Una casa, bien en su acepción literal, como concepto o como palabra para abarcar algo distinto, puede considerarse un escenario común en el fantástico. el lugar cerrado donde habita lo extraño, o el refugio que protege del exterior, puede convertirse en el entorno claustrofobia o o reconfortante. Pero, ¿qué pasa cuando una casa pasa a ser una entidad independiente? algo ajeno al mundo, entrevisto de forma ocasional y capaz de atrapar a sus habitantes en el interior. Sin irse necesariamente a las embrujadas, se han descrito lugares que parecen pertenecer a otro mundo...o ser el mundo. Los habitantes que residían en Malpertuis o las notas sobre el documental rodado acerca de la Casa de Hojas son un ejemplo. Un lugar parecido es el que Susanna Clarke, dos décadas después de la extensa Jonathan Strange y el Señor Norrell, ha decidido visitar.
Es el Quinto mes del Año en que el Albatros se posó sobre una estatua, al menos según el calendario que Piranesi ha establecido en sus diarios. Como buen científico, se dedica a cartografiar y reflejar todos los acontecimientos qu suceden en la Casa que habita, desde el nido de albatros hasta las corrientes marinas que arrasan periódicamente las interminables salas decoradas con estatuas gigantescas. El resto del tiempo lo dedica a sus tareas de pesca y a cuidar de los otros trece habitantes de la Casa: los restos mortales de personas que no ha conocido, pero a los que ha dado un nombre y presenta regularmente ofrendas como parte de su Mundo. solo los martes y los jueves se reúne con el Otro, un científico al igual que él, con quien discute sobre sus hallazgos y estudia como alcanzar el Gran Conocimiento Secreto que alberga la Casa. el mundo de Piranesi cambia cuando el Otro le revela la existencia de un Decimosexto Habitante, alguien peligroso para ambos y a quien debe evitar. A través de las notas intercambiadas con este, y el encuentro con un nuevo visitante al que bautiza como el Profeta, este empieza a sospechar que hay algo más allá de la Casa y las Mareas, y que quizá el Otro tenga planes distintos a los de la investigación que han abordado durante años.
El personaje de Piranesi es caracterizado como alguien profundamente inocente, de memoria poco fiable al que protege su hábito de la escritura, y par el que descubrir la existencia de algo más supone en cierto modo la pérdida de esa inocencia y el tener que abandonar su interpretación del mundo hasta entonces. Pese a la condición que se revela en su protagonista, el tratamiento de la casa no es el de una prisión ni un lugar peligros, sino un espacio imposible de abarcar. Ni amenazador ni compasivo, pero con un aspecto extrañamente positivo que parca a los personajes: estos, en un momento dado desean regresas, aún siendo conscientes de lo que supone, como un lugar familiar que se convierte en una curiosa versión inversa del mito de la Caverna (me pregunto si habrá algún profesor de filosofía que, además del consabido pase de Matrix a sus alumnos, les recomiende esta lectura).
Piranesi, con su brevedad, no es tanto la historia de un enigma sino de un lugar determinado. Uno que por su naturaleza se acaba convirtiendo para el lector en algo tan familiar como para su princpal habitante. aunque en algún momento nos hayamos preguntado si el interminable laberinto de La casa de Hojas podría ser una entrada, mucho menos acogedora, al hogar de Piranesi.
Esta es una de esas lecturas de las que hablaron en Todo tranquilo en Dunwich a las que tengo ganas de hincarle el diente, y después de leer tu entrada, mucho más. Me tiraba un poco para atrás que a Jonathan Strange y el Señor Norrell no le acabé de coger el punto. Claro que la leí hace mil y no recuerdo mucho, sólo esa sensación.
ResponderEliminarLo de las casas encantadas desde que leí el cuento La casa de Adela de Mariana Enríquez y su novela Nuestra parte de noche, donde vuelve a parecer la dichosa casa, me tiene bastante enganchado. Más allá de las simbologías y metáforas que despierta, la casa que cambia su geografía, que no es igual por dentro que por fuera, que aparecen y desaparecen habitaciones, escaleras, pasillos... es una idea que me causa terror. Casi tanto como el de los dobles. Esa idea de que todo parece normal pero hay un elemento que rompe con esa normalidad y causa extrañeza, rechazo, terror.
Y luego están las historias de casas encantadas victorianas, que también me gustan mucho. Y siempre me pregunto por qué no me ha tocado todavía compartir casa con algún fantasma inglés. A lo mejor están veraneando en Mallorca xD
Los siento, lo que me gusta es el laberinto gatuno. Imaginación y ganas... :)
ResponderEliminarAnacrusa: confieso que Jonathan Strange y el Sr Norrell se me atragantó un poco en su día y disfruté mucho más la miniserie que lo adaptaba. Con Piranesi, entre algunas referencias que me habían dado y la reseña en Todo tranquilo en Dunwich (no me vuelvo a meter con los conocidos que siguen a influencers porque lo que tengo con ese podcast es auténtica devoción XD) me animó muchísimo a empezarlo, y no me decepcionó.
ResponderEliminarLa verdad es que también me vino a la cabeza La casa de Adela, por la idea del recinto que se transforma, aunque en este caso, la construcción de Clarke, pese a lo peligroso, es un entorno mucho más positivo, algo que no había encontrado en ninguna lecturas.
También he empezado a preguntarme como y donde serán las leyendas de fantasmas que se cuenten en el siglo 22...la trágica historia del turistas que se rompió la crisma haciendo balconing, y que desde entonces ronda los pasillos de un complejo de apartahoteles XD.
Fernando: en el libro también mencionan que los gatos y los pájaros pueden moverse con libertad entre el mundo de Piranesi y la realidad...no me extraña, con esa capacidad piruetil que tienen :)
Me gustó bastante esta lectura. La escritora tiene muy buen estilo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz domingo.
Pese a que Jonathan Strange me costó lo suyo, Piranesi me encantó. Solo espero que no nos tenga otra década esperando.
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