una de esas traducciones creativas que acaban funcionando mejor que el título original (en este caso, Death Becomes Her) adelanta lo que sucederá a los protagonistas: Madison y Helen, actriz y escritora rivales desde hace años y con tendencia a robarse las parajes una a la otra. Esto también sucederá cuando conozca a Ernest, el prometido de Helen y que pasará a ser la última de las conquistas de esta. Pero también, la gota que colma el vaso: años después, Helen vive sumida en una depresión y obsesionada por vengarse. Pero la vida tampoco ha ido bien para la nueva pareja y el que fuera un prometedor cirujano plástico se gana la vida como maquillador de muertos, y Madison está más ocupada intentando aparentar menos años que en mantener una carrera artística en horas bajas. Cuando, tras reencontrar a Helen esta contempla atónita como parece haber rejuvenecido, decide probar una formula que le asegura la juventud para siempre… con una sola advertencia: esta se mantendrá pase lo que pase durante su vida. Incluso después de un accidente o de un intento de asesinato.
Zemeckis es responsable de producciones tan variadas como recordadas. Éxitos como Forrest Gump, Naufrago, pero también Regreso al futuro, quien engaño a Roger Rabbit y esta comedia fantástica que aunque no llegar a alcanzar el éxito de las anteriores, parece imposible que sea considerada una obra menor contando con Meryl Streep ,Goldie Hawn y Bruce Willis como trio protagonista, además de Isabella Rosselini en un papel secundario. Centrada únicamente en los tres personajes principales, la trama toma distintos tópicos del thriller, como ese triángulo amoroso y un asesinato que sale mal, para después dar un giro hacia el fantástico y convertir al personaje mas apocado en el centro de las obsesiones e intereses de sus dos protagonistas
No hay en este caso demasiada comedia gestual, y las secuencias de la pelea post mortem entre Goldie Hawn y Meryl Streep se salda rápidamente en un par d eescenas para dar paso a la segunda parte de la trama: el personaje de Bruce Willis, motivo dela enemistad entre a ambas, se convierte en el objetivo a proteger por un interés común, pero también a quien mangonear por partida doble, algo que se dejaba entrever mediante la actitud de ambas y la caída hacia la mediocridad de este. Además de la rareza que supone el ver a Willis en un papel cómico no relacionado con el cine de acción. Y con un matita de pelo casi testimonial.
Los efectos e especiales, centrados especialmente en las escenas posteriores a la resurrección de las protagonistas, son un tanto puntuales pero han aguantado muy bien el paso del tiempo, algo parecido a los utilizados en La familia Addams en cuanto a uso y buen envejecer, pero son algo muy secundario en comparación al tema principal y su giro de guion en la parte central. Este ocupado principalmente en el conflicto de las protagonistas, obvia elementos tan interesantes como el personaje de Isabella Rosselini como anfitriona de un Beverly HIlls por el que pasean muertos ilustres como Warhol, Marilyn, Jim Morrison o el mismo Elvis, a modo de miembros de ese culto a la fama y juventud y como guiño a esa cultura popular de estrellas que vivieron rápido, murieron jóvenes y dejaron, o queremos creer, un bonito cadáver… como James Dean, a quien también posible reconocer en ese momento.
Es el tono de comedia amable el que hace que, ,pese a contar con momentos con un potencial tan hiriente como estos personajes condenados a acabar embalsamados para siempre, se queda en una puya, opuesto al final feliz ganado por ese protagonista un poco victima de las circunstancias que alcanza la inmortalidad de forma metafórica, mediante una buena vida y en la memoria de sus seres queridos (y , de una forma un tanto conservadora, mencionando como este fue padre de familia numerosa) frente a la representación de la vanidad con sus contrapartidas convertidas en poco menos que momias repintadas una y otra vez.
Esta comedia menor de Zemeckis lo es solo en comparación a sus producciones más vistosas y recordadas. Pero también es una película que aún retratando un entorno tan superficial desde su nacimiento como es Hollywood, se adelanta varios años a su tiempo, recurriendo a la fantasía para hacer mofa de una industria donde lo único que cambia son las tendencias en la cirugía estética.
