jueves, 10 de marzo de 2022

Lecturas de la semana . Pulp moderno y folletines

 



Leemos para aprender, a veces por obligación, a muchos porque nos gusta, pero tambien como evasión, aunque esta palabra haya tenido una connotación despectiva en la literatura. Pero el entretenimiento no está reñido con la calidad literaria. No hace falta irse a Dumas, parte del fantástico moderno tuvo su origen en las páginas de los pulp  e incluso un vilento antihéroe creado en los setenta, con ciertas semejanzas a Conan, o una novela de suspense que transcurre en París un poco después de la Gran Guerra, tienen algo que aportar. 



Darkness Weaves. Karl Edward Wagner. Wagner ha tenido muy poca presencia en España pese a contar con una carrera muy sólida e incluso con la creación de un personaje que lo trascendería: Kane, un guerrero, mercenario, señor de la guerra y hechicero y trasunto en un mundo mítico del Cain bíblico, convertido en antihéroe implacable e inmortal por maldición. Algo así como un Conan desatado que se mueve por un mundo fantástico mucho más despiadado que la Era Hiboria de Howard. No es coincidencia que  entre sus primeros textos se contaran pastiches autorizados sobre el cimerio, y que esto fuera de lo poco que se tradujera al castellano.

En Darkness Weaves, que podría ser la primera aparición de Kane, es contratado para llevar a cabo la venganza de una hechicera, desfigurada y desterrada por un monarca rival (lo cierto es que esta había intentado destronarlo, así que algo de culpa tenía).  La imaginería y vocabulario que emplea son en principio, muy deudores del mundo de Conan. Se habla de mercenarios de países remotos, monarcas e islas separadas de continentes con una sonoridad exótica y primitiva, pero muy similar al escenario mítico de Howard.  También es un mundo mucho más despiadado, violento y donde no hay un lugar para la compasión, donde todo aquel  personaje que no es  malvado es demasiado inocente para sobrevivir. Un entorno brutal cuyo pesimismo estaría  presente en los libros de Geralt de Rivia o de forma más autoconsciente de lo excesivo, en el planteamiento que sería definido irónicamente por Joe Abercrombie como Grimdark.

Con elementos que hoy han quedado un poco desfasados, como unos niveles de chunguez que hoy no sorprenden a nadie, la historia funciona gracias a las dotes narrativas de Wagner,  siendo fácil meterse en una historia donde todo resulta familiar, pero fascinante.


Las manos de Orlac. Maurice Renard. Además de contar con más de una adaptación cinematográfica (no sé si podemos incluir la canción de la Orquesta Mondragón también), la novela trata uno de los arquetipos de la cultura popular moderna: el hombre inocente víctima de los impulsos asesinos de las manos que no son las suyas, obtenidas mediante un transplante. El cuerpo como parte de la personalidad y  una visión enrevesada de la figura de los miembros fantasma aparecen e este libro cuya trama ofrece más giros que sus adaptaciones en pantalla. La trama se complica con elementos reconocibles del folletín europeo: el carácter obsesivo y atormentado de su protagonista, privado de las manos que eran su bien más preciado y sustento, y personajes que se mueven por sesiones de espiritismo, notarios aficionados al ocultismo e incluso bandas de delincuentes con un lider oculto que responden al nombre de Spectropheles y la banda infrarroja....¡solo falta un pasadizo secreto y un subterráneo en París para tener el escenario completo!

Pese a lo retorcido de su trama, esta acaba recurriendo al desenlace realista donde Renard opta por dar una explicación mundana a los misterios que ha ido desarrollado previamente, de modo que este acaba resultando tan artificioso como los enigmas que se han ido planteado. Enigmas y situaciones, un tanto enloquecidos, que forman parte de ese universo en que se desarrolla una gran parte de la literatura fantástica francesa a principios de siglo: a ratos imposible, a ratos mayor que la vida, pero que sería tan importante como para que sus elementos y su estética fuer una referencia en obras posteriores. 



2 comentarios:

  1. Otra vez descubro nuevas lecturas con tus entradas. No conocía a ninguno de los dos autores. El primero, Karl Edward Wagner, me llama mucho la atención. Creo que fue hace más de una década, cuando me leí lo que había publicado de Juego de Tronos, que me adentré otra vez en la literatura fantástica. Y salvo cosas puntuales, como Rothfuss o los que citas, Abercrombie y Sapkowski, no hubo nada que me llamara demasiado la atención. Copias de El señor de los anillos y de la Dragonlance hay a patadas, pero nada demasiado original. Así que le echaré un ojo a los libros de Karl Edward Wagner.

    De Maurice Renard tendré que buscar más información y sobre todo saber si hay posibilidades de cazar algún libro suyo en castellano o inglés. Aprovechando mis vacaciones en España voy a ir con la maleta a reventar de libros xD. De momento se vienen para casa El maestro del juicio final de Leo Perutz, La eva fantástica, El festín de máscaras, La enviada de Bernard Taylor y Aquí vive el horror de Jay Anson. De momento me conformaré con ver la película del 60. Ya me veo desempolvando mi francés cutre para leer a Renard xD.

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  2. De Karl Edward Wagner había leído un relato de terror bastante bueno, y de ahí, probé con Kane. Con la fantasía me pasó algo parecido en su momento: era todo tan derivativo de la formula Tolkien, y la Dragonlance se había convertido en un una copia de si misma, que hasta que no descubrí a Elric, me parecía un género un tanto aburrido.

    Las manos de Orlac se ha publicado hace poco por Siruela, que también se está haciendo un hueco bastante bueno en el mundo de las lecturas viejunas. También tengo pendiente a Perutz, y el libro sobre Amitiville de Jay Anson está bien, pero los de los Warren son mucho más divertidos y enloquecidos.
    El festin de las máscaras tiene un pase, pero su segundo tomo, El baile de las máscaras, tiene un bonificador a la fealdad de portada XD.

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