jueves, 25 de agosto de 2022

Lecturas de la semana. Había una vez un circo

 


Será que están las fiestas locales y todas las calles cortadas con atracciones de feria, o porque hace poco me he leído un par de novelas sobre ferias ambulantes. Pero hoy la cosa viene circense. Más que circense, sobre atracciones itinerantes, aquellos espectáculos en los que lo diferente era expuesto como un fenómeno, o directamente, magnificado como uno, y donde toda aquella cultura ajena y móvil se configuraba como un mundo que transcurría de forma paralela a la vida ordinaria de sus visitantes. En ambos casos, los dos libros transcurren en una época tan necesitada de aire fresco como lo fue la Gran Depresión, y el enfoque de ambas es una visión acida de las personas. Aunque el desarrollo de cada una es muy distinto.


Charles G. Finney. El circo del Doctor Lao. En la pequeña localidad de Abalone, Texas, se anuncia la llegada de un circo ambulante. Este, presentado por el enigmático Doctor Lao, promete  mostrar prodigios como sirenas, medusas, un fauno, e incluso un perro verde (que, aunque hoy todo lo somos un poco, no se refiere a lo raro, sino a un fenómeno botánico). Y tambi-en la presencia del mago Apolonio de Tiana , capaz de resucitar a los muertos, y de un espectáculo solo para adultos, donde se mostrarán las ceremonias más salvajes del corazón de África. Pero solo con intención didáctica, obviamente. Los habitantes de Abalone acudirán al espectáculo. Una maestra de escuela, una solterona, un empleado de banca aquejado por todo tipo de achaques, un periodista, familias numerosa e incluso un par de  miembros de la Yvy League que no están dispuestos a perderse el espectáculo didáctico. Todo ellos se enfrentan a lo maravilloso con distintas actitudes. Desde el encuentro con un fauo salvaje, una  entrevista con una serpiente  marina de tiempos prehistóricos, o tener la oportunidad de ser resucitado por un mago, y tras un breve agradecimiento, salir disparado a atender asuntos urgentes.

El libro, más que una novela con un hilo narrativo, de una colección de situaciones en las que lo fantástico es puesto frente a las actitudes más anodina, que pueden ir desde  comentarios pedantes hasta contemplarlo todo con inocencia. No hay un nexo más allá de la presentación de cada una de las quimeras del circo y la reacción de quienes lo ven. Ninguna conclusión, ni resultado o lección moral, más allá de lo anecdótico y de una observación irónica de ese público que deambula por las pistas del espectáculo llevando la contraria al doctor Lao o sin tener claro, como sucede a menudo, si lo que hay en una de las jaulas es un oso o un ruso.

Este, tras la presentación del espectáculo que pone final a la historia, termina sin más explicaciones con un anexo donde se describe a modo de bestiario todas las criaturas que forman parte del circo…pero también de los habitantes de Abalone que han acudido a visitarla, y en cierto modo, forman parte de otro circo más grande, pero quizá más aburrido.


William Lindsay Gresham. El callejón de las almas perdidas. El argumento de esta novela resultará familiar, por la película de 1947 o la versión de Guillermo del Toro: un hombre se incorpora a una feria ambulante, en los peores años de la Depresión, como chico par todo. En una época en la que lo grotesco, los números con bailarinas ligeras de ropa, e incluso un hombre devorando una gallina viva son espectáculos tan aplaudidos por el público como criticados por las autoridades morales, Stanton Carlisle, sin más habilidades que su ambición , irá sustituyendo sus pequeños trabajos en la feria por el número que Zeena y Peter, la adivina y el mago que han conocido tiempos mejores durante los años del vodevil, deslumbraba al público mediante un ingenioso truco de mentalismo. Con Molly, una de las artistas de la feria como amante y asistente, Stan cambia la pista de serrín por los escenarios, haciendo suyo el espectáculo de mentalismo, pero a la vez, cayendo presa de  la codicia: es muy fácil obtener más beneficios cuando se hace que creer al público que ese número es una conexión con el más allá, aunque ello suponga improvisar una nueva identidad como reverendo, estafar a los más afligidos, e incluso aliarse con una psiquiatra poco escrupulosa que le proporcionará al cliente que podrá hacerlo rico, su juega bien sus cartas.