Los setenta supusieron el fin del sueño americano que el cine se había esmerado en reflejar. El intento, salvo ciertas producciones, de mostrar una realidad más amable, obviando los conflictos que luchaban por salir a la superficie, daba paso a un público consciente de la violencia, tanto en el exterior, con la carnicería emitida en diferido desde Vietnam, como interior, donde el mundo alejado de los núcleos urbanos era mostrado como un entorno desconocido y peligroso. Una sensación de desengaño, desamparo, en la que ningún lugar era seguro y muchos cineastas reflejaban entonces. los perros de Paja de Peckimpah, los excursionistas en Deliverance de Boorman, pero también el cine de terror se adentraría en esa realidad, ya alejada de los monstruos clásicos, donde el horror estaba en una carretera desolada y hacía que el castillo de un vampiro europeo fuera un lugar re conocible y amable. La violencia, menos explícita de lo que se recuerda en La matanza de Texas, pero también La última casa a la izquierda de Wes Craven. También este último, mucho antes de volver al terror sobrenatural, ese escenario en el que la violencia se convierte en algo inherente al ser humano, tras la cual, la civilización es solo una capa muy fina.
Las colinas tienen ojos comienza con la llegada de una autocaravana a un paraje, camino de California, que solo puede definirse como en medio de la nada. En una ruinosa gasolinera el cabeza de una familia compuesta por un policía retirado, su mujer, sus tres hijos, su nieta y su yerno, preguntan como llegar a una antigua mina. Las recomendaciones del empleado acerca de los peligroso de atravesar una carretera en el desierto, cerca de un campo de pruebas del ejército aéreo, es ignorada y poco después, un accidente los saca de la carretera y les obliga a pasar la noche en el desierto mientras los hombres de la familia buscan ayuda. Pero durante la noche, estos son atacados por los habitantes del desierto: un clan de caníbales, que tras matar a los más ancianos, no dudan en saquear la caravana y llevarse al recién nacido. Destrozados, los supervivientes intentarán defenderse, con la misma brutalidad, , de los asesinos que han prometido regresar.
La historia está inspirada directamente en la leyenda de Sawney Bean, el patriarca de un linaje de caníbales que instalados en una cueva en una región de Escocia, mataron y devoraron a más de mil personas. Un relato de carácter mítico, que si bien parece alejarse del enfoque más crudo del terror, es abrazado directamente desde en el momento en que uno de los personajes explica el origen de los asesino que los persiguen. Cambiando la Europa del Siglo XVI por Estados Unidos en 1929, se acercan también al final de los locos 20 (y que parte de los nacidos en esa década andaban por la cincuentena en los setenta), acercan la sensación de abandono a u n escenario mucho más familiar, como esa carretera que conecta núcleos urbanos pero que parece ajena al territorio desconocido para los protagonistas, urbanitas e incapaces de defenderse fuera de la seguridad de las ciudades. Es precisamente la figura de autoridad más antigua, ex policía, el primero en ser asesinado por esa tribu de caníbales concebida como un reflejo oscuro de los personajes principales, mostrados como civilizados que, hasta el desenlace, parecen indefensos en un lugar donde todo es una amenaza, desde las temperaturas del desiertos, hasta las distancias, pasando por los animales que lo habitan.
Es precisamente el desierto uno de los mejores recursos disponibles. Un espacio abierto en el que alternan secuencias nocturnas y diurnas pudiéndose ver en estas últimas la extensión del terreno y la sensación de encontrarse ante un paisaje lunar, donde los únicos núcleos humanos son una ruinosa gasolinera y una cueva habitada por salvajes. Y en la que la única muestra de civilización, casi artificial, será esa caravana, el reflejo de un hogar tradicional que será pronto invadido y destrozado. Escenario donde la posibilidad de estar habitado parece tan improbable como amenazador, y que seguiría utilizando se años después en propuestas como Horror in the HIgh Desert.
La realización en algunos momento resulta un tanto torpe. ES una producción hija de su tiempo, donde se mantiene cierto tono de cine de guerrilla, ese metraje con grano tan reconocible de la década, y se aprecia atropellado de algunas situaciones, donde rozan un poco lo absurdo, y unos actores a veces un tanto limitados cuando se les pide un registro más allá de la violencia o el miedo (al parecer alguno venía del cine para adultos. Y no precisamente de las películas subtituladas del cineclub). Esto hace que la película tenga más valor en su conjunto de una forma similar a La matanza de Texas, e incluso a La noche de los muertos vivientes: por el uso, casi pionero, de la lejanía de la ciudad como algo hostil, y sobre todo, por esa parte crítica que se ve reflejada en el metraje. La oposición entre ambas familias (con un mismo numero de miembros y una misma figura de autoridad) casi como un doble, teniendo la violencia como nexo de unión, y el progresivo deterioro de su visión tradicional. En los primeros minutos, se suceden las pequeñas discusiones, desde el uso del lenguaje malsonante hasta una disputa sobre quien ha sido el culpable de haberse perdido. Y finalmente, el regreso a una reacción instintiva de defensa y ataque, muy similar a la de los antagonistas, que se plasma de forma descarnada en la pelea del desenlace. Este se convierte en un final abrupto, carente de cualquier epílogo y centrado únicamente en lo principal: la supervivencia.
