jueves, 29 de diciembre de 2022

¿Quien mató a Tia Roo? Cuando Hansel y Gretel engañaron a la bruja

 



Las fábulas tradicionales no son figuras ajenas al cine de terror. Los elementos presentes en las versiones originales hacen que muchas de sus imágenes pasaran a considerarse poco actos para la mentalidad infantil y fueran convenientemente expurgadas ...lo que supuso que estas también se convirtieran en un recurso para muchos guiones Y aunque la recuperación de sus inicios parezca algo reciente, el cuento de Hansel y Gretel fue adaptado a principios de los setenta, en una película que pese a plantear una visión moderna de la bruja y los huérfanos, también aportaba más matices y hacía que un entorno contemporáneo resultara igual de fantasmagórico que un bosque. 



Es navidad en los años veinte. En algún lugar de Inglaterra, una viuda, a la que los niños conocen como Tía Roo, celebra una fiesta de navidad para varios de los hospedados en  el orfanato local. Una tradición que a juzgar por los problemas para pagar a sus empleados y a las tiendas, puede que no dure mucho más y que este año su celebración anual se vea alterada por la llegada inesperada de Christopher y Kathy,  dos hermanos cuyo comportamiento díscolo y tendencia a inventar historias ha supuesto que se quedaran fuera de la lista de invitados seleccionados por el orfanato para acudir a la velada. Pero  la tía Roo se fija en que la pequeña recién llegada  guarda un sorprendente parecido con Katherine, su hija fallecida durante la infancia y con la que  intenta comunicarse incansablemente a través del espiritismo, y que su aparición quizá sea una oportunidad para recuperar a su hija. 


Su condición de cuentos de hadas siniestro viene acompañado también por su concepción de historia navideña, muy subversiva, dotada de muy mala idea y una visión de lo siniestro más efectiva que otros intentos más modernos. La mansión de la protagonista, a la que los niños llaman La casa de jengibre para disgusto de la directora del orfanato, la decoración navideña entre vintage y sobria, acompañada or esos juguetes antiguos que a muchos les producen inquietud (como curiosidad, nunca fue mi caso. Soy de esas personas a las que una muñeca abandonada les produce más pena que miedo), y  el tratamiento de la obra benéfica estacional, imparcial y sin hacer apología de nada, pero reflejándola como un mero parche para conciencias y no como una solución, se convierten en un escenario propicio para la comedia negra. En este caso, con un humor muy sutil y oscuro. Y sobre todo, el personaje de Roo, interpretado por una Sheley Winters capaz de ofrecer todos los registros en poco más de hora y media: una mujer  compasiva, generosa, incapaz de asumir su decadencia pero también de secuestrar, y eventualmente, poner en peligro la vida de dos niños. La viuda que organiza una fiesta y acoge a los más desfavorecidos es la misma que atiende amorosamente al cadaver disecado de su hija. 




Rodada sin estridencias visuales y sin efectos, el mayor apoyo  lo son también los personajes. Junto a su antivillana protagonista, se encuentra una pareja de hermanos cuya inocencia no tarda en  ponerse en entredicho: la capacidad fabuladora del mayor pasa a convertirse de un hilo conductor a alago más peligroso, pero no le impide recurrir al robo o al asesinato, o alterar la percepción de la realidad de su hermana menor. De no ser por su condición de protagonistas, ambos no estarían fuera de lugar en una película sobre niños malvados... o haciendo perrerías en una ilustración de Edward Gorey. 

Una ambigüedad moral que también afecta al resto de secundarios. No importan las fechorías que hayan cometido, ninguna obra tiene su consecuencia. Los siniestros empleados de Roo  y culpables de engañarla durante años, desaparecen  sin dejar rastro tras sacar provecho económico de un chantaje. Incluso al falso medium poco parece importarle lo que sucede. Después de todo, ¿a quien le importa un huérfano más o menos?




Esto hace que Fábula macabra, como se tituló originalmente en castellano, sea una visión de Hansel y Gretel con muchos más matices, aunque las referencias y estructura original del cuento están presentes: el apodo de la mansión, dos hermanos, el encierro de uno de ellos y un desenlace en el que no falta el uso de un horno y su bruja ardiendo, suponen que este sea, en apariencia, una de sus versiones más blancas, pero con más trasfondo y potencial. 