La novela de Gresham constituye la historia de todo un villano:  un personaje abiertamente amoral cuyo objetivo en la vida es obtener la mayor fortuna posible, sin importar a quien se lleva por delante. Amigos, amantes o víctimas de su engaño. El estilo es mucho más realista y sórdido que la visión planteada por Guillermo del toro, en la que se dotaba de cierto sense of wonder al mundo del carnaval  itinerante que aquí hace realmente justicia  a las almas perdidas del título.
 
El Stan Carlisle de Gresham es desde su primer momento, un personaje ambicioso, sin una sola cualidad que lo redima y movido por el deseo de progresar pese a todo. No hace falta inventarle  un crimen con el que cargar a sus espaldas, ni un magnate irredimible al que engañar arriesgando todo, porque  la codicia más simple es suficiente para que alguien sea capaz de dar ese paso del que no es posible recular.

El estilo empleado es muy directo, sin adornos, y muy noir: las cosas se cuentan como son, sin eufemismos, y no hay más lugar para la fantasía que la tramada por su protagonista para obtener lo que quiere. Y donde finalmente, todos sus actos llevan a una consecuencia esperada: la historia empieza y termina con la explicación de cómo una feria ambulante puede conseguir un geek para su espectáculo, y es lo que parece profetizado para su protagonista. Un final, que por otro lado, no tiene ninguna lectura moral, ni siquiera parece satisfactorio: solo es una exposición de cómo, en el mundo, algunas personas ganan y otras pierden. Y Carlisle, en este caso, no ha sido tan astuto como la doctora Ritter.

jueves, 18 de agosto de 2022

Resident Evil (2022). Under my Umbrella

 


En 1996, con la llegada de las consolas de nueva generación, se lanzaba un videojuego que, además de convertirse en una de las franquicias más duraderas, sería el comienzo de un género: el survival horror, que aprovechando las mecánicas que permitía la nueva tecnología, desarrollaría una mezcla de terror, combate, aventura gráfica y unas mitologías bastante complejas que   permitían una mayor posibilidad de trasladarlos al medio audiovisual. Algo que sucedió a menudo con la saga de Capcon, que además de varias producciones de animación, daría lugar a una saga de siete películas donde, Resident Evil poco, pero Milla Jovovicch dando saltos y usando a los protagonistas del videojuego como secundarios, todo lo que quieras.  Una versión cinematográfica que para los aficionados, no le hacía justicia al material original y de la que  su nueva adaptación, sin el estilo fan fiction de Paul Anderson, tampoco había gozado del favor de los jugadores. El salto a serie de tv era  algo que cabía esperar, en este aso, de la mano de netflix que no es ajena a producir live action…aunque también sea conocida por su tendencia cancelar todo o que no le funcione a la primera temporada.



Resident Evil comienza mostrando la situación en 2036: tras algún tipo de catástrofe, que ha provocado la aparición de hordas de muertos vivientes  y de animales mutantes de tamaño gigantesco, las poblaciones se han replegado entre distintas facciones, controladas una parte por la corporación Umbrella, zonas fronterizas que viven del contrabando, y grupos independientes como la Hermandad, formada por fanáticos religiosos, y la Universidad, dedicada a investigar a las criaturas que deambulan por la tierra en busca de una forma de evitar su peligrosidad o  o encontrar un remedio. Jade es una investigadora de la Universidad cuyas incursiones en zonas aisladas la llevan a menudo a exponerse no solo a los zombies sino a bandas de contrabandistas y a la corporación Umbrella, que parece estar interesada en su captura. Billie, su propia hermana, ocupa un puesto  de responsabilidad en esta y no dudará en sacrificar cualquier cosa para traerla de vuelta aunque los lazos familiares en este caso no son el principal motivo. Paralelamente, se irá conociendo lo que sucedió hace catorce años en Nueva Racoon City, una ciudad corporativa situada en Sudáfrica, a la que las gemelas Jade y Billie Wesker acaban de trasladarse con su padre.



