Lo fantástico no tiene que reducirse a cuatro paredes. A menudo, y en la fantasía urbana es un recurso habitual, es aquello que no puede verse, aunque esté a s simple vista. Quizá una versión llevada al extremo de todo lo que no nos enteramos a nuestro alrededor, o una respuesta al deseo de que este fuera un poco menos gris ¿ y si hubiera un callejón que condujera a una ciudad paralela, donde convive la magia y lo sobrenatural? ¿y si una línea de Rodalies condujera a esos lugares? Bueno, este último, según la hora y la línea, puede ser bastante sobrenatural…en todo caso, este escenario, del que Neverwhere sería uno de los mejores ejemplos y que aparece en otras ficciones (que se lo digan a la generación de niños que creció esperando encontrar el andén 9 ¾) fue también el elegido por José Antonio Cotrina en 2003 para su primera novela.
Las fuentes perdidas son, para todo los iniciados en la magia y conocedores de los Lugares de paso, el origen de todos los anhelos humanos. Aquellos manantiales de los que se pueden obtener la eterna juventud, la inmortalidad o la riqueza y que, como todos los misterios, se encuentran perdidos incluso para los hechiceros más experimentados. Algunos dicen que partir en su búsqueda es una locura, hasta para un mundo donde loa nigromancia es una realidad y el uso de las dimensiones paralelas como atajos es algo habitual, pero no ha impedido que un grupo de exploradores comience lo que el resto no duda en calificar de Cruzada Apostata: encontrar esas fuentes. El papel de Delano Gris, que se gana la ida como mercenario a su pesar, es la de hacer de guía para esa expedición compuesta por un estudioso organizador del viaje, una espiritista, un nigromante, un genio que, aunque no conceda deseos es experto in probabilidad y excelente cocinero, un lector y su remedo, un grotesco homúnculo con corma de peluche. Cada uno tiene sus razones para llegar al origen de todos los deseos humanos, aunque no son lo únicos: Delano, no es solo un guía a sueldo, sino un agente contratado previamente para evitar que esta cruzada llegue a buen puerto. Aunque, como suele pasar en los lugares de paso, la lealtad es algo cambiante, y este deberá decidir de qué parte está.
Reacción tras las primeras veinte páginas
Siendo una primera novela, esta se nota en muchos aspectos: no solo el de ser el punto de partida de una ambientación que utilizaría en La canción secreta del mundo, sino por los excesos que pueden verse como se van puliendo según desarrolla cada capítulo: la presentación de los personaje, a modo de prólogo, roza lo exagerado (me atrevería a calificarlo de edgy) en el que planta al lector ante caballos zombie, nigromantes muy chungos que temen a otros todavía más chungos, gente con nombres muy raros y muy intensos y donde cada esquina tiene que tener algo extraño, y a ser posible, oculto y con connotaciones sobrenaturales retorcidas. La impresión que da es de ser ante todo, cosa de los fallos de un primer texto largo, que todavía está buscando el equilibrio, y de los tópicos dela estética oscura de los primeros 2000, especialmente de Underworld y su tono tremendamente siniestro y dramático. Un exceso que parece reducirse, o conseguir que el lector se acostumbre (en ambos casos, es un punto a favor) a medida que la trama abandona el mundo real y se adentra en el entorno paralelo descrito por Cotrina, esos lugares de paso, puntos de conexión entre realidades alternativas que forman la ruta de los protagonistas y que es una mezcla de mundos y criaturas, que en ningún momento transmite sentido de la maravilla sino la impresión de ser una escenario peligroso, que a veces los personajes preferirían no conocer. Es aquí donde el autor se explaya con el trasfondo del mundo que describe y aparecen criaturas monstruosas, especialmente en lo que a los nigromantes se refiere, hechas a base de retazos humanos y que parecen sacados de los primeros relatos de Barker.
Respecto al mundo de las fuente perdidas, Cotrina opta por describirlo mediante nombres que evocan una idea y alguna explicación: algo llamado Lugar de paso hace pensar en su naturaleza, mientras que la mención a los Ganaderos hace que el lector no tenga ni idea de la que se le va a venir encima, que no va a ser bonito. Tampoco se complica demasiado desarrollando un sistema de magia ni explicando esta, sino que es algo que está ahí, forma parte de ese mundo, y aspectos tan interesantes como las huestes de las que se proveen los nigromantes es algo que se muestra sobre la marcha. Es curios también que este mundo fuera algo que quizá estuviera rondando en su cabeza previamente, dado que uno de los personajes es el protagonista de Entre Lineas, un relato donde comienza a describir la magia de los Lectores pero que ni de lejos anunciaba lo que alcanzaría en su novela.
El desarrollo de los personajes favorable: superado el exceso de intensidad de la primera página, estos son una versión sobrenatural de un grupo de aventureros sin escrúpulos, de los que se sospecha que muy pocos van a sobrevivir. Incluso se permite añadir algún toque de humor, como el genio experto en cocina o sobre todo, esa comicidad negrísima proporcionada por uno de los secundarios, un peluche masoquista que se pasa todo el libro siendo apuñalado.
Ilustración de Javier Prado, responsable de que la novela me durara tres días
El avance, por desgracia es desigual, siendo protagonistas como Charlotte el genio o Gema la espiritista los que pasan sin pena ni gloria hasta ser asesinados en favor del resto, a los que se presta mucha más atención. Y de la que como buenos antihéroes, no podrán llevar a cabo ningún acto heroico sin consecuencias ni alcanzar en principio, una redención: el tono, y ese es uno de los aspectos que hace que la historia sea más que una fantasía urbana estándar, es muy pesimista, las fuentes que buscan solo les llevarán a su final y a mezclarse en un enfrentamiento que comenzó hace siglos y el protagonista no conseguirá la venganza que ansía, sino ser consciente que su enemigo es un objetivo inalcanzable...además de revelar algo sobre su pasado que cambiará su vida.
Las fuentes perdidas es una nivela de fantasía oscura, siniestra, urbana o como se prefiera llamarla, que, pese a contar con los efectos típicos de la primera narración larga, y a ratos parezca que se la puede resumir en "un cruce entre Neverwhere, Clive Barker, y la final de Traitors", va mucho más lejos: es tremendamente imaginativa y abre la puerta para desarrollar más historias en el mundo inventado por Cotrina. De momento, el que haya incluido La canción secreta del mundo entre las próximas lecturas, es una buena señal.