Hoy definitivamente jubilados por la pedagogía, el coco, el hombre del saco, el sacauntos...el monstruo en general, fue una de las figuras recurrentes en la educación de los niños. Mantenerse lejos de lugares aislados, no acercarse a los extraños, acostarse a la hora establecida o terminar lo que pongan en el plato eran reglas para las que el mundo infantil, todavía unido a esa difusa línea entre la realidad y lo imaginario, siempre tenía una criatura dispuesta a castigar la desobediencia o la imprudencia. EStos se mantuvieron mediante la tradición oral, para transformarse o desaparecer con el tiempo y el cambio en la sociedad, pero cada región contaba con su hombre del saco particular que, aunque pareciera una rama menor de la mitología, fue también recogido y catalogado. Aún contando con alguna descripción, estas eran lo suficientemente vagas como para que un niño imaginara lo peor y un ilustrador tuviera la libertad para visualizar el aspecto de estos ogros.
Monstruos ibéricos es el trabajo del ilustrador Javier Prado, que comenzó a plasmar a varias de estas criaturas que serían posteriormente recopiladas en un libro y clasificadas por su naturaleza. Así, los devoradores de niños, terrores nocturnos, series marinos, aparecidos e incluso figuras históricas absorbidas por el imaginario popular se distribuyen por toda la península adaptando las formas y hábitos más dispares. Salvo por algo en común: ningún niño que caiga en sus ganas estará a salvo.
Lo más vistoso del libro es evidentemente su aspecto gráfico. Una edición grande, con láminas donde aparecen cada uno de los monstruos con un detalle que procura no olvidar los rasgos característicos por los que se refieren a ellos y un estilo muy particular pero que le sienta muy bien al tono del libro: trazos de tinta enrevesados que retratan figuras alargadas y grotescas con giros y espirales que podrían recordar al Tim Burton de los buenos tiempos... si no fuera porque Prado tiene una estética muy marcada e identificable como para compararlo con nadie.
Pero esta no se limita a ser una colección de ilustraciones, sino que el texto que acompaña a cada uno aporta información sobre estos, posibles orígenes y evolución a lo largo del tiempo. Porque muchos de ellos, especialmente las figuras más amenazadores, se transformaron con el éxodo rural: los sacamantecas se reconvierten en ladrones de sebo para engrasar los mecanismos de las fábricas, los coches secuestran a niños a los que sacarles la sangre para los clientes tísicos y anémicos que pueden comprar ese sustento y el anonimato...y muchos otros, que reflejan de esa forma como un cambio en la sociedad conserva sin embargo los mismos temores.
Aunque la recopilación abarca toda la península, y se ha dedicado su tiempo a encontrarlos y conseguir la información necesaria, la distribución de estos, así como su popularidad y peligrosidad ,varía mucho. El norte de España puede tener una mitología variada y amplia, pero es toda una sorpresa diescubrir que lugares como Cataluña y Extremadura contaban con un mayor número de asustaniños, especialmente sádicos, peligrosos y que comparados con un cuélebre o una meiga, convierte a esas comunidades autónomas en verdaderas zonas de alto riesgo para infantes. Otros, en cambio, eran reconocidos abiertamente como meros disfraces con los que dedicarse al contrabando o a acudir a citas ilícitas, convirtiéndose en una parte inocua del imaginario popular. Por no mencionar que los personajes históricos más inesperados podían acabar convertidos en ogros. Desde bandoleros, gente con alguna deformidad en particular, o, como pasó en Salamanca, el mismísimo Miguel de Unamuno era invocado por los niños para asustarse unos a otros (en mi caso, hubiera funcionado con Rosalía de Castro. Un solo comentario de texto más sobre Adios ríos, Adios fontes y habría huido a Portugal antes de cumplir la mayoría de edad).
Sin pretender ser un estudio detallado de los seres sobrenaturales que acechan en el entorno infantil, Monstruos ibéricos es una fascinante colección, a nivel visual y como acercamientos estos monstruos ue hace tiempo que dejaron de acechar a los niños.
Te leí en otra entrada o comentario hablar de este libro y le tengo muchas ganas. Pena que sólo se pueda conseguir en Reino Unido a través de una edición más simplona de Amazon, así que tendrá que esperar. Mis libreros estarán contentos xD.
ResponderEliminarSeguramente por desconocimiento, pero es el tipo de libro que echo de menos en España. Creo, y a lo mejor es sólo percepción mía, que no está ni tan explotado ni tan explorado el folclore tradicional, salvo excepciones como Galicia, Euskadi o Navarra. Y aún así no existen tantas obras que traten esos temas. Se me ocurre Errementari como peli. Se pueden contar historias guays ambientadas en el Infernuko errota, o en la selva de Irati, y hay caseríos que dan más miedo que el Overlook Hotel. Además, seguro que entre los dioses de los celtíberos hay algún primigenio que todavía es invocado en la Cueva de Salamanca por algún culto extraño. Por no hablar de las meigas, que seguro que en algún pueblo perdido tienen hombres de mimbre escondidos xD.
Y nada, que ya me has vendido otro libro. Tiene delito ser de Salamanca y no saber que Unamuno era el hombre del saco.
Reconozco que desde que vi en la web del autor la ilustración de Unamuno asustando chiquillos, decidí que ese libro tenía que ser mío XD. Además incluye un buen apartado bibliográfico, pero este está muy centrado en el mundo académico y es cierto que este campo no está todo lo explotado que se podría para el público genera. Espero que se anime y haya disponible suficiente información como para un segundo volumen. Y es que ha resultado toda una sorpresa descubrir la cantidad de ensabanados y asustadores que pululan por la península lejos del Norte.
ResponderEliminarErrementari la vi hace algunos años, y me sorprendió encontrar esa película en el catálogo de Netflix entre series propias y películas posteriores al 2010. Espero encontrar ahí algún día O apóstolo, una producción de stop motion que acababó perdida en el limbo de la distribución (el periplo de pedir una copia a través de la biblioteca a la filmoteca de Galicia tendría que entrar dentro de la categoría de invocación).
Y de mimbre no lo tengo claro, pero teniendo en cuenta la afición que hay en Galicia por el reciclaje y el feismo urbanístico, no descarto que haya por ahí algún hombre hecho con hierros de somier y las pociones se agiten en alguna bañera retirada de una casa XD.