La serie opta por funcionar como continuación de lo sucedido en las primeras entregas del videojuego, para después desarrollar el argumento de forma más libre. Unos de los primeros momentos de sorpresa vienen dados por la aparición de Albert Wesker, muerto según el canon oficial y que regresa como personaje principal en la trama ambientada en la actualidad…aunque teniendo como trasfondo a una empresa malvada con todo tipo de recursos científicos, no es muy difícil imaginar cual será la explicación de su regreso.


Las referencias al primer videojuego también están presentes, bien como mención directa o como guiño a la serie: se volverá a hablar del virus T, ahora reconvertido a una nueva actividad empresarial (malvada también) y a la  mecánica de puzles del videojuego: el momento en que las protagonistas deben seguir una serie de pistas repartidas por la casa para encontrar objetos (desde tocar una melodía al piano hasta mirar  tras una foto) remiten directamente a las investigaciones en el primer Racoon City.


Dentro de la trama de la actualidad, que para tratarse de una serie de zombies es más interesante que su continuación en el futuro, es interesante el cambio de concepto ético y de actividades reprobables: a mediados de los noventa, fue la investigación de un virus con fines militares. En 2022 el beneficio económico se traslada a la industria farmacéutica y la especulación con la salud mental mediante el desarrollo de un nuevo antidepresivo a partir de las investigaciones con el anterior virus. Tampoco faltan referencias  a la mercantilización de la vida como algo aceptable dentro de la ideología de sus personajes: en un momento dado, Jade y Bilie mencionan haber nacido tras un procedimiento de donación de óvulos y gestación subrogada. Un diálogo un tanto gratuito pero que parece estar pensado para recordar que Umbrella es una de esas corporaciones malvadas por excelencia, a la misma altura d que la Weyland Yutani, la OCP o la Tyrell.



Aunque intentan enfocar una historia nueva, y planteada de forma que sea accesible para los que no conozcan el videojuego, el resultado es muy irregular. Mientras la trama situada en la actualidad, que mantiene mayor interés, también resulta en su comienzo la más aburrida, dedicando bastante tiempo a recrear el día a día de una comunidad  creada alrededor de una empresa hasta que la trama arranca…y de la forma más absurda posible: para tratarse de una empresa que desarrolla proyectos secretos, es  sumamente fácil  para dos niñas en edad de grabar Tiktok colarse en el laboratorio y   liberar a uno de los animales infectados. Entre esto, y lo del 96, lo mismo tenían que dotar mayor propuesto a las infraestructuras de seguridad…

Y aunque la aparición de Lance Reddick como Wesker de bastante  cuerpo a una parte de la trama parotagonizada por dos niñas un poco nerviosas, su aparición como una de las múltiples versiones del villano roza lo ridículo:_ mientras que la defensa de sus hijas en un entorno  anodino como una discusión del colegio sugiere la capacidad de amenaza del personaje, su cameo como primer Wesker, con un atuendo que parece un cosplay de Blade, parece un chiste acompañado por el desfile de clones que tiene lugar a partir de entonces.