Las colinas tienen ojos, además de una de las películas principales de Wes Craven ,es una de las más importantes dentro del terror de los setenta, además de uno de los primeros papeles de Michael Berryman, un actor, que al igual que Javier Botet años después, destaca por su particular apariencia y desarrollaría una carrera de lo más variada, no sola en el fantástico.
Hace algo más de diez años, los zombies se convirtieron en el monstruo estrella de la ficción. Los cadáveres reanimados, que habían sido una parte más del terror desde que George A. Romero popularizara sus rasgos modernos en La noche de los muertos vivientes, y a los que Danny Boyle había dotado de velocidad en 28 días después ç8aunque recordando a Enjuto Mojamuto, no son zombies sino infectados), se convirtieron durante 2010 en adelante en la criatura más popular del siglo xXI. Carente de identidad, de voluntad, e imposible de redimir a los ojos del público a diferencia de su pariente no muerto más cercano, el vampiro, reflejaban bien la incertidumbre e inseguridad de una sociedad que venía de sufrir una nueva crisis económica. Walking Dead, del comic a la serie de TV, demostraba que se podía hacer una historia sobre muertos vivientes duradera, lejos del público de nicho y los presupuestos ínfimos. Este interés se haría notar en el mundo editorial convirtiéndose la ficción zombie en un subgénero más dentro del terror. Esta semana, un poco porque parece que octubre se presta a ello, o por recordar esos años en los que no teníamos ni idea de lo que se nos venía encima, he recuperado aun par de novelas que recurren a los muertos vivientes de formas distintas cada una.
Craig Di Louie. Infection. Un virus desconocido provoca que gran parte de la población caiga en coma. Poco tiempo después, los infectados despiertan, carentes de consciencia y convertidos en depredadores que matan a todo ser vivo que encuentran para alimentarse de ellos. En medio del caos, la sociedad se desmorona y solo permanecen distintos grupos de supervivientes intentando llegar al día siguiente. Uno de tantos, formado por un ex militar, un agente de policía, un adolescente y un sacerdote, tiene más suerte que el resto y consigue llegar a uno de los pocos campos de refugiados que lo que queda del gobierno de Estados Unidos mantiene todavía en pie. Aunque en un espacio atestado de gente, donde malviven víctimas y depredadores, puede ser más peligroso que las ciudades abandonadas y llenas de cadáveres reanimados.
Primero de una trilogía no traducida al español, la novela de Di Louie establece los primeros pasos de una saga bastante rutinaria (al menos en teoría, porque no he pasado del primer libro), que utiliza los tópicos establecidos den un género que en 2011, eran ya bastante conocidos y explotados: el virus de origen desconocido, para no tener que explicar mucho, los tipos de zombies, siendo ya los corredores una categoría en sí misma, e intentando que el escenario sea algo más original, algunos zombies monstruosos, resultado de alguna mutación de esas que vienen tan bien en la ficción, pero que después de cuatro Resident Evil, los House of the Dead y un par de Dead Rising, tampoco es que sea tan original (salvo para hacernos reflexionar sobre la influencia delos videojuegos en la ficción popular reciente).
l resto transcurre por unos escenarios trillados, en este caso, ciudades y carreteras despobladas de Estados Unidos, una serie de protagonistas de distinta procedencia y características, del que alguno se quedará por el camino y el final a vierto de cara al siguiente libro de la serie. Que, debido al ritmo de la narración, se hace más que evidente que esta saga estaba pensada desde el principio.
La impresión general de este Infection es la de ser una de tantas. Casi, el equivalente zombis a la novela comprada en una estación de tren, sin que esta ofrezca nada que vaya a ser recordada un tiempo después de haber pasado la última página. Correctamente escrita, rápida de leer, sin sorpresas pero también sin nada que la convierta en algo especial o que pudiera destacar entre las decenas de novelas del estilo que se publicaban entonces.
