jueves, 6 de octubre de 2022

Halloween 3 (1982). La estación de la bruja


 

    That´s strange, 

You´ve got to pick up every stitch

Must be the season of the witch

(Donovan - Season of the Witch)

Antes de que un gigantesco paisano, ataviado con un mono, una mascara del capitan Kirk pintada de blanca y el objeto punzante que tuviera a mano, dedicara casi una decena de películas  a escaparse de un manicomio y matar gente, la saga de Halloween tenía una intención distinta:  cada film podría ser una historia independiente, unida con el resto por transcurrir durante esa época del año. La tercera entrega fue la primera en intentarlo, además de ser la única donde no aparecía Michael Myers, y que a raiz de los resultados, sería la única, optando a partir de entonces por el Slasher. 


Subtitulada como La estación de la bruja, esta comienza con la llegada de un hombre malherido al hospital. Entre sus efectos personales se encuentra una máscara de Hlalloween, muy popular entre los niños. Tras ser asesinado por uno de sus perseguidores, quien  no duda en quitarse la vida inmediatamente después, uno de los médicos, movido por la curiosidad, y acompañada por la hija del fallecido, vendedor de juguetes y artíuclos de broma, comienzan a seguir la pista de este hasta Santa Mira, un pequeño pueblo conocido por alojar la sede de Silver Shamrock, la principal fabricante de máscaras de Halloween. Una serie de accidentes, desapariciones, y el extraño comportamiento de Conal Cochran, el fundador de la empresa, los llevará a descubrir una conspiración  de intenciones y proporciones increíbles, donde la noche de Halloween y los disfraces empleados por los niños de todo el país servirán para traer de vuelta una celebración mucho más antigua. 



La película tiene todos los elementos de la serie B: un número limitado de personajes y escenarios, medios exiguos, algunos clichés que no han envejecido bien (como ese improbable romance entre los protagonistas. Había que enseñar cacha), y sobre todo, una total falta de complejos a la hora de desarrollar la trama. Esta es una mezcla entre conspiraciones, corporaciones malvadas, folk horror con muy poco campo abierto, ciencia ficción y un poco de horror cósmico. Todo, en un escenario tan reducido  como esos decorados que hacen pasar por una siniestra fabrica de máscaras y por la que deambula una pareja de investigadores improvisados, perseguidos por un ejército de robots trajeados, un empresario malvado, ceremonias paganas e incluso un trozo de Stonenghe. Porque fuera de cámara nada es imposible y robar un pedrusco de varias toneladas, tampoco. 



La mezcla acaba resultando bastante caótica, y además de no contar con el favor de un público que esperaba reencontrar a Myers, la cantidad de elementos dispares hacen que se convierta en algo muy pulp que o se ama por su forma de ser, o se odia por ilógico. 

Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes, y el que ha hecho que con el tiempo se la recordara, es su aproximación a la trama de Halloween; esta, vista no como la fiesta actual, sino como la festividad que la originó y la necesidad de los rituales para mantener un orden que puede, o no, ser cierto.  Es aquí  donde el personaje de Conal Cochran se convierte, pese a su aparición anecdótica en la serie, en un villano con un interesante trasfondo debido a su amoralidad y su objetivo final: no actúa por sadismo, sino por sus creencias, que antepone a cualquier código ético, y que acepta su relativa derrota con ironía (o porque quizá se había pensado un regreso para el personaje). 




Con el tiempo, Halloween 3 ha ido ganándose el favor de un público que comenzó a ver los aspectos positivos de una película que se atrevió dentro de una franquicia que se aferraría a lo derivativo, a ofrecer sin ningún complejo un argumento  más arriesgado  y que mezcla sin complejo todo tipo de elementos dispares, sin que le tiemble el puso a la hora de ofrecer un desenlace poco esperanzador. Y del que, por una vez, hace pensar que sería interesante  lo que se podría ver de optar para un reboot más pulido. 

2 comentarios:

  1. No me he visto todas las pelis de la saga, como sí he hecho con Pesadilla en Elm Street, pero ésta, junto a la primera de Carpenter, es la que más recuerdo. Una pena que no terminase de cuajar esta idea de desligarse de Myers y contar historias independientes unas de otras. Fue el único motivo por el que Carpenter y Debra Hill (que sí estuvo en la segunda parte) aceptaron producir la peli.

    A mí esta tercera parte me parece la más pulp y me recuerda, salvando las distancias, a lo que luego sería Buffy, la cazavampiros: historias de terror inspiradas en la cultura popular, decorados y efectos cutres, pero personajes entrañables y un noséqué alocado que me gusta mucho.

    ResponderEliminar
  2. Nunca me gustaron mucho los slashers, por parecerme un género muy mediocre o estar aburrida de encontrar en la tele secuelas de Viernes 13, pero en los últimos años me he reconciliado un poco y las trilogía nueva de Halloween me ha parecido muy buena. Pero es una lástima que no continuaran la idea de la franquicia de Halloween como historias independientes en lugar de Michael Myers, porque esta es divertidísima y ha ganado mucho con los años.

    Además es cierto que la idea es tan enloquecida y bien llevada que no desentonaría en un capítulo de Buffy. Y siempre me imagino a los habitantes de Santa Mira defendiendo al empresario como lo hacen los partidarios de Amancio Ortega: sí que ha sacrificado a miles de niños a los dioses paganos, pero ha traído mucho trabajo al pueblo XD.

    ResponderEliminar