No se puede decir mucho de la trama del futuro, donde las protagonistas adultas han tomado caminos distintos y donde ambas parecen tomar decisiones bastante absurdas a nivel argumental. Esta es todo lo visualmente correcta que podría esperarse de una producción de Netflix y la referencia a los hechos intermedios quizá se resuelvan en la segunda temporada…y  la plataforma no decide cancelarla, que últimamente eso y anunciar restricciones en las cuentas parecen ser su actividad principal. Una posibilidad para una serie que no ha sido lo que se esperaba, para los fans del videojuego o de los zombies en general, pero que se queda en una producción muy genérica y u n tanto aséptica. En la que al menos es de agradecer que no recurran a la nostalgia y las piezas musicales que suenan en cada capítulo sean del 2020 en adelante. Por otro lado, hace pensar un poco ¿qué es esa música para chavales que ya  no conozco?


jueves, 11 de agosto de 2022

Mariana Enriquez. Nuestra parte de noche. Miedo y ocultismo en el Paraná

 


 Mariana Enriquez es una  autora que  aunque más  que conocida por los aficionados al terror, ha conseguido  romper esa barrera ficticia entre el fantástico y la literatura más general. Sus colecciones de relatos Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, que cuentan con aproximaciones al horror, lo fantasmal y todo tipo de monstruos (humanos y no humanos), han sido publicadas por una editorial como Anagrama…una de esas que podría  ir leyendo en el metro  sin que el resto del  vagón  te mire raro. Esta n o sería su primera novela, pero  sí la más extensa y también la  más ambiciosa: es, al mismo  tiempo, una crónica a lo largo de varias décadas, una novela sobre el crecimiento, y una visita al lado más oscuro de lo humano,  pero también a los lugares  que se atisbaron brevemente en Las cosas que perdimos en el fuego.


Nuestra parte de noche comienza con un viaje estival entre padre e hijo, pero una marcado por la tragedia: este obedece a una visita de los suegros y abuelos, poco después de la muerte de su mujer, y a cuya pérdida  se suma un periplo a través de una Argentina bajo el peso de la dictadura, donde cada kilómetro está vigilado por militares y el pesado calor del verano, y de un paisaje a través del cual  se descubre que la familia formada  por Juan y Gaspar son diferentes. Juan, médium de una orden formada por algunas de las personas más influyentes del país, es capaz de abrir el velo entre mundos e invocar a la oscuridad del otro lado, un fenómeno que los Bradford, su familia política y cabeza de la orden, planean utilizar para alcanzar lo que todo millonario todavía no puede alcanzar: la inmortalidad. Gaspar no será otra cosa que el recipiente de los poderes de su padre, si este no lo impide…aunque para ello sea necesario sacrificarse, ceder una parte de si mismo y poner en marcha un plan que da comienzo con su entrada involuntaria en la orden, y que transcurrirá parejo a la historia de su familia y de un país convulso, a lo largo de más de treinta años.

La trama principal del libro podría resumirse perfectamente en uno de los arquetipos del terror: una secta siniestra que busca l inmortalidad a través de la transmigración del alma, o el ser, a  otro cuerpo…esta figura recuera enseguida a El ser en el umbral, pero aunque la sombra de Lovecraft sea alargada, su desarrollo es mucho más retorcido. Las menciones a las actividades de la orden son escasas en comparación con la extensión del libro, pero su búsqueda del conocimiento se mezcla con una depravación, fácil de ocultar gracias a su poder e influencia, que resulta sencillo encontrarle un paralelismo con cualquier época y gobierno. No hay mucha diferencia entre unos latifundistas en buenos tratos con la dictadura y una bruja que se divierte secuestrando niños pobres para sus rituales.


La extensión y su desarrollo hace que no sea lo más adecuado  ir buscando enseguida lo sobrenatural. Este llega cuando es necesario, principalmente para  ampliar y deteriorar la relación entre los personajes y puede desaparecer durante docenas de páginas, dando paso a la vida cotidiana de su protagonista, su llegada a la madurez y su vida marcada por el trauma, los secretos y el fantasma de una enfermedad mental que puede ocultar otra cosa.

