A menudo da la impresión de que el
éxito en televisión está reservado a los países anglosajones. Sea
una serie o miniserie, el inglés es el idioma predominante. Como en
el cine, vaya, pero en la pequeña pantalla se nota mucho más. No
faltan otras producciones que han tenido su fama merecida (y el
correspondiente remake para Estados Unidos), como Les revenants, pero
siguen estando en minoría...y en este último caso, reconozco que no
pasé de los cuatro capítulos. Una espina que se me quedó clavada
en cuanto a tele no anglófona, y por lo ue siempre me acababa
fijando en cualquier producción de corte fantástico donde sonara la
lengua de Jean Ray. Algo que no tardó en aparecer cuando Arte sacó
una miniserie de tres capítulos que prometía mucho..o que en el
peor de los casos, solo significaría tres horas perdidas.
Au de-là des murs comienza con uno de
los mayores clichés del fantástico: una mujer hereda de un
desconocido una mansión antigua. Pero esta situación es mu distinta
del tópico que se esperaba: Lisa, la heredera, es una mujer que vive
aislada de sus compañeros de trabajo, a los que engaña sobre su
vida personal. Aquejada de pesadillas recurrentes, todo indica que ha
sufrido un incidente traumático aunque es difícil saberlo. Y, en
cuanto a la mansión que hereda, es uno de esos lugares un poco fuera
de su entorno en el paisaje urbano, pero que todos reconocemos de
alguna calle cualquiera. Una de esas casas antiguas, cerrada durante
años, que por algún motivo consiguen mantenerse en pie entre los
bloques de edificios modernos. Todavía un poco desconcertada por lo
extraño de su legado, Lisa descubre una noche un pasadizo tras las
paredes que le conduce a un entramado caótico de estancias de las
que es salvada en el último momento por un joven.Este le explica que
la casa no parece seguir ninguna norma sobre el espacio. Pero, a
juzgar por la forma de hablar y la vestimenta de su nuevo compañero,
tampoco el tiempo.
Quizá como resumen haya quedado algo
largo, y eso sin llegar a referir todos los elementos principales de
la trama. Pero es el mínimo necesario para conocer lo más
importante. Porque en la historia acaban juntándose elementos muy
propios del fantastique, palabro que ha quedado para definir el
estilo de muchos narradores francófonos que recurrían a esta mezcla
entre lo cotidiano, lo fantástico, y sobre todo, un enfoque mucho
más surrealista de la narrativa del que podía verse en el
fantástico anglosajón. Es difícil no ver los exteriores de la
mansión de Au de-là des murs sin acordarse de la Malpertuis de Jean
Ray, ni de muchos de sus relatos donde jugaba con la misma facilidad
con las dimensiones paralelas o las matemáticas que con los
espectros clásicos
Con un escenario tan simple como dos
personajes yendo y viniendo por una casa desvencijada, consiguen
crear una atmósfera fantástica: no solo por la simpleza del truco
de hacer que el tamaño y la conexión entre cada sala no se
corresponda, sino por la creación en estos espacios de situaciones
muy sugestivas, como las salas iluminadas por velas, los pasillos que
van a dar a lugares que no tienen un sentido aparente, o en uno de
los momentos clave, el decorado de un teatro se convierto
progresivamente en el bosque nublado que este quería representar. De
este modo, la huida de los protagonistas toma un carácter mucho más
pesadillesco, done no hay un sentido aparente, pero también muy
simbólico: los pasillos, los salones, y sobre todo, la presencia del
agua como elemento clave en la psicología y el trasfondo de la
protagonista.
Contando solo con dos personas llevando
el peso de la trama, la caracterización de estas tiene una mayor
importancia: ambos aparecen marcados por una pérdida en sus vidas,
que será una factor clave en cuanto a lo que pueden encontrarse en
los distintos escenarios y que la mansión, presentada como
antagonista, crea a modo de trampas. Pero también es esto lo que
motiva su forma de actuar y justifica que a menudo el sentido común
o el de la supervivencia no sea muy habitual en ellos. Y sobre todo,
que estos resulten interesantes: poco se sabe de Lisa, de su
tendencia a ocultar su vida privada o por qué ha llegado de vivir de
manera errática. Julien, en cambio, es un personaje más de novela
pero muy entrañable: en algún momento asume el papel de guía, en
otro el de víctima en apuros y su presencia sirve también para
aportar un giro muy particular.
Au de-là des murs ha sido más que una
miniserie, una película dividida en tres partes. Pero una incluso
mejor que muchas producciones que llegan a superar su duración: sin
descuidar la historia, los escenarios y la atmósfera fantastique son
una parte clave del guión. Y este, aunque a menudo sacrifique la
coherencia en favor de la fantasía y lo poética, tiene una cualidad
muy irreal que la hace fascinante. Por lo menos, creo que a partir de
ahora no volveré a mirar de la misma forma esas casa cerradas que
pueden verse en algunas calles.
Con referencias como el fantastique y Malpertuis sólo puede salir algo bueno. Nunca agradeceré lo suficiente haberme apuntado a francés en la facultad xD.
ResponderEliminarYo me apunté a francés por la misma época, cuando las voces empezaban a recomendar que laboralmente el alemán era un idioma muy recomendable. Teniendo en cuenta los libros y películas que he podido disfrutar, solo puedo parafrasear a Edith Piad: je je regrette rien XD
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