Cherie Priest. Boneshaker.Durante los primeros años de la Guerra Civil Americana, los rumores de la existencia de minas de oro en la región del Klondike atrae no solo a quienes quieren hacer fortuna, sino a científicos deseosos de probar la eficacia de sus invenciones. Que muchos inversores demandan para poder extraer el oro del suelo congelado de Alaska. Es la primera prueba de una de estas máquinas, apodada Bonesaheker, la que provoca un terrible accidente, reduciendo Seattle a cenitas y provocando la fuga desde el subsuelo de un gas que provoca la muerte inmediata de quienes lo inhalan y su regreso como cadáver reanimado. Quince años después de que no solo se perdiera la ciudad sino innumerables vidas incluida la de Leviticus Blue, el diseñador de la máquina, Briar, la viuda de este saca adelante como puede a su hijo entre las miradas de los supervivientes que todavía recuerdan el papel de su marido en aquella catástrofe. Pero, cuando su hijo, intentando limpiar el nombre de su padre, escapa con intención de acudir a las ruinas de la ciudad, Briar debe adentrarse en un lugar permanentemente envuelto en gas tóxico, por el que no solo deambulan los cadáveres de las víctimas sino supervivientes acostumbrados a moverse en un entorno hostil.
Cuando los temas de un libro son steampunk y zombies, al menos este va a ser origina. También el haber comenzado con una catástrofe en un periodo tan poco explotado en este sentido como es el siglo XIX con lo hace, y la novela dedica bastante tiempo a desarrollar el trasfondo en el que se mueven los personajes. Este es una época de pioneros, donde las condiciones de los buscadores de oro se ven sustituidos por ese apocalipsis retro que genera un escenario muy particular, donde un accidente masivo no tiene mayores consecuencias fuera de sus fronteras pero da forma a la vida cotidiana de sus habitantes, subsistiendo en las fábricas que se han establecido, y con una estética muy particular entre el siglo XIX y las máscaras antiguas que son una parte para la supervivencia de los personajes. El resto de elementos que sirven de trasfondo son los propios del steampunk: el uso de naves voladoras, tecnología a vapor y laboratorios de diseño tan barroco como anacrónico, que son una parte más que se adopta como parte de un género con una estética muy característica.
En este sentido, la novela es más una narración steampunk, donde el escenario y el número de personajes con premisa interesante (la ciudad arrasada por un gas tóxico, capitanes de aeronaves, una princesa india que busca venganza y una tabernera con un brazo mecánico entre otros) se acaba comiendo a los principales que tienen en comparación muy poco tiempo. Estos, Briar, la protagonista, es quien tiene más peso, siendo sui hijo un poco es el Mcguffin por el que debe empezar una aventura. Aunque esta, caracterizada como una mujer fuerte y endurecida, se queda en un retrato un poco plano al ser necesario presenta runa cantidad de secundarios llamativos y a un antagonista que poco más va a salir, porque el libro, pese a ser el primero de una serie, es autoconclusivo y los siguientes transcurren en lugares y con protagonistas distintos.
Además, pese a que se defina como “steampunk y zombis”, de los últimos, poco hay. Salvo en el prólogo donde se los menciona, estos son uno d más de los peligros que pueden encontrarse en la ciudad donde transcurre gran parte de la trama. Pero apenas tienen presencia, y perfectamente podrían haber sido sustituida por cualquier otro elemento peligroso. Casi da la impresión que fueron un añadido para una novela escrita en un momento en que loa zombis pegaban fuertes y si era posible incluirlos en una obra de fantasía, adelante. Al menos, de esta puede decirse “Vine en parte por los zombies, me quedé por la locura steampunk con gases mortales, aeronaves, mad doctors con problemas de identidad y heroínas con mal carácter”.
I try to maintain a healthy dose of daydreaming to keep myself sane
Florence Welch
Estar en Babia, en las berzas, pensando en las musarañas y otras expresiones definen ese estado mental de abstracción total, casi ensoñación, en la que alguien es capaz de olvidarse de su entorno por compe.to para acabar perdido en un hilo de pensamientos o en un escenario imaginario. Que para que negarlo, seguramente sea bastante más interesante de lo que están intentando comunicar desde el exterior. La fantasía como vía de escape de lo cotidiano ha sido algo que ha a servido para impulsar gran parte de la ficción moderna (de otra forma, ¿ por qué íbamos a referirnos a un texto como “literatura de evasión”?) como para servir de base a esta. Desde don Quijote, el soñador por antonomasia, hasta Sam Lowry, perdido en un cubículo anónimo den el Brazil de Terry Gillian, la fantasí a se plantea como una alternativa al entorno gris y monótono que ha ofrecido el siglo XX, sin dejar de ser paradójico que sea precisamente el sistema económico que nos ha abocado a esta repetición y falta de sueños, el mismo que proporcione vía de escape. Precisamente una via de escape que se plantearía en una producción de los años cuarenta y que pasaría a ser una parte más del imaginario colectivo.
