Desde que hice como en aquella película, dejé de preocuparme y aprendí a amar la bomb…digo.., a volver a visitar librerías de segunda mano sin miedo a llevarme de allí lo que me gustara o lo que me llamara la atención. Olvidándose de cuestiones de espacio y otras preocupaciones, me ha servido para encontrar algunas cosas que, o bien en su momento se me escaparon, o que entonces estaban muy lejos de lo que me interesaba.
John Steakley. Vampiros. Más conocido por la versión al cine que llevó a cabo Carpenter en 1999, esta novela de 1990 tiene poco que ver con el guion que se desarrollaría, salvo su punto de partida: un grupo de seguridad privado, avalados por la iglesia católica, realiza tareas de eliminación de los distintos grupos de vampiros que se extienden por los lugares recónditos del interior de Estados Unidos. El rupo, liderado por Jack Crow y dirigido por Annabele, a la que sus trabajadores dedican una devoción casi filial, es consdiente de los peligros de su trabajo y que muchos de ellos no saldrán de la próxima misión. Pero esta se complica cuando, tras perder a varios de sus mejores hombres, descubren que uno de los vampiros conoce el nombre e identidad de Crow, convirtiéndolo en un blanco para el resto de no muertos y sus siervos.
El estilo del libro es más cercano al de una novela de cazarrecompensas que a una de terror, dedicando mucho tiempo, más que a caracterizar, a describir la vida de unos personajes de los que en todo momento se habla de la necesidad de ser duros y encallecidos. Tanto, que a veces parece que va a salir la testosterona de entre las páginas. Estos, con su sentido del deber y su insólita caballerosidad con los personajes femeninos (dos, en realidad), recuerda mucho a los héroes del western clásico. Que, el autor parece haber tenido en cuenta a la hora de narra, porque la parte sobrenatural, además de en comparación, más escasa, es lo más rutinario y los vampiros que describe no parece tenerlos muy claros: a ratos son criaturas hambrientas e irracionales que se ocultan en edificios vacíos, y a otros, genios del mal y el hipnotismo.
En este caso, la versión cinematográfica sí que se aproxima más al terror, aunque no se esté completamente de acuerdo con los cambios realizados y la mitología de aportación propia llevados a cabo. En cambio, estos Vampiros de John Steakley son una lectura entretenida, al menos alejada de la tendencia romántica que imperaba cuando se editó (en España andábamos por el quinto o sexto libro de Lestat) pero que se queda en algo anecdótico y que pudo ser editado gracias a contar con un poster cinematográfico que poner en la portada. O peor, uno de los fotogramas más feos que se utilizaron como cubierta en una de las ediciones.
Robert E. Weinberg y Martin H. Greenberg. El legado de Lovecraft. Aunque la presencia de los mitos de Cthulhu y las antologías de esta temática no fueran algo raro (ahí están los primeros cuentos de Campbell y la antología Horror 6 de Bruguera), el libro publicado en la colección Gran Super Terror de Martínez Roca tenía algo especial. No solo ser de los pocos de esta línea que no llevara a Stephen King en mayúsculas, ni el haberle tocado una de las portadas menos horribles, sino el tratarse de una recopilación editada en 1990, en el centenario del nacimiento de H. P. L. la idea consistía en pedir a los autores que aportaran un relato en el que se pusiera de manifiesto su influencia, o si se pudiera hablar de deuda, que estos pudieran tener con Lovecraft, bien como su primera lectura fantástica, o bien como referente.
El resultado, pese a lo señalado de la fecha, es bastante desigual: hay relatos buenos, pero que tienen más cercano el pulp que el horror cósmico, otros son un pastiche de Poe y Loveraft, otros hacen su interpretación de los mitos con su particular estilo, como hace Brian Lumley (aunque después de la locura de Titus Crow o Necroscope, su cuento El gran C es hasta discreto), y otros, como Ray Garton, poco pintan sino es por el cheque que les psieron, a partir del cual seguramente decidió meterle un par de tentáculos a algún relato que tenía en el cajón.
Aunque las aportaciones de Gene Wolfe o Gahan Wilson sean las mejores, por su calidad, atmósfera, o en el último caso, por hacer un homenaje más sentido a la figura del autor, el conjunto se queda en una antología correcta, pero que no parece estar a la altura de la fecha que intentaban conmemorara. Hay colecciones posteriores con propuestas más acertadas, y…bueno, cuando años después es posible leer algunos cuentos cortos de Laird Barron, o El Tsalal de Thomas Ligotti, hace pensar que no hace falta ninguna fecha para celebrar el legado de Lovecraft.
Lo primero que he pensado al ver la foto de la portada de Vampiros ha sido: "Coño, se parece al malo de la peli de Carpenter" xD. No tenía ni idea de que la peli estaba basada en un libro, que por lo que comentas, tampoco parece muy allá. Al menos hay que agradecer que los vampiros no brillen como en Crepúsculo.
ResponderEliminarEsa antología lovecraftiana no la he leído xD. Aunque hay que reconocer que lo que hicieron Acervo, Siruela, Martinez Roca y cía., dentro de las posibilidades de cada una como editorial, estuvo bastante bien. Eso sí, si lo comparamos con lo que se edita ahora, muchas de esas antologías no hay por donde cogerlas.
Yo lo descubrí en el estreno,cuando vi en plaza y janes el libro con el póster. Los de círculo de lectores, en cambio, superaron los estándares de fealdad xD. Recuerdo que en esa época pensé que se agradecía unos vampiros siniestros y no un Lestat languideciendo. Después Meyer empezó a escribir y demostró que todo puede ir a peor.
ResponderEliminarEn cuanto a antologías, en Bruguera hay algunas tituladas "las mejores historias de ultratumba" y otra de fantasmas, recopiladas por un tal A. Van Hageland, que me gustaron mucho. Las Horror de la editorial también eran de comprar las que encontraran por ahí y ponerles título y portada, y reconozco que a las de Acervo les tengo muchísimo cariño. Eran completamente aleatorias e incluían muchos escritores europeos (y esas portadas, esas portadas de.Goya). El ojo sin párpado de siruela y después Valdemar, eran otro nivel
Son muy apetecibles los dos libros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como lectura, son muy ligeros y una selección divertida. Desde luego, no habría contado con encontrar a Ray Garton y Gene Wolfe en el mismo libro. Bueno, y estos cazavampiros que desayunan testosterona XD.
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