Quien mató a Tia Roo funciona como fábula siniestra y como película de terror navideña. Sin grandes despliegues pero sí con unos personajes memorables y mucho humor negro. Y también, para preguntarme qué he estado haciendo  en lugar de ver otras producciones de terror que dirigió Curtis Harrington. 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Lecturas de la semana. Un paseo por el multiverso

 



A finales de los noventa, una editorial dedicada  los juegos de rol y la fantasía  comenzaba su carrera en España. La Factoría de Ideas, con su catálogo de Mundo de Tinieblas, La llamada de Cthulhu y Stormbriner, mantuvo su línea de juegos junto a títulos derivados de la franquicia de White Wolf, pero también sagas de fantasía, recopilaciones de los mitos de Cthulhu e incluso la primera edición, horriblemente cribada, de La fábrica de pesadillas, de Thomas Ligotti. En la colección Solaris Fantasía  se atrevería con dos recopilaciones de relatos inspirados en el personaje de Moorcock, precismente de cuyo jueo tenía d los derechos de publicación: Eric, el último emperador de Melniboné  y uno de los avatares del Campeón Eterno, era el protagonista de una antología donde varios autores  homenajeaban al albino más quejica del multiverso, y que también aparecería a en el siguiente tomo, donde esta vez se recreaba la figura del héroe eterno cuyas distintas encarnaciones fueron narradas por Moorcock en varias historias. 



Cuentos del lobo blanco. Con esta colección de 24 relatos comenzaba la colección de La Factoría, anunciando la colección como el regreso de Elric a una editorial española, aunque fuera a modo de recopilación. En ella, los autores  aportaban su grano de arena a las aventuras del menibonés, apodado el lobo blanco, y a su relación casi vampírica con Portadora de Tormentas, una espada forjada por el caos capaz de devolver la vitalidad al enfermizo héroe, último miembro de su raza, pero a cambio de ser alimentada con almas humanas. 

Además de un prólogo y un primer relato escrito por el propio Michael Moorcock, la antología recoge autores tan variados como la fama de estos: en sus páginas han colaborado Tad Williams, Nancy Holder, Gary Gygax o Karl Edward Wagner, aportando este un crossover entre Elric y Kane (hay que reconocer que pese a l exceso de chunguez de su personaje, Wagner era muy bien escritor) o Neil aiman con una especie de relato reflexivo nostálgico sobre la figura del héroe y su influencia en la vida de los lectores que resulta bastante pretencioso. Pero también han participado otros, prácticamente desconocidos o con pinta de tratarse del único relato que han publicado profesionalmente. El nivel es variado, al tratarse de una antología, pero también cuenta con una ventaja: Elric no es un gran personaje. Ni sus libros son especialmente buenos. Pro son fascinantes y rebosan imaginación, algo que se nota  que  que los autores  que participan han sabido captar y que también han podido disfrutar de la libertad creativa necesaria para hacer lo que quieran con él, o incluso con Moonglum, su compañero y también Acompañante Eterno. Lo que supone que la colección sea una lectura  abierta a muchas posibilidades y que no de ese aspecto de limitación a un canon previo que tienen otros homenajes. Y es que, lo que pasa en el multiverso, se queda en el Multiverso. Salvo que los dioses del Caos vengan y lo cambien. 


Peón del Caos. La siguiente entrega de la colección venía dedicada, en principio al Campeón Eterno. y es en principio porque la gran mayoría de cuentos incluidos se centran en Elric o Jerry Cornelius, sus encarnaciones más famosas (incluso hoy, que este año el príncipe albino ha tenido nueva novela). Algo menos, en Dorian Hawkmoon, y de forma casi anecdótica ,en Urlik Skarlsson y Corum. 

Al igual que la primer antología, esta comienza con un relato reciente de Moorcock, que  es el más anecdótico. y algunos de los autores de la primera también  aparecen de nuevo, como Gary Gigax. La selección es muy variada en cuanto a calidad aunque esta sería algo superior a Cuentos del lobo blanco: el poder leer  qué ha sido de otros avatares del Campeón  Eterno además de nuestro melnibonés quejica favorito  hace que esta sea menos limitada en cuanto a ideas y de lugar a curiosidades con un relato en el que Hawkmoon se encarga de traer de vuelta a  los flamencos desde Venezia, una aventura escrita  pro Nancy A. Collins en la que consigue unir a los Von Bek  con Corum y desarrollar una interesante trama sobre dioses precolombinos y Eldorado, o una visión, de Roland J. Green, en la que uno de los Von Bek debe llevar a cabo una vez más el trabajo para el diablo en un infierno real como lo fueron las trincheras de la I Guerra Mundial. 

