Hay películas que parecen condenadas a ser olvidadas en detrimento de otras. A menudo, estas parecen fuera de lugar en su década, no conectan con el público o incluso se adelantan a otras, muchísimo más populares, quedando relegadas al "se parece a". Algo así sucedió un año antes del estreno de Matrix, cuando Aleyx Proyas presentaba una curiosa producción sobre identidades fragmentadas, realidades falsas, y bastantes abrigos negros.
En un momento posterior a medianoche, un hombre despierta en una sórdida habitación de hotel. No recuerda nada de su pasado, en la estancia no hay más que unos cuantos efectos personales…y el cuerpo de una mujer brutalmente asesinada. Una misteriosa llamada telefónica le advierte que debe huir antes de que ellos lo encuentren. Y John Murdoch, entre recuerdos fragmentandos de su infancia, su esposa y un crimen que pudo, o no, haber cometido, se mueve por una ciudad sumida en una noche perpetua y que, con la última campanada comienza a cambiar su arquitectura. Mientras, unas figuras de aspecto cadavérico, conocidas como los Ocultos, parecen tener un interés en la vida de sus habitantes y en los poderes que John ha comenzado a desarrollar.
La película en su momento, pasó desapercibida. La estética parecía fuera de lugar para los gustos de la década, su premisa, a ratos fantasía oscura, ciencia ficción filosófica, con un tono surrealista quizá, fue considerada demasiado confusa por los estudios, que obligaron a incluir un prólogo donde una voz en off explicaba la trama que se ocultaba en el guion para hacerla más comprensible. El montaje del director, que años después la eliminaría y añadiría algunas escenas suprimidas, demostraba lo innecesario de esta aclaración: todo tomaría sentido, a su debido tiempo, según el público siguiera los pasos de John Murdoch y el doctor Schreber.
El segundo punto en contra llegaría un año después, con el estreno de Matrix. Que, en apariencia desarrolla una trama idéntica, con elementos coincidentes (como la realidad simulada, quienes se ocultan tras ella, y la capacidad de la mente frente a un entorno ficticio) pero de una forma más lineal, más vistosa y moderna y que seguramente, conectaba más con un público familiarizado con la necesariedad de la informática, seguramente todavía un poco inquieto con lo que podía pasar en el efecto 2000. En realidad no lo es tanto, sino uno de esos caso sen los que dos guiones tratan los mismos elementos. Y si el de los Wachowski hablaba de simulaciones informáticas, Dark City expone conceptos como la naturaleza del alma humana, lo que la compone, o la individualidad. Todo esto planteado desde una estética muy peculiar. Su aspecto, oscuro y retro, se acerca al noir de unos años 40 imaginarios, pero lleno de influencias diversas, como los edificios gigantescos de Blade Runner, el expresionismo, e incluso los diseños de Clive Barker. Estos dos últimos constituyen el referente visual más directo de los antagonistas, cuyo aspecto y naturaleza supone una particular mezcla entre el Conde Orlok y los cenobitas.
Aunque la mayor parte de la trama consigue mantener un tono pausado e inquietante, esta cede de forma inadecuada a un espectáculo final marcado por el enfrentamiento entre héroe y opuesto, que resulta un tanto fuera de lugar con una serie de lanzamientos de objetos diversos, colapsos del decorado y unas ridículas infografías que representan los poderes mentales empleados por estos. Una secuencia no muy bien llevada (junto a una revelación de la naturaleza de la ciudad que puede no ser del gusto de todos) y que afortunadamente, se deja atrás para ofrecer un desenlace que, bajo su apariencia esperanzadora, puede esconder matices mucho más siniestros que los que anuncian la llegada del amanecer que cierra la historia.
Con el tiempo, y con un montaje adecuado, Dark City se ganó un puesto como filme de culto. Pero por sus propios méritos y naturaleza, muy lejos de ser únicamente el Matrix de la gente rara.
Estoy bastante de acuerdo con tu crítica. "Dark City" es una película cuyo planteamiento es muy atractivo, y que actuó como adelantado de un tipo de trama que "Matrix", film para mi gusto inferior, puso de moda un año después. Cierto que también tiene sus inconvenientes, por ejemplo ese enfrentamiento en plan "superheroico" con que acaba, además, creo yo, de una dirección demasiado enfática y de un protagonista muy gris (pero que quiere ir de "intenso"). En general, las películas de Proyas son más ambiciosas que conseguidas, pero hay que agradecerle su apuesta por la ciencia-ficción. "Señales del futuro" es, tal vez, la peli suya que más me gusta (y eso que protagoniza Nicolas Cage...).
ResponderEliminarPersonalmente me quedo con la visión de Dark City por la estética, la aproximación a la fantasía oscura y el aspecto más irreal y más alejado de la ciencia ficción al uso. Bueno, y porque era imposible no acabar harta del hype y el uso hasta la extenuación de la ambientación de alta tecnología, la música tecno y el bullet time. Y, comparado con la actuación de Rufus Sewell (quien después quedaría relegado a papeles de villano y secundarios) bastante sosa, destaca mucho más la de Kiefer Sutherland y Jennifer Connelly.
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