La vida de Walter Mitty transcurre entre su trabajo como corrector en una editorial de revistas pulp, cumplir recados para su madre, con la que sigue viviendo, las veladas con su novia y futura suegra e imaginarse, mientras tanto, como protagonista de todo tipo de aventuras, muy similares a las de las revistas en las que trabaja. Una forma de escapismo que a menudo ha sido criticado por su familia y jefe, debido a su tendencia a abstraerse. Pero un poco de fantasía no hace daño. Solo cuando una joven, muy parecida a la que él ha imaginado, le pide ayuda para custodiar un cuaderno que esconde la localización de los tesoros del gobierno holandés, ocultados a los nazis, su vida parece convertirse, por momentos, en una de las historias que a menudo imagina. Perseguido por matones, colgado de una azotea e incluso acusado de loco, Walter empieza a ser parte de una situación que ni el mismo hubiera imaginado. Y en la que pese a todo, sigue teniendo tiempo para soñar despierto.
Basada de forma un tanto libre en un relato de James Thurber, este es uno de los casos en los que la adaptación cinematográfica es más conocida y superior al material original. Esta es una comedia uy ligera, al servicio de Danny Kayye, en la que con el tiempo, prevalecería más la idea principal, hasta el punto de hablar medio en broma del síndrome de Walter Mitty, que el contendido en sí. Esta, concebida como comedia, con esos tonos tan chillones y hoy un poco irreales del tecnicolor, transcurre entre la comicidad gestual de Kaye, varios números musicales que se convierten casi en una fantasía dentro de la fantasía, Virginia Mayo como esa mujer de sus sueños que acaba convirtiéndose en algo real, más incluso que el entorno familiar que lo rodea, y la aparición de Boris Karloff como uno de los secundarios antagonistas. Este, en el papel de doctor al servicio de esa organización heredera de los expoliadores nazis, desaparecidos hace muy poco cuando la película se estrenó, sirve también como enlace con el mundo de las revistas pulp que aparecen como trasfondo, así como con los personajes que este había interpretado durante la época dorada de los monstruos de la Universal.
La trama transcurre a lo largo de varios días en la vida de su protagonista, en los que se alterna esa progresiva introducción de los imposible en lo cotidiano. Las secuencias de su partida diaria entren, la oficina, y la aparición de elementos anómalos finaliza cada vez con un fundido a negro y el comienzo de un nuevo día que reduce el uso de escenas intermedias pero también le da un carácter episódico, incluso en su desenlace en el que la película se cierra con un final feliz, casi garantizado desde el comienzo, en el que el protagonista, tras triunfar en una situación digna de novela, se enfrenta a ese entorno que, como declara en el desenlace, cuyas mentes son tan pequeñas y grises que son incapaces de apreciar cualquier atisbo de maravilla.
Una visión muy optimista y m muy blanca, que era algo de esperar en una comedia de la época, aunque esta cuente con elementos que hayan perdurado, como la fantasía como vía de escape o la ironía de trabajar en el departamento menos creativo de una empresa dedicada a vender ficción, en esta no se puede esperar una reflexión más profunda sobre ello, ni un enfoque complejo. Para algo así, Terry Gillian lo había reflejado mucho mejor, y de una forma menos esperanzadora, en Brazil. Lo que hay en este caso, es la primera aparición de este personaje, casi un arquetipo de la fantasía como vía de escape ante una situación en la que esta es la opción más viable. Pero en la que en lugar de reflejos o cambio este acaba acomodándose a los cánones del final feliz y del sueño americano: Mitty soluciona sus problemas reales “como un hombre de verdad”, a base de un puñetazo y un discurso que reafirma su identidad. Y que le lleva en el epílogo a conseguir no solo a la mujer de sus sueños sino un ascenso y el respeto de su jefe. Después de todo, su historia es otra ficción, y cabo preguntarse si este desenlace no sería también una ensoñación en la que este soluciona definitivamente su s problemas.
La vida secreta de Walter Mitty es una producción que más que por su reparto y escenas se han convertido en una idea que forma parte de la cultura popular. Y en una de esas películas y cuyo enfoque hace mucho más fácil el que sea posible un remake adaptándose al cambio de mentalidad y sociedad, como pasó en la versión de 2013 y en la que también contaba con un cómico, en este caso, Ben Stiller, como protagonista.