Entre los más extraños, o los que son la nota discordante entre el resto, se encuentran algunos en los que mezclan al Campeón Eterno, sin que este sea necesariamente Cornelius, en alguna trama cyberpunk, o cuando optan por poner al héroe de Moorcock a colaborar con alguno de los personajes  que han creado para sus libros: porque la mayoría de autores  no son demasiado conocidos pero sí tienen detrás carreras con sagas de fantasía, un poco de relleno, o novelas de encargo para juegos de rol. Esto no impide que entre ellos haya alguno realmente interesante, como la aportación de Mike Lee de un campeón eterno de viaje como un turista más. 

Uno de los más destacables es el escrito por Matthew J. Morgenstern, que tiene a Elric como nominal pero quienes llevan parte del peso de la trama son los compañeros del personaje, en este caso, Moonglum y Jhary A Conel, que además de desarrollar una buena dinámica entre ambos, y centrarse en esas aventuras secundarias a las que se ven arrastrados ambos personajes, hace pensar un poco en como cambia la forma de  verlos cuando pasan los años tras las primeras lecturas de Moorcock: es probable que madurar sea tener más simpatía por ese secundario que siempre estará  cuando se le necesite, que por el héroe atormentado. 

jueves, 15 de diciembre de 2022

El beso de la pantera (1982). Hacia lo salvaje

 

See those eyes so red

Red like jungle, burning bright

David Bowie – Cat People


El remake, como idea de rehacer una película filmada anteriormente, ha tenido connotaciones negativas; si el clásico era bueno, ¿para qué tocarlo? Entre las miradas suspicaces que conisderan esto una muestra de falta de ideas, o la necesidad de dar al público algo machacado para sus gustos actuales, algunas de estas versiones son tan arriesgadas, enloquecidas o libres que se convierten en una producción distinta por derecho propio. Herzog se atrevió a trasladar al grotesco Conde Orlok a un surrealista Delft donde las víctimas de la peste bailaban una danza de la muerte. Luca Guadagnino hizo suya una producción tan de los setenta y tan visual como era Suspiria, dotándola de una profundidad distinta a la de Argento. Y Paul Schrader decidió que la película de la RKO, en la que una joven atormentada por el temor a su herencia ancestral, podía ser trasladada del nueva York Noir de los cuarenta al Nueva Orleans exótico y desvencijado de principios de los ochenta.





Una vez más, el título del remake se transforma de Cat People a El beso de la pantera, mucho más adecuado y sugerente para la historia de Irina, ahora Galliard, una joven huérfana que se traslada a Nueva Orleans tras haber encontrado a Paul, su hermano del que había sido separada tras la muerte de sus padres. Cuando este desaparece durante varios días, Irina no encuentra otra alternativa que deambular por la ciudad, descubriendo un entorno desconocido, y con un poco de suerte, encontrar un empleo con el que empezar una nueva ida. Este aparece de la mano de Oliver, cuidador del zoo local, gracias al que consigue un puesto e inicia una amistad que puede evolucionar a algo más. Pero, coincidiendo con la desaparición de Paul, llega a la jaula de seguridad del zoológico una gigantesca pantera, capturada en la ciudad, cuya procedencia se desconoce. La fuga de esta, tras asesinar brutalmente a uno de los guardias, la reaparición de Paul, el miedo de Irina a relacionarse con los demás y el secreto que rodea a a muerte de los padres de ambos, parece, a partir de ese momento, tener el mismo origen. 




Más que un remake, la película es una reimaginación de la original de Tourneur (hoy la llamarían reboot, pero es lo mismo) donde recurre a determinados momentos de esta, modifica otros y adopta una gran mayoría de su origen para una producción cuyo tono es muy distinto. Donde la original se centraba en la ambigüedad, el enfoque psicológico y una sencillez defendida por su composición de luces y sombras, la película de Schrader tiene un enfoque mucho más directo, donde acepta desde un principio la explicación sobrenatural, transformándola, de una leyenda a algo más antiguo. Los primeros minutos, con una secuencia en un poblado, quizá prehistórico, quizá en algún lugar de África, sin diálogos, iluminado por un irreal tono rojo, deja claro que el suspense se va a convertir en algo más salvaje y estridente, propio de la década, luminosa y chillona, que daba comienzo. Y que viene acompañada por la música, compuesta por GIorgio Moroder (responsable dos años después de una versión coloreada y musicada de Metropolis) que no duda en usar sintetizadores y arreglos electrónicos, siendo estos tan reconocibles como la canción de Bowie que acompaña a los créditos.



