jueves, 2 de noviembre de 2017

Channel Zero: No End House (2017). Cuidado con los caníbales


La propuesta de Channel Zero fue cuando menos, un experimento curioso, pero muy bien pensado: crear una serie antológica a partir de distintos creepypastas. Esto garantizaba en principio una serie de terror muy efectiva, gracias al factor shock de ese tipo de narración, y los escasos medios que harían falta para desarrollar unos escenarios que podrían encontrarse en cualquier sitio. La primera temporada tuvo un resultado un tanto inesperado, al menos, comparado con lo que el público contaba ver: Candle Cove no era una miniserie sobre el misterioso programa infantil que ensombrecía la memoria de determinados adultos, sino una muy distinta sobre niños siniestros en la que el creepypasta en cuestión era poco menos que un señuelo. La realización también era muy distinta a lo que el público se había acostumbrado, con unos exteriores y colores poco saturados que hacían recordar a las producciones de televisión de hace veinte años, y sobre todo, unas interpretaciones un tanto acartonadas de las que no quedaba muy claro el motivo.

Las promos de Channel Zero: El American Horror Story de Hacendado

La propuesta, en cambio, funcionó, y el siguiente año se adaptó por las mismas fechas, pero de una forma más libre, The No End House. En este caso, los rumores de una casa donde, si se superaba una serie de habitaciones con encuentros cada vez más terroríficos, se conseguía un premio pero a costa de la cordura de quien se adentre en ella. De nuevo, en lugar de un narrador indefinido, aparecen Margot, una joven que todavía no ha superado el duelo por la muerte de su padre, y sus dos amigos. Tras recibir un extraño vídeo, el grupo decide acudir a la atracción que este anuncia: una casa del terror que cada Halloween, aparece en distintos lugares y de la que se dice que es una de las experiencias más aterradoras que pueden vivir. Lo que comienza con una serie de salas en las que estos, acompañados por un hombre que parece haber estado en la casa otras veces y un joven que hace buenas migas con Margo, contemplan situaciones demasiado cercanas a ellos como para ser una atracción de Halloween corriente, termina con una atropellada salida de la casa. Salvo que la salida es a un lugar muy distinto, donde estos se encuentran con todo lo que deseaban o habían perdido. Y que muy pronto les hará recordar la advertencia que había al comienzo de su viaje: cuidado con los caníbales.





Sin ser una versión literal del creepypasta original, esta temporada opta por una solución bastante más satisfactoria: la casa sin fin es el punto de partida. Uno, en este caso, muy libre y a partir del cual el guión desarrolla lo que pasaría después de lo que narra la historia previa. Si lo que se busca es un material más cercado a su fuente de inspiración, esta decisión ha sido una mejora. La trama principal no parece una historia distinta pegada con celofán a la de la casa, sino un poco una secuela o un guión donde se desarrolla algo distinto a partir de un bosquejo. Y por suerte, las interpretaciones esta vez resultan menos estáticas. Sin ser una maravilla, porque la serie tampoco lo necesita, pero no resultan acartonadas y se acercan más al formato al que el público está acostumbrado. Algo necesario cuando el guión incide mucho en temas dramáticos como la memoria, la culpabilidad o el miedo.



Posiblemente, uno de los aspectos por los que Channel Zero funciona (y en vista de esta temporada, espero que siga funcionando), es porque a nivel presupuestario parece una serie de lo más apañadita: con cuatro escenarios corrientes y un poco de gelatina de atrezzo se saca una historia. No hay efectos especiales, y los que hay, tiran un tanto a pobres...y esto, hasta acaba teniendo gracia. La mayor parte de los decorados son muy simples, con unos exteriores muy despoblados, y sin más horror, como tal, que lo que van contando o sintiendo sus protagonistas. La simpleza que mantienen en todo momento,y que parece convertirse en una característica principal de la antología, es todo un acierto: no pretende impresionar ni llamar la atención, sino contar una historia de terror.



Una cosa está clara: esto no es American Horror Story. Y como tal, no va a haber dramas extraños ni humor negro, ni rarezas. Sino, simple y llanamente, una historia de terror. Una que mantiene cierto aire de serie B y se agradece, sin tener pretensiones de crear un formato revolucionario ni que se hable de ella, salvo por los fans del género fantástico, que quedarán bastante satisfechos. Pero también tiene los defectos de todo creepypasta: aunque se base en ellos libremente, están muy presentes las incoherencias de estos, los momentos alargados innecesariamente e incluso situaciones poco cuidadas, donde personajes que parecían principales acaban desapareciendo sin que al resto le importe mucho, o donde el ritmo de la narración falla estrepitosamente al crear episodios de relleno consistentes en persecuciones. Algo bastante imperdonable en una miniserie con seis entregas.

La primera temproada de Channel Zero fue poner una idea a prueba, que podía gustar o no. La segunda, la idea se pule más y aprovecha bien el formato de antología: cada año es una historia distinta, tan breve como la que se podría leer en la pantalla del ordenador y en la que por suerte, en esta entrega, y pese a sus defectos, ha quedado bien. Y esperemos, que con la puerta abierta hacia una nueva temporada el año que viene.

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