Cuando vi un libro en tapa dura ilustrado con un caserón de aspecto siniestro y la contraportada describiendo la historia como el diario de la última residente en el Orfanato Thornill, una niña introvertida, aficionada a construir muñecas, y aterrorizada por lo que sucede en la casa, pensé que el libro prometía. Después vi la burbuja en la que Bayona alababa una historia que lo había aterrorizado, y me hizo sospechar que aquello iba a ir más por el camino de lo deprimente en lugar de lo inquietante. Por una vez, acerté.
El libro, ilustrado por su autora, presenta una sucesión de entradas en un cuaderno, encontrado por un personaje que no tiene voz pero sí presencia gráfica, describiendo la primera historia a posteriori a través de viñetas en las que, sin texto, se describe el descubrimiento de un diario de hace más de treinta años, y a partir de este, las visitas de su descubridora a un edificio abandonado hace décadas, y como se establece una comunicación entre ambos personajes separados por el tiempo, y seguramente, por la pertenencia al mundo de los vivos. Objetos intercambiados, mensajes grabados en una pared sirven para que dos personajes que no parecen tener en común más que un entorno aislado, puedan tener voz, una mediante la ilustración, otra mediante la palabra.
Narrado en dos líneas temporales, una mediante el diario escrito a principios de los ochenta, y la otra, mediante ilustraciones en las que años después, se presenta al segundo personaje principal y el descubrimiento de dicho diario, ambas tramas van entrelazándose cada una a través de su propio medio narrativo. Este resulta correctamente escrito, cuidadosamente ilustrado, y ejecutado de una forma muy creativa en la que es posible disfrutar de unas ilustraciones que, más que macabras, resultan un tanto melancólicas. Aunque los elementos que podrían resultar siniestros están ahí, como el uso de las muñecas, las referencias a el jardín secreto de Frances Hodgson Burnett, a otras piezas de la literatura dramática clásica y la sugerencia de una historia de fantasmas no necesariamente aterradora, esta es en realidad, más que trágica, una deprimente, y mucho.
El diario de una de las últimas residentes de Thornill no esconde presencias sobrenaturales sino el acoso que su protagonista sufre repetidamente a manos de una de sus internas, una niña que misteriosamente es devuelta poco después de ser adoptada, y que acaba convirtiéndose en una sucesión de escenas de bullying como algo cotidiano, puntos de esperanza destrozados de forma casi despiadada y una serie de capítulos donde se avanza inexorablemente a una situación donde todo es tan desolador que poca alegría se le puede extraer ya al lector: la protagonista, aquejada de un mal tan vago como un "mutismo selectivo", que parece un poco un truco para exacerbar su naturaleza introvertida y aislada, es sucesivamente ninguneada, engañada por sus compañeras e ignorada por los adultos de forma que roza lo excesivo, pareciendo que la intención de la autora es ensañarse con su personaje todo lo posible hasta el punto en que olvida al resto: los adultos son anecdótidos, o solo aparecen para recordar a la protagonista que nadie la quiere y es ignorada, y su atormentadora es una figura que (aunque por desgracia capta perfectamente un caso de bullying) se limita a ser una presencia que se dedica a humillarla y engañarla una y otra vez, sin que se le ocurra explotar un poco un personaje que podría haber dado una figura amenazadora y más interesante: ¿Qué fue lo que impulsó a sus padres adoptivos a devolverla de esa forma? (bueno, el lector ya se lo imagina: hacer que la malvada protagonista de La huérfana pareciera una santa canonizada a su lado) ¿Qué fascinación ejerce en el resto de residentes de Thornhill para que nadie perciba su naturaleza?
Nunca lo sabremos en realidad, porque se limita a ser un personaje sin rostro, una catástrofe más en la serie de catastróficas desdichas que la protagonista escribe en un diario que, si bien cuenta con bonitas ilustraciones que evocan una atmósfera siniestra, melancólica e incluso con el toque sobrenatural que parecía anunciar, pero que se pierde en un callejón sin salida de situaciones deprimentes que acaban produciendo una impresión de querer conseguir del lector el llanto recurriendo a todos los trucos posibles. Queda, al menos, una narración fascinante mediante el uso de ambos medios, un libro preciosamente ilustrado, y por qué no reconocerlo, desgraciadamente, lo sencillo que resulta pasar por alto lo que pueden aportar, o deben ocultar, aquellos sin voz para expresarlo.
Pues tenía pinta sobrenatural, aunque no descarto darle una oportunidad en algún futuro próximo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola!
ResponderEliminarFormo parte de la iniciativa Seamos Seguidores. Te dejo los enlaces de mis dos blogs, por si te apetece darte una vuelta por ellos, seguirnos y comentarnos :
Saludos desde http://mariainwonderlandbook.blogspot.com/ y http://mariainmagazine.blogspot.com/
Rocio G. Tizon: sí, en realidad está mucho más pensado como drama, a veces excesivo...Reconozco que la frase del principio sobre el aspecto del libro y el echarse atrás al ver la recomendación de Bayona, era de quien pensaba regalármelo y que se decidió después por Reinas del abismo. Cuando terminé Thornill tuve que decirle "no sabes como has acertado".
ResponderEliminarMaria: Hecho.
Nice article guys :)
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