El cambio de tono precede a una trama donde se plantea unas situación similar a la maldición de la licantropía, salvo que, lejos de estar desencadenada por la luna llena y mantener una esperanza de redención, las criaturas felinas del título son en este caso una raza distinta, cuyo origen se pierde en la ambigüedad de una leyenda cuya transformación, así como la reversión de esta, se ve desencadenada por un acto de pasión o violencia. Esta es la revelación a la que se enfrenta el personaje de Irina, quien apena recuerda su pasado y su ausencia de raíces le permite desplazarse de un lugar a otro del país sin establecer lazos sentimentales y sin más conocimiento de su condición que el proporcionado por su hermano, plenamente consciente de una naturaleza que ha aceptado




La protagonista, interpretada por Nastassja Kinski, transmite una mezcla de inocencia y salvajismo latente, que contrasta con la presencia, más consciente de esta naturaleza animal, de su hermano. Maldolm McDowell se presenta con una actitud mucho más perturbadora y gestos que rozan lo felino. Su presentación, frotándose contra el hombro de su hermana, es tan inquietante como reconocible para todos los que convivimos con gatos y sabemos que nos están dejando su impronta.

El cambio de tono del remake supone también la modificación, a menos, en la forma, de varios elementos de la original. Además de recurrir a un origen más antiguo, la acción se traslada a Nueva Orleans, un entorno más exótico, pero también uno de los más antiguos de Estados Unidos, y más enraizado con las creencias mágicas. Del mismo modo, el pasado directo de ambos hermanos se traslada del Este de Europa a un circo ambulante, haciendo que el origen de su familia adquiera un carácter más nómada y difícil de encuadrar en un entorno concreto. Este también sirve para justificar, en cierto modo, la agilidad natural de los dos y que se muestra en un par de secuencias, sin alardear mucho de estas porque no han hecho excesivo uso de especialistas. No se han cortado, en cambio, a la hora de mostrar la violencia ni as escenas escabrosas, siendo bastante directa en cuanto a desnudos o ataques animales.

Los protagonistas secundarios no pueden hacer mucho frente a los personajes de McDowell y Kinski. Oliver y Alice, esta vez convertido en trabajadores del zoo, con las caras de John Heard y Annette O´Toole, se ven arrastrados hacia el desarrollo de la historia, especialmente, Oliver, por la fascinación hacia la cualidad animal de Irina. La aparición de estos sirve también para poder recuperar dos de los planos más conocidos de la versión clásica: la secuencia de la piscina a oscuras y el bar donde una misteriosa mujer se refiere a Irina como “mi hermana”, sugiriendo la existencia de más criaturas como ella. Aunque esta posibilidad suponga un contrasentido cuando la protagonista menciona, posteriormente, que es la última de su especie.

El beso de la pantera queda muy lejos de la película de la que pretende ser un remake. Mucho más salvaje, estridente y emotiva, esta le da un enfoque distinto, separándose de la original y que muestra una mayor amoralidad: lejos de redimir a su personaje principal con la muerte, esta, consciente de su naturaleza, la asume y acepta vivir en el lugar que la sociedad ha reservado par a los animales salvajes. La imagen de la pantera que mira dócilmente a cámara tras las rejas, antes de emitir un último rugido, hace que sea imposible no sentir compasión por ella. Y no solo por ser la última de su especie.


jueves, 8 de diciembre de 2022

La maldición de la mujer pantera (1944). Cualquier parecido con el original es una mera continuación

 


  Al igual que las producciones de la Universal, donde Drácula y Frankenstein anunciaban su regreso, otras producciones menores pero exitosas volvían a las salas de cine como secuelas, o como referencia previa de otras películas, recuperando a personajes o situaciones anteriores sin que la historia tuviera mucho que ver con su predecesora. Es el caso de La mujer pantera, que dos años después de su estreno retomaba a sus protagonistas, olvidando la maldición que había atormentado a Irina Dubrovna para narrar una continuación cuyo tono era muy distinto a la anterior. 

