Una mañana a comienzos de invierno en Londres, un hombre acude a una mansión, lujosa pero todavía sin habitar, dispuesto a presentarse al puesto de servicio ofrecido por Rony, un joven rico y con intenciones de aumentar su fortuna mediante una operación especulativa de la que no duda en hablar en todo momento. Hubo Barrett, su nuevo sirviente, se encargará desde ese momento de todas las cuestiones relacionadas con la casa. Desde su decoración inicial hasta las tareas domésticas…incluso entender a su jefe durante un resfriad. Poco después se incorporará su hermana Vera como parte del servicio, pese a las protestas de Susan, a novia del propietario. Esta considera que hay algo inquietante en un solícito criado que parece seguirles a todas partes y del que Tony se ha vuelto excesivamente dependiente.
El cambio entre ambos protagonistas constituye la trama principal. El personaje de Hugo Barret resulta perturbador desde su llegada, frente a la indolencia y actitud caprichosa de su jefe. Alguien que parece esconder algo sin que esto quede claro (como se muestra en el drástico cambio de actitud frente a las jóvenes que interrumpen su llamada telefónica) y cuyo desarrollo va transformándose desde un plan con tintes ambiciosos o un posible chantaje a una relación cuyo matiz sentimental, un tanto malsano, se convierte en la principal dinámica entre patrón y sirviente. El blanco y negro sin apenas escala de grises con el que se filma esta convivencia, y más evidente hacia la segunda parte, llega a recordar los escaso momentos de camaradería que Robert Pattinson y Willem Dafoe mantenían en El faro.
El retrato del resto de personajes tampoco muestra una visión favorable: Susan, la novia relegada a l segundo plano. Vera, como parte del plan de Hugo y una extraña mezcla entre vulgaridad y falsa inocencia. Las conversaciones que se escuchan de pasada en un restaurante o la expresión desolada de los clientes habituales del pub, que jugarán un papel en el desenlace. Y sobre todo, el retrato breve pero despiadado de una clase alta estancada, cómoda con la situación y ajena a todo lo que n o les interesa o beneficia. Un diálogo, corto y absurdo sobre la confusión entre una prenda y los vaqueros de la pampa complementan el entorno donde los personajes se mueven.
Entre el suspense, y a veces, muy poco, lo irreal, la mejor forma de definir el sirviente es como drama psicológico: no hay en ningún momento, un objetivo claro a las maquinaciones de Barrett ni las aspiraciones de Tony, sino una extraña inversión del orden establecido
No conocía ni la película ni la novela, así que gracias ;)
ResponderEliminarPor lo que cuentas, sobre esa inversión de los papeles y el toque surreal, me recuerda a 'El cocinero' y a su bastante mediocre adaptación cinematográfica 'Something for Everyone'. 'Parasites' me gustó sin llegar a entusiasmarme, quizás efecto de todo el hype que llevaba detrás. Así que le echaré un ojo a esta peli.
Los rollos que le largaba William Dafoe al pobre Robert Pattinson en 'El faro' son difíciles de olvidar xD.
La película, igual que El nadador, fue una recomendación (después dirán que los empleados públicos son aburridos, pero tienen muy buen gusto para el cine).
ResponderEliminarLa película también me recordó a El cocinero por esa forma de invertir los roles en la casa, aunque la novela de Kressing sí que tenía un mayor componente fantástico.
Y pese a las buenas críticas, Parásitos me da tanta pereza como el juego de calamar. Aunque de este último tendré que esperar mínimo una década para que se me pase la saturación xD.
Muchas gracias por la recomendación.
ResponderEliminarUn abrazo.