El pasado nueve de enero cumplimos 9 años. Al menos, el blog, aunque algunas veces podría confundirse con la edad mental de la autora y su gata. Un período de tiempo que en términos humanos parezca poca cosa pero que para un blog ya sea peinar canas.
Un año que sirvió para recuperar, en parte gracias a la tendencia de hacer temporadas más breves, el hábito de ver series, y algunas del tirón, como las Catastróficas desdichas de Lemony Snicket y comprobar que, pese a que su personaje de Barney Stinson es insufrible, Neil Patrick Harris tiene una buena voz y mejor vis cómica, los creepypastas reimaginados en Channel Zero, e incluso unas cuantas más que no me dio tiempo de hablar de ellas, como el parque de atracciones de Westworld y unos visitantes a los que se les debería caer la cara de vergüenza (eh, mira, en este parque puedo vivir asombrosas aventuras y ser un héro...Hm, no, en su lugar me limitaré a disparar a todo lo que se mueve y cepillarme al resto. Viva el género humano), partirme de risa con el nihilismo de Rick Sanchez o con los trozos que se le caían a Drew Barrymore en Santa Clarita Diet. Pero también de dececpcionarme con la versión televisiva de La niebla de King, donde se las ingeniaron para convertir una de sus mejores novelas cortas en un telefilme. Menos mal que este también fue su año, y entre El jueo de Gerald, It o La torre oscura, no se notó mucho....Si, la torre oscura me gustó un montón, y no fue tan malo que solo durara noventa minutos.
Entre serie y serie, pude descubrir los relatos de Mariana Enriquez, que por una vez en muchos años, consiguió provocarme miedo e inquietud como no había pasado: a menudo, el horror más efectivo es el que tenemos más cerca. La fantástica biografía de H. P. Lovecraft, donde se desvelaba a un Howard persona y no personaje, aunque debo confesar que leí los capítulos correspondientes a su matriomonio con Sonia Greene con la misma avidez que un televidente de Sálvame. Conseguir terminar El Quijote (¡prueba superada!) y descubrir La calle de los cocodrilos de Bruno Schulz, además de reirme a ratos con El quimérico inquilino. Otros no. Esa novela a veces parece demasiado actual.
2017 fue el año en el que por fin pude recuperar el hábito de ir al cine regularmente. Las tarifas del día del espectador ayudan, y unos ingresos regulares, también, por lo que, aunque para los estrenos más grandes hizo falta esperar un par de semanas, pude disfrutar durante varias tardes de La cura del bienestar, Verónica o Valerian.
¡Te voy a dar yo mes de agencia y aval bancario!
Una vez más, cambios, más de los que tuve en mucho tiempo, y algunos mejores que otros. Unos que implicaron mi traslado definitivo, y el de Sabela y Narnia, a mi primer destino, con lo que implica una búsqueda de piso de la que salí bien parada pero con los pelos de punta de lo que llega a exigirse y lo que ofrecen a cambio de unas condiciones draconianas....Eso si que es un sindios, y no el de Saza en Amanece que no es poco. Y si los gatos son enemigos del estrés, lo son más de los interminables viajes en coche. Aunque a las 48 horas ya se habían hecho con los dominios y parecía que estaban satisfechas con el piso que la esclava humana les había alquilado. Y que fue el último hogar del que pudo disfrutar Sabela, de quien me tuve que despedir hace pocas semanas y a quien todavía echo de menos. Fue una gata tan atontada, absurda, impredecible ý única como solo puede serlo un felino.
Cumplimos 9 años. Esperamos cumplir diez, y los que hagan falta, si los botones nucleares de Trump y Kim Jong Un quieren.
¡Felicidades! 9 años es veteranía en esto de Blogger.
ResponderEliminarAy, yo estoy al revés con las series. Hay catálogos tan amplios que me agobio y no veo ninguna, o no tantas como antes. Aunque es cierto que se agradece que hagan temporadas más cortas.
Santa Clarita Diet me llama entre nada y cero; vi el trailer y ya me pareció un sufrimiento, jajaja. No es mi tipo de humor.
Para mí 2017 fue un año de NO ir al cine. Llevaba una racha de ir con mucha frecuencia (en Madrid a mí me cautivaba poder elegir entre cines de V.O., cineclubs...), y como que en 2017 no hubo muchos estrenos que me interesaran y fui menos. Ahora, aquí en Mondoñedo, lo tengo peor, ya que el cine más cercano es Ribadeo y pone sólo taquillazos; y a Lugo ciudad o a Ourense voy algunos fines de semana, pero no es lo mismo que los V.O. de Madrid, en serio.
El Quijote NO es tan difícil de leer, jo. Espero que te haya gustado, a mí me encanta.
¡Feliz aniversario!
Un año más, ¡felicidades! Y lo que se suele decir en estos casos: que te sigamos leyendo otros nueve años como mínimo. Y aunque alguna vez, al felicitarte, decía que mi gran duda era saber si podrías mantener ese ritmo de fotos gatunas, ya tengo muy claro que sí...
ResponderEliminarKaoru: ¡Muchas gracias! Me animé mucho más con las series desde que se fueron haciendo habituales las temporadas más cortas, con las que siempre te puedes animar un poco más. Y si algo que reconocerle a Netflix es que tiene producciones practicamente para cualquier nicho.
ResponderEliminarEn realidad los cines que tengo a mano no tienen nada en especial, pero sí una cosa a favor: están cerca. Fueron uno de esos escasos establecimientos que, en lugar de reconvertir a un Zara o similares, conservaron la estructura del antiguo teatro y abrieron multicines. No hay para arte y ensayo pero sí han pasado algunos estrenos que seguramente en Orense ni se habrían distribuído.
José Miguel García de Fórmica-Corsi: bueno, creo que si algún día me quedara sin fotos de gatos, más que cerrar el blog habría que cerrar internet..aunque a veces es todo un arte encontrar la correcta.
Si puedo, espero poder seguir escribiendo, y leyéndote, durante nueve años más.