Han pasado años desde que Irina muriera, víctima de un estoque, a las puertas de la jaula de una pantera. Oliver y Alice han formado una familia junto a Amy, la hija de ambos, una niña con mucha imaginación y que a veces parece no distinguir lo real y lo inventado. Oliver, atormentado por la que le sucedió a su primera esposa, cree ver en las fabulaciones de su hija una reflejo de la obsesión que llevó a Irina ha la muerte. Mientras, Amy, cada vez más aislada de los niños de su edad, ve como el deseo que pide se cumple al encontrar una amiga: una joven, a la que solo ella puede ver, y que se convierte en su compañera de juegos. Pero que tanto su nombre como su rostro son el mismo que el de la mujer cuyas fotos conserva Oliver en uno de los albumes familiares.




Dirigida por Robert Wise, cuya carrera incluiría otro clásico como sería The Haunting o f Hill House, la película está muy lejos de la temática de sus predecesora como también lo están ambas del terror: no hay ninguna venganza de seres felinos ni esposas fantasmales, sino una historia melancólica en las que por coincidencia del guion, los personajes son los mismos que los de la película de Tourneur, pero con la que podrían establecerse más similitudes con el drama o con un cuento de hadas realista.


La figura central, en este caso, es la mujer, o varias, con sus distintos aspectos. El primero, el personaje imaginativo como lo es Amy una niña sensible y fantasiosa, con un entorno familiar preocupado por la infante que se sale de la norma establecida. Por otro lado, la esposa y la maestra como voces de la razón pero también la presencia inquietante y trágica de las vecinas de Amy. Una mujer, en este caso, condenada a cuidar de una madre que ya no la reconoce, y la anciana (cuyos movimientos y cambios de humor sugieren un daño cerebral o una enfermedad degenerativa) que desarrolla una clara simpatía por la pequeña protagonista a la vez que es incapaz de reconocer a su hija. Estas tres figuras reflejan, de un modo u otro, el aislamiento, lo diferente, pero también el peligro de alejarse del orden establecido. . Aparece, como parte de la trama, la encarnación de la amiga imaginaria, con el cuerpo y rostro de la mujer pantera de la primera parte, desprovista de toda dualidad y convertida en un personaje abiertamente positivo, mágico, sobre el que pesa la duda si su naturaleza es real o fabulada por Amy a partir de fotos y conversaciones escuchadas.





El tono es muy familiar, alejado del entorno urbano de la película de 1942 y en el que la aparición de niños es una parte más del cambio de escenario y argumento que por momentos, debido a la fecha en la que se desarrollan varias de las situaciones, podría servir como película navideña al lado de Qué bello es vivir, y donde la figura de esta nueva Irina, que poco tiene que ver con la mujer atormentada por su herencia ancestral, adopta aquí un papel similar al de un hada buena, como amiga d ella protagonista y salvadora, real o a través de la imaginación de esta. Esta aparición, si se la considera una secuela, tiene un papel que parece redimir al personaje obsesivo y víctima de su instinto que se había desarrollado previamente




Quizá uno de lo aspectos más chocantes por el paso del tiempo, es la forma de tratar a la protagonista: defender a una mariposa es percibido como algo extraño, o en un momento se habla de lo positivo que es que esta reciba unos azotes (del mismo modo, el que el protagonista entrara a una tienda de animales a cambiar un gato por un canario como quien devuelve unos zapatos, me costó lo suyo en La mujer pantera). Esta empatía, que hoy se percibiría como algo positivo, se presenta entonces como algo anómalo, lejos de la visión de los niños y la disciplina que se consideraba lo habitual.

Al centrarse principalmente en reaparición de Irina y su trama como amiga imaginaria, se echa en falta el desarrollo de dos personajes que acaban siendo importantes para el desenlace: la familia formada por esa madre anciana y de memoria deteriorada y su hija, cuidadora pero despreciada continuamente y en la que puede notarse el resentimiento y la rabia reprimida en cada una de sus apariciones pero que, debido a lo breve del metraje (setenta minutos, quizá pensada para programas dobles), u papel final queda olvidado a favor del desenlace, donde padre e hija reconcilian sus puntos de vista.

