jueves, 3 de marzo de 2022

Le Commandeur (Michel Honaker). Demonios, demonología y cosas que solo pasan en los Estados Unidos

 



Como parte del fantástico, la fantasía urbana es un género relativamente reciente, aunque bastante amplio. Caracterizado por un mundo donde lo sobrenatural y lo corriente conviven de forma más o menos abierta, o más o menos tensa, sus protagonistas se mueven con soltura entre ambos mundos intentando solventar los problemas que pueden acabar con la convivencia entre humanos y otros seres. A menudo también muy ligado al cliché policiaco (he perdido la cuenta de protagonistas que trabajan como detectives y descubren un caso gordo a partir de otro), su calidad es muy variable. Desde una saga más o menos reconocida como Harry Dresden, hasta la deriva a la vergüenza ajena de Anita Blake, pasando por las locuras del Nocturnia de Simon R. Green. Esta no es patrimonio exclusivo del mundo anglosajón tampoco, porque ya en los ochenta un demonólogo nacido de la pluma del escritor francés Michel Honaker defendía las calles de huestes infernales. Pero las de Nueva York, porque  hay casos demasiado pasados de vueltas como para que pudiera tener lugar cerca de Versalles.

A finales de los ochenta, en una de las áreas más peligrosas del Bronx, un sin techo abandona un callejón para adentrarse en una casa vacía Tras reclamar su vida anterior, este se presenta como Ebenezer Graymes, profesor de mitología en la universidad de Columbia y un cazador de demonios odiado y temido por todos los monstruos y nigromantes que se esconden en la noche. Un violento sacerdote vudú será solo el primero de sus enemigos tras su regreso. Golems, hechiceros, criaturas de la mitología nórdica, copias de marca blanca del necronomicon y demonios de alto rango intentarán acabar con ese enjuto personaje que armado con una espada élfica y un conocimiento arcano, es el único capaz de enfrentarse a ellos.



Honaker, su autor, es uno de esos escritores un poco todo terreno especializados en literatura de evasión, desde el fantástico hasta el policiaco pasando por textos destinados a lectores más jóvenes. Pero siempre orientado hacia el entretenimiento. Como esta saga en la que no duda en utilizar muchos cliches que alejan al lector del entorno que conocen. No solo opta por ambientar la historia en Estados unidos sin  que posteriormente los títulos se cambiarían al inglés: Le démon du Bronx y la maison des cauchemars se transformarían en Bronx Ceremonial y Return of Emeth. No es el único cambio que llevarían a cabo, ya que estas venían caracterizadas por uno de los defectos típicos de la literatura popular poco cuidada:  una cantidad de escenas escabrosas gratuitas que se reducirían o directamente, se reescribirían cuando en una edición posterior  se orientaron al público juvenil (la edición que encontré era la de los títulos en inglés y una cantidad de escenas de destape chungo que me hico plantearme seriamente a qué estoy dedicando mi tiempo libre). Esta reescritura sería habitual en posteriores  impresiones, donde llegarían a desaparecer algunas de las entregas y otras serían reescritas a partir de argumentos descartados.



La estructura es similar en cada tomo: se presenta el villano (o víctima incauta), se cruza posteriormente con Grymes, hay unas cuantas muertes violentas, monstruos vistosos, una explicación mitológica sobre el enemigo u objeto que de título al libro y algún secuestro del interés romántico de su protagonista para llegar a la destrucción del villano correspondiente. Generalmente, a manos del héroe, ataviado ya con su atuendo característico: un abrigo largo y una espada élfica (insisten en llamarla a sí a lo largo de la serie. Se ve que en ese universo hay de todo).



No hay que engañarse: los libros no pasan de ser una lectura rápida tirando a mediocre, en la que el personaje principal poca simpatía despierta a base de ser serio e intensito. Pero tiene esa especie de gracia nostálgica por utilizar el recurso de mandar todo lo sobrenatural a la Costa Este de Estados Unidos y sobre todo, el aspecto físico de su protagonista: basado abiertamente en Peter Cushing, cosa que el autor reconoce abiertamente aunque en los dibujos de la cubierta no sale muy favorecido. Un detalle peculiar  de retroalimentación  entre figuras de la cultura popular  que acaba siendo el principal rasgo distintivo, lo que me recordó mucho a la abierta similiatud entre Rupert Everett y Dylan Dog, que se convirtió en uno de los motivos por los que me llamó la atención la colección.

Lo mejor de escribir esta entrada ha sido ponerme ciega a subir portadas horribles

En las aventuras de Le Commandeur  no hay que buscar una narración original, diálogos ingeniosos ni personajes que se ganen el cariño de sus fans, sino más bien, una especie de ensayo previo de la fantasía que se popularizaría muchísimo más unos años después, y una narración pensada para entretener e impactar al público en un número muy breve de páginas.

5 comentarios:

  1. Completamente desconocido para mí tanto el personaje como el autor. La pena es que no encuentro traducciones al español o inglés, y me da toda la pereza leer en francés xD.

    Sin ser mi subgénero favorito, me tragué con mucho gusto más de una docena de novelas de Harry Dresden, las que publicó La factoría de ideas en español y algunas más en inglés. Más que por la trama, lo que me tenía enganchado era el personaje, que me caía muy bien.

    No es difíl imaginarse a Peter Cushing persiguiendo demonios y entidades maléficas en la costa este de EEUU. O en Nueva Orleans peleando con una bruja vudú.

    Tengo pendiente Dylan Dog, pero entre la película, que me pareció malísima, y que me pilló leyendo Monster de Urasawa, pensé que mejor en otro momento. Y hasta ahora xD.

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  2. Me pasa lo mismo: sin ser mi favorito, he leído varias novelas de Harry Dresden porque Butcher ha sabido crear un persoaje que cae muy bien (aunque reciba hasta en el carnet de identidad XD), uno de Anita Blake y como placer culpable, terminado la saga entera de Nightside de Simon R. Green, que es algo así como un escenario de fantasía urbana llevado a la enésima potencia y con una cantidad de referencias a personajes de la cultura pop similar a las que hace Kim Newman, pero un poco más cutre.

    Esta serie la encontré de chiripa, y sin ser una maravilla, es lo bastante particular como para leerme alguna novela de cuando en cuando. Además, la lengua francesa tiene una producción en literatura fantástica que hace quitarle las telarañas a cualquiera (para qué esconderse, aprendí el idioma porque me gustaba un montón Jean Ray). Y sí, a Peter Cushing es fácil imaginarlo como ocultista intensito combatiendo amenazas sobrenaturales en los setenta, y pintando miniaturas en sus ratos libres, como solía hacer.

    La película de Dylan Dog es muy floja, no pilla ni de lejos la esencia del personaje al margen de los problemas que supondría el haber sacado de verdad a su Groucho, aunque los comics son casi una lectura obligatoria. Si algún dia formo parte de un tribunal de oposiciones, intentaré meterlos en el temario de alguna forma XD.

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  3. Me alegra que menciones a Harry Dresden. Yo traduje un par de novelas suyas y le tengo cariño.
    Un abrazo y feliz domingo.

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  4. Rocio G. Tizon: He leído algunas de Dresden y el personaje sí que me parece de los más divertidos en este género. Aunque habría que mirarles un poco las finanzas porque la mayoría de los que encuetro andan un poco en la ruina XD.

    Rajani Rehana: Thanks!

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