Esta trama transcurre a lo largo de tres décadas distintas: principios de los ochenta, durante la dictadura, un intervalo en los sesenta, donde  se narra el pasado de los personajes que actuaron en la primera parte, y su desenlace, a principios de los noventa, con el protagonista adulto descubriendo las piezas que faltan  y su papel.  De estas, detalladas y pausadas  hasta casi detener el ritmo, sobresale su primer aparte, donde se narra un viaje en coche a través del país que solo puede describirse como claustrofóbico, en el que casi es posible sentir el calor del verano o las migrañas punzantes que  sufren sus protagonistasy donde lo sobrenatural,  en este caso, la primera visión de un espectro (aquí descrito como  un ser inofensivo, solo un eco cada vez más numeroso debido a la actuación del régimen, aparece de forma casual y desencadena  la explicación de lo que los persigue.

Un resultado que, una vez conocido el secreto de sus protagonistas, no funciona tan bien a partir de entonces: el pasado de la madre de Gaspar y sus amigos, jóvenes ricos, atormentados y expertos en ocultismo en el swinging London, llega a resultar un tanto cansino, casi más la recreación de una fantasía de la autora  y un regodeo en una atmósfera decadente que la inquietud que se podía encontrar en las primera páginas. Así como la vida cotidiana de Gaspar, donde la estructura se vuelve similar cambiando los sesenta británicos por los noventa argentinos. Una tendencia al exceso que también afecta a las descripciones de lo sobrenatural: tras la revelación inicial, donde el lector descubre que el relato La casa de Adela no es sino una parte de los hechos de Nuestra parte de noche, los escenarios se vuelven recargados hasta el exceso, desvelando demasiado  lo que se  percibió por un momento, en el relato original.

Un entorno agobiante, pesimista y cíclico (la vida de los personajes, y por extensión, la historia del país es una sucesión de crisis violentas y malestar hasta que  se puede romper este ciclo) en el que destacan unos personajes marcados por este: ninguno de ellos podría considerarse enteramente inocente, incluso las víctimas de la situación toman el lugar de sus verdugos cuando es posible, sin plantearse la moralidad de sus actos, y donde la paternidad tiene una visión muy poco amable: Enriquez no duda en recuperar el refrán “quien bien te quiere, te hará llorar” e  incluso  los actos de redención son descritos como algo violento, que marcan a sus implicados y donde la figura de la madre del protagonista resulta compleja, lejos de una madre coraje, y donde sus actos también están marcados por la ambición y el deseo de venganza.

Nuestra parte de noche es seguramente la pieza más ambiciosa de su autora, donde lleva a cabo un paralelismo entre lo real, lo irreal, la historia y la vida de unos personajes marcados desde el primer momento por el trauma. Una de esas narraciones que se convierte en un viaje..y sí, Mariana Enriquez es lo bastante buena escritora como  para haber sido capaz de hacerme leer una página entera sobre alguien que se dedica a ver el mundial de futbol, y seguir pareciéndome interesante.


jueves, 4 de agosto de 2022

Malnazidos (2020). El alzamiento de los muertos vivientes

 


Que los nazis son unos antagonistas  capaces de  aparecer en cualquier ficción es algo que ha quedado demostrado. Hace unos años Overlord resumía por todo lo alto todos los tropos recientes entre los que había sitio para los invasores, nos experimentos siniestros y los monstruos, y donde parecía que el tema no tendría para dar más de sí, sino era repitiéndose una vez más. en cambio, había un hueco, uno que quizá l por lo controvertido hasta entonces no se había explotado, como eran los años anteriores a la II Guerra mundial, en la que sí existía un conflicto  donde el bando nazi había  actuado de forma indirecta: la guerra civil era un escenario que se había utilizado en el realismo hasta la saciedad ( o hasta que muchos comentábamos que de no haber sido por esta, el cine español se habría extinguido).  pero no en su versión fantástica. Finalmente, en 202, pandemia por medio, y a partir de una novela de Manuel Martin, se  estrenaba la película que hace años no habríamos imaginado ¿ que pasaría si los miembros de ambos bandos de la contienda tuvieran que hacer frente  común ante un alzamiento zombie?