Poco hay de venganza en este regreso de la mujer pantera, y menos maldiciones atendiendo al título original. Pero sí una historia donde se juega con lo real y lo inventado, donde la soledad se ve reflejada en muchos aspectos, y, poniéndose más moderno y quedandose con su interpretación fantástica, podría servir como referencia para una escenario de Changeling.  


jueves, 1 de diciembre de 2022

Cat People (1942). Domando gatos

 


La pelea entre lo sutil y lo espectacular en el cine de terror viene de mucho antes de las discusiones sobre este, como mero entretenimiento, y el “elevated horror” que defienden muchos (las malas lenguas dirán que es porque les da vergüenza reconocer que se lo pasaron pipa con Insidious). Mucho antes, cuando Bela Lugosi ataviado con una capa de ópera declaraba que nunca bebía...vino, cuando la criatura de Frankenstein asesinaba, sin ser consciente, a una niña, el públio se asustaba y algún censor se ponía alerta. También entonces, otros directores apuntaba a un enfoque más sutil, casi minimista, en el que todo estaba sugerido pero también presente una importante carga psicológico. Fue ea principios de los cuarenta, con esos monstruos que hicieron famosos a la Universal en pleno declive, y en el tercer año de guerra, cuando la RKO produciría una pequeña película, casi parca en comparación a la sombra de esos monstruos pero que cuya trama y y contendido perduraría durante décadas, dando lugar a una secuela e incluso un remake cuarenta años después. 


La mujer pantera del tirulo, Cat People en el original, es Irina Dubrovna, una joven diseñadora de origen servio que vive en Nueva York y comienza un rápido idilio y matrimonio con Oliver. Su nueva vida se ve afectada por la idea que atormenta a Irina cada vez más: la leyenda de su pueblo natal en el que ciertas personas pueden convertirse en seres felinos. Atormentada por la posibilidad de que cualquier acto que le haga perder el control de sus emociones pueda llevarla a convertirse en uno de esos seres y destrozar a aquellos que ama, busca ayuda en un psiquiatra aconsejada por su marido. Mientras, Oliver comparte sus preocupaciones con Alice, su amiga y confidente en lo que respecta a la relación con su esposa y preocupaciones sobre esta. Pero Irina, consciente de la complicidad entre ambos, comenzará a ser presa de los celos y no dudará en ceder a ese lado oscuro que la aterrorizaba para defender a quien considera suyo.  



Con una duración que hoy se consideraría un final de temporada en cualesquier serie (unos 70 minutos) la película de Jacques Tourneur carece de espectacularidad, centrándose en entornos reales y familiares, y jugando con la iluminación, de forma que recuerda a los escenarios expresionistas de veinte años atrás. Dota de una mayor importancia a la psicología de los personajes, y en cierto modo, al simbolismo: la ilustración que Irina dibuja al comienzo del metraje anuncia el desenlace de esta. Y tanto su profesión, diseñadora, como la de Oliver, ingeniero naval, coinciden en en componente creativo y de intuición, quedando opuestos entre lo artístico de uno,y lo preciso y racional de otro.




Del mismo modo, los miedo sy la irracionalidad de Irina se enfrentan con la explicación lógica y las propuestas de tratamiento por parte de su esposo. Y la leyenda que da trasfondo a la trama, además de utilizar de forma inteligente aspectos de la narrativa tradicional, como la figura de la criatura cuya herida delata la naturaleza de cambiaformas del humano que muestra la misma lesión, refleja la diversidad de procedencias en la ciudad escenario de la historia. Pero también, de nuevo, la oposición entre las creencias antiguas de la vieja Europa con el utilitarismo del Nuevo Mundo.  



Todo esto sirve de contexto a un desarrollo que perfectamente podría encuadrarse en el suspense: la protagonista reprime su relación a causa de su miedo, pasando a abrazar esa parte animal de la que intenta huir al sentir una emoción tan potente como son los celos. Y la fascinación que comienza a sentir hacia ese lado oscuro aparece simbolizada por la pantera encerrada en el zoo que ella misma se encarga de liberar. Su transformación se desarrolla paralelamente al deterioro de su relación de pareja, mientra que la complicidad entre Oliver y su amiga se vuelve más fuerte hasta convertirse en el interés romántico y detonante de la transformación de Irina. Aparece el contraste de nuevo, esta vez entre una relación breve e impulsiva, frente a otra que ha venido desarollándose y se consolida con el paso del tiempo.  



Sigo sin ver una sola cosa mala en eso de convertirse en gato

El desenlace, que no podíaa ser de otro modo, sino es con el final de su protagonista, se inspira directamente en la tradición oral sobre aquellos que pueden transformarse en animales, y donde el lado oscuro de Irina solo puede llevarla a aceptar su propia naturaleza. Y con ella dándole paso a la nueva pareja que se establece en los últimos minutos, estableciendo con esta el triunfo de lo pragmático frente a la intuición y la impulsividad.

Sin una sola transformación, ni una muestra de violencia explicita, La mujer pantera transmite a la perfección la idea de lo cercano como fuente de lo inquietante, y la línea que separa lo racional del instinto.