Si los videojuegos han tenido una
carrera regular en el mundo de las adaptaciones cinematográficas, la
presencia en este medio de otras formas de ocio ha sido practicamente
inexistente. No por falta de trasfondo porque muchos seguimos
pensando que, bien ejecutado. El juego de Dragones y Mazmorras
hubiera dado una película más que decente, y si ya entonces el
resultado fue bastante desastroso, es difícil imaginar que hubiera
habido algún intento previo. Un medio como los juegos de mesa,
entonces un poco más simples que las virguerías que se pueden
adquirir hoy (y unas cuantas tardes jugando a Zombicide lo
certifican), parecía una inspiración un poco rara para rodar una
película...Pero a veces lo inesperado sucede, y lo mejor de todo, es
que funciona.
Clue, El juego de la sospecha tal y
como se estrenó en España, es la adaptación oficial al juego del
mismo nombre, que aquí conocimos como Cluedo y que no había unas
navidades que apareciera en los anuncios de televisión. La mecánica
de este consistía en averiguar quien había cometido un asesinato,
en qué parte del tablero, que representaba las distintas
habitaciones de una mansión, y con qué arma. Que en este caso,
deben descubrir un grupo de desconocidos, invitados a esa misma
mansión, y que por razones de seguridad deben dirigirse entre sí
por sus apodos: y así el Coronel Mostaza, el doctor Ciruela, o la
señorita White, entre otros, no tendrán más remedio que descubrir,
antes de que llegue la policía, quien ha asesinado a su anfitrión,
pero también a la cocinera, la doncella y a dos pobres viandante que
tuvieron la mala fortuna de llamar a la puerta en esa noche oscura y
tormentosa, como escribiría Lytton.
Con una mecánica de juego tan simple y
pensado para divertirse, la mejor forma de adaptarlo era conservar
esas dos características: el planteamiento detectivesco y los
elementos reconocibles del original se suman a un guión que mantiene
en todo momento el tono de parodia del género policiaco, y a menudo,
el de comedia gestual y simple. A veces, con algún que otro gag
basado en dobles sentidos, y en otros, con un estilo muy para todos
los públicos. Lo que le sienta perfectamente a una trama que también
es muy deudora de la simpleza de muchas novelas de misterio clásicas.
La estética también recuerda a esos años, aunque quizá la
ambientación en la década de los cincuenta sirve para incluir algún
giro sorpresa, y donde se aprovecha lo reducido de los escenarios
para explayarse un poco en estos y en los vestuarios de los
personajes: una mansión propia de cualquier escenario de terror (me
pregunto si este decorado habrá salido en otras películas), unos
trajes que no desentonarían en una película de época y un reparto
que no duda en exagerar los clichés de los que se componen sus
personajes.
Este punto también es una sorpresa
teniendo en cuenta una producción donde alguien esperaría lo
justito, y como mucho, algún actor en horas bajas. Aquí son todo lo
contrario, y también lo que la convierte en una película muy
válida: con un elenco entre los que se cuentan Christopher Lloyd y
Tim Curry, tomándose muy en serio su trabajo, cuentan con momentos
de comedia gestual realmente buenos y especialmente, con una
secuencia final donde el peso recae practicamente sobre este último.
Puede decirse que el guión se queda en
algo muy simple, a medio camino entre la parodia, la comedia sencilla
y el no pretender otra cosa que resultar divertida, pero es más que
suficiente para hacer pasar un buen rato, y sobre todo, para adaptar
todo lo necesario de un medio muy distinto: si la película está
basada en un juego de mesa, todo lo que en el aparece está presente:
las piezas de la partida, convertidas ahora en un atrezzo puntual,
los nombres de cada personaje, los distintos escenarios y la manera
de descubrir a un culpable tan aleatoria como podría serlo el propio
juego. E incluso, una de las bases de este, que era el plantear
diversas hipótesis sobre el crimen en cuestión. En 1985 conceptos
como interactivo, o finales alternativos estaban tan lejos
como..bueno, como suelen estarlo ahora en el cine, porque la idea
nunca termina de cuajar. Pero en este caso lo solucionan de una forma
tan sencilla como el ofrecer distintos finales alternativos una vez
presentado el primero. Parece bastante tonto, pero es un detalle
bastante divertido y no hace si no añadir una nota de gracia,
tirando la casa por la ventana y ofreciendo los dos o tres desenlaces
más descabellados.
El juego de la sospecha es hoy poco
menos que una curiosidad: se filmó, quedó medio olvidada si no es
cuando la emiten en algún canal especializado en cine, y a pesar de
ello, es una auténtica sorpresa descubrirla: al menos por una vez
demuestra que con un poco de ingenio y ganas, es posible que una obra
derivada de una franquicia resulte algo original y disfrutable. Y que
con eso mismo, es posible trasladar cualquier idea al medio
cinematográfico...Aunque, bueno, quizá no todo. Acabo de ver el
trailer de una película protagonizada por emoticones y no tengo muy
claro si la flamenca del Whatsapp va a ser un personaje interesante.
Como bien dices, esta película está medio olvidada entre unas cuantas por el estilo de esa década rara que en Hollywood fueron los 80, donde todavía se encuentran películas ambiciosas a la vez que se iba creando el negocio de los blockbusters, y el cine se infantilizaba más y más. Yo mismo la tenía olvidada por completo, pese a que en su día (la vi por tve a finales de los 80 o principios de los 90) la disfruté bastante. Es más, que el Cluedo fuera uno de mis juegos de mesa favoritos de la niñez-adolescencia le otorgaba, claro, un plus entrañable.
ResponderEliminarPor cierto, que no es cuestión de sobrevalorar a su director, Jonathan Lynn, pero recuerdo con mucha simpatía varias comedias suyas que rodó a continuación, como "Monjas a la carrera" y, sobre todo, "Mi prima Vinny", aquella película donde Marisa Tomei (a la que siempre he adorado...) le birló el oscar entre guasas y sospechas a actrices que entonces tenían mucho más caché.
Podría decirse que la nostalgia de los ochenta es justificada: fue una convivencia entre los primeros blockbusters, el cine de entretenimiento tal y como lo conocemos hoy, series B memorables e incluso rarezas como esta. Me resulta difícil concebir con los estrenos de hoy una película capaz de adaptar un medio tan concreto y limitado, con semejante desparpajo e incluso reflejando la aleatoriedad del juego de mesa original. Videojuegos, con escenarios abiertos y trasfondos detallados han tenido adaptaciones en su mayoría mediocres,o normalitas si tenían suerte.
ResponderEliminarNo llegué a ver Monjas a la carrera, pero voy a tenerla en cuenta para poder ver alguna otra comedia. Me ha gustado mucho el estilo de este director. O..bueno, quizá siga teniendo alo de nostalgia de cómo se hacian las cosas hasta 1993.