Malnazidos comienza poco después de la llegada de un escuadrón alemán a un pequeño pueblo de España. La masacre injustificada que estos llevan a cabo queda sin respuesta mientras el capitán Jan debe, una vez más, librarse de las acusaciones de  traición de sus camaradas del ejército, llevando a cabo una misión encomendada: enviar un mensaje, sin más ayuda que el soldado Decruz, también acusado de desertor. EN medio de una tarea que parece haber sido ordenada para librarse de ellos, , son capturados por miembros del ejército republicano, aunque su situación de prisioneros y guardianes  durará muy poco, cuando el cadáver de un piloto derribado , vuelva a la vida y comience a atacar a todos los seres vivos que lo rodean. Este será solo el primero de los cientos de muertos que la guerra h a ido dejando a su paso y que  empezarán a levantarse contra los vivos. Y ante los que ambos  grupos solo podrán olvidar sus diferencia y encontrar un lugar donde refugiarse, quizá da también  descubrir que es lo que está pasando. aunque parece probable que la presencia de los oficiales nazis que habían llegado al campamento de Jan tengan algo que ver con ello.



Basada en la novela Noche de difuntos del 38, en este caso optan por un título más llamativo, y quizá más gamberro, acorde con el tono de la película. Aunque esta se trata de un guion de zombies, con la guerra como trasfondo, y la inevitable presencia de ambas ideologías enfrentadas, el tono de esta no es tanto el terror como la acción, e incluso la comedí negra a partir de lo absurdo de los diálogos entre un desorganizado grupo republicano discutiendo sobre quien es más de izquierda, o los monólogos de un soldado que parece tan despistado y deseoso de volver a casa como las anécdotas de Gila  (en quien en algún momento, es inevitable no pensar por su concepto sobre la guerra absurda).


El desarrollo de la trama sigue la estructura habitual en este tipo de guiones: un primer  encuentro, presentación  de lo que está sucediendo, huida, un intervalo donde se desarrollan los lazos y motivaciones entre personajes, y un desenlace en el que el objetivo es descubrir lo que ha sucedido y como pararlo. Este último, con bastantes explosiones. Nada novedoso pero  ejecutado con efectividad y acompañado por unos personajes con mucho carisma, , desde la ceñuda Matacuras de Aura Garrido, que ya tenía experiencia en esto de moverse en el pasado como Amelia Folch, Rafir y Jurel,  que se escuda en una actitud  deslenguada para afrontar lo que sucede, o la química entre el Sargento y la hermana Flor, a quien más que la ideología, le preocupa su labor como enfermera y salvar vidas. Un grupo variado  en el que procuran reflejar todo tipo de personalidades y donde s sorprendentemente, no han recurrido al  cliché del traidor den el último momento. Pese a permanecer unidos a disgusto, estos se configuran como un  grupo común ante una masa hostil  compuesta de muertos vivientes, bien caracterizados y cuya presencia en espacios cerrados  llega a resultar claustrofóbica y amenazante.




No hay, en cambio, ningún propósito de explicación sobre el origen de estos más allá del “experimento nazi chungo. Y si te muerden, te conviertes en uno”. Seguramente porque en el guion también han sido conscientes de las veces que esto se ha utilizado y que el interés del público no va a ser este, sino la acción y los personajes. Entre los que tampoco falta el antagonista, el oficial interpretado por Francisco Reyes, que presta altura, cara y bastante percha al enfrentamiento final además de irse perfilando, desde su aparición en 30 monedas, como un buen candidato a malvado  habitual de película de terror.

Malnazidos  cumple de forma efectiva lo que se proponía: una película de zombies, tiros, personajes interesantes que en hora y cuarenta minutos le da una vuelta  a muchos estereotipos de género con mucho más humor y consciencia de si misma de lo que pudo verse en Overlord. En una cosa tenían razón: no era otra película sobre la Guerra Civil.