jueves, 13 de junio de 2024

Mariana Enriquez. Un lugar soleado para gente sombría. Ningún sitio es seguro

 


Mariana Enríquez ha demostrado el merecer la fama como una de las escritoras argentinas más influyentes de los últimos años, además de la principal representándote del fantástico que varias escritoras  han venido desarrollando desde el continente. Este, influenciado por el terror foráneo (definitivamente, si hay un sitio donde pueda haber una colonia de profundos, será en un meandro del Paraná, y no en una localidad costeara explotada hasta la saciedad), la historia de inestabilidad política, incertidumbre y la visión desde el punto de vista femenino, más vulnerable en muchos sentidos, pero también más agudo, supone una evolución del “realismo mágico” que supuestamente caracterizaba a una parte de la literatura sudamericana. Y una visión también muy distinta al fantástico anglosajón y continental. Escenarios que producen una extraña sensación de familiaridad y desconocimiento, la  atmósfera de inseguridad  permanente como algo cotidiano y la introducción de los fantástico de una forma tan sutil que parece que siempre ha estado ahí  se convierten en el  tono con el que Enríquez  empezaría a hacerse  notar ante el público  mayoritario hasta el punto de ser una de las escritoras  de una editorial tan seria como Anagrama). Con sus dos colecciones de relatos al que seguiría una obra tan ambiciosa como extensa, Nuestra parte de noche, su crónica familiar de ocultismo e historia de Argentina, en su  siguiente libro regresa a los textos cortos de sus primeras obras. Esta vez, en lugar de tener al fuego como título,  como sería en Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego,  lo hace mediante referencias a la luz y sombras.



Un lugar soleado para gente sombría es el relato que da título a una colección de doce cuentos en los que escenarios ya familiares para sus lectores, como los barrios de Buenos Aires, se desplazan a momentos y lugares más recientes. En este, caso, el hotel Cecil y la muerte de Elisa Lam, ahora convertido en centro de reunión para creyentes en lo paranormal, sirve de trasfondo para la historia de su protagonista sobre el regreso a su pasado, el rencuentro con amigos, recuerdos dolorosos, y la presencia de lo sobrenatural  en una ciudad como Los Ángeles.

Las referencia a fenómenos recientes también tienen su lugar en Chicos de ojos negros, el último relato que, de vuelta a Buenos Aires, desarrolla su propia versión de aquel curioso fenómeno del que hace varios años, se habló en internet:  la presencia de dos niños, cuyos globos oculares son de color totalmente negro, y que en el medio de la noche  piden a los testigos poder entrar en casa o su vehículo. En este caso, Enríquez sugiere lo que puede pasar si alguno es tan imprudente como para permitir el paso.


Algunos aspectos de la cultura argentina, real o mitológica, aparecen de nuevo. La dictadura y sus consecuencias, con un país lidiando todavía con su memoria histórica, vuelven como fantasma en Los himnos de las hienas, un relato que toma el aspecto más clásico del cuento de fantasmas para regresar a los centros de detención y lo que queda de ellos.  Incluso criaturas de la mitología como  el silbón tienen su aparición, en La desgracia en la casa. Y con este, también lo hace uno de los temas recurrentes de Mariana: la familia como trasfondo último de problemas o desgracias.

Esto será  algo que aparece en mayor o menor medida en su narrativa, y en esta colección tiene un mayor peso: toda referencia a la maternidad será algo negativo, marcada por la locura de los progenitores, especialmente, los trastornos de la figura materna, por los hijos vistos como desgracia o fuente de problemas económicos (algo que  es uno de los temas principales de Julia) e incluso las relaciones de pareja parecen condenados al fracaso o a la tragedia.  El vínculo de los protagonista de Los himnos de las hienas quedará marcado por lo que sucede en ese cuento, un viaje de pareja, aparentemente bien avenida,  provoca que los protagonistas de Un artista local acaben viviendo una situación lovecraftiana en un pueblo perdido. E incluso la más positiva, quizá porque todavía se refleja solo  el comienzo, es la de los personajes de Chicos de ojos negros, a los que un encuentro con la muerte los llevará a acabar juntos.

En gran parte de los cuentos de esta colección, lo sobrenatural aparece de forma directa, duendes como ese silbón, criaturas monstruosas deudoras de los mitos de Cthulhu o  monstruos más modernos surgidos de los testimonios de internet, junto con la presencia de los fantasmas en distintas facetas. A menudo, como ecos de un pasado condenado a repetirse, a veces, como un simple añadido a un barrio que ya es lo bastante peligroso, como algo que puede afectar a la vida de sus vecinos. Estos, sin embargo, parecen descritos como una parte  más de un entorno que, aún sin ellos, sería lo bastante deprimente pero que sus personajes optan por encogerse de hombros y seguir con sus vidas. Y que son solo una parte de lo que puede encontrarse en esa docena de cuentos, que, sin llegar al nivel que alcanzó con Las cosas que perdimos en el fuego, demuestra que el ámbito en el que mejor se defiende la autora es en el relato corto. Aunque, entre esa descripción de Argentina y las noticias recientes, hacen pensar que esta señora en realidad, puede con todo. Y que ese presidente que habla con su perro va a ser parcialmente responsable de los horrores que refleje en su próximo libro.

2 comentarios:

  1. Lo de las escritoras latinoamericanas es un fenómeno extraliterario de primera magnitud. Y qué bien que sea así. Ayer terminé "Mugre rosa" de la uruguaya Fernanda Trías y me pareció de lo mejor que he leído este año.

    Qué ganas tenía de más cuentos de Mariana. Compré el libro en Letras corsarias en Salamanca, que la trajeron una semana después para la presentación. Mariana es lo más cercano al rock que ha estado la literatura. Y mira que Ray Loriga lo intentó en los noventa. Pues no se ha hecho una gira con el nuevo libro cual banda de rocanrol la tía.

    Ha sido leerte la referencia a "Chicos de ojos negros" y ponérseme la carne de gallina. Qué mal rollo. El libro me ha gustado un montón. No sé si a la altura de sus otros libros de relatos, porque todavía tengo "Nuestra parte de noche" en el regusto del paladar, pero de lo mejor que he leído este año seguro.

    Mi padre fue a la presentación del libro en Letras corsarias con el encargo de que me firmara los libros que tengo de ella. Y misión conseguida. Soy un fanboy de Mariana xD.

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  2. Mariana Enriquez le da mil vueltas a Ray Loriga, y de ahí que se pueda marcar una gira literaria. Me he quedado sin firma porque ninguna de las ciudades de la tournee coincide cerca, y esta le ha supuesto no pasarse por las Celsius, a las que ha ido algún año.

    Aunque me gustara más Las cosas que perdimos en el fuego, se lo achaco también a que los relatos de esta señora tienen una fuerza muy particular, no se parecen en nada que se haya leído antes. Y esa primera lectura de El chico sucio, superado el choque, no va a poder compararse con nada posterior. Lo he comprobado porque he prestado Un lugar soleado a una compañera de trabajo (estoy intentando hacer un grupo de fanboys en la oficina, lo reconozco), y todavía se está reponiendo de Mis muertos tristes, además de que parte de los relatos la han descolocado bastante.

    A ver si en otra gira o visita por España puedo ir a una presentación ¡Mariana, vuelve! ¡Que en el norte también tenemos una percepción de la realidad extraña y además no tenemos anarcocapitalistas con peluca!

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