lunes, 3 de octubre de 2016
Lecturas de la semana I. Comiqueando
Generalmente los fines de semana suelen ser para terminar algún libro, ver los capítulos de series que salen los viernes, y principalmente, para películas. Pero este domingo fue al revés y en vez de sofá y peli, fue sofá y cómics. Bueno, comics, sofá y gatas, porque el anterior lo tengo en copropiedad con ellas. En concreto, para empezar dos historietas de las que tenía muchas referencias, bien como buenas críticas o por popularidad.
Rat Queens. En todas las historias de fantasía heroica hay un grupo variopinto de héroes. Y en todas ellas se parecen. Pero en la ciudad de Palisade se encuentran, entre otros, las Rat Queens, una banda formada por una sacerdotisa atea, una enana que se ha afeitado la barba, una bruja muy cabreada y una hobbit (o halfling. Dependiendo de los derechos) adorable a la par que muy colgada. Y no, ninguna de ellas lleva un revelador bikini de cota de malla, porque sería bastante incómodo para la mayoría de sus misiones: limpiar el bosque de goblins, evitar que un engendro lovecraftiano devore el reino o pelearse en la taberna con el resto de cuadrillas de héroes.
Las Rat Queens tampoco son un grupo heróico al uso: violentas, deslenguadas, y sin ningún problema a la hora de ponerse ciegas con todo tipo de estupefacientes, son quizá el peor en un mundo donde el resto de héroes tampoco destacan por ser intachables, y donde la diversión radica en lo referencial y paródico de sus aventuras iniciales: es muy fácil reconocer las tabernas donde se reúnen los personajes típicos de Dragones y Mazmorras, las misiones típicas de los juegos más simples y los secundarios genéricos, que acaban en su mayoría envueltos en una violencia donde la sangre y los ataques rastreros raya lo paródico.
Durante los primeros números se mantiene esa tónica de humor paródico y de mezclar con un escenario fantástico situaciones cotidianas: el trasfondo de los personajes tiene un peso importante, y donde se reconocen situaciones más reales: entornos tradionales, familias religiosas o reuniones de antiguos alumnos son la parte más importante de las tramas frente a las peleas y los monstruos. No es hasta el siguiente arco cuando se intenta plantear una narración con más peso. Pero es aquí donde la mezcla no termina de funcionar: si en los primeros números el humor basto y los personajes tenían su gracia, el intento de combinar las tramas personales con lo fantástico queda muy errático, provocando unos cambios de tono muy bruscos donde primero quieren centrarse en la fantasía, y de golpe, se pasan a un grupo de veinteañeras buscando su sitio en el mundo. Tampoco ayuda el cambio de dibujante en los últimos ejemplares, donde el estilo es completamente opuesto al tono y diseños anteriores, haciendo prácticamente que se convierta en una historieta muy distinta a la de los comienzos, diferencia de la que no sale ganando.
Paper Girls. Muchos aún estamos un poco aturullados con el éxito y la cantidad de nostalgia por los ochenta que supuso Stranger Things (que, aunque divertida, no me enloqueció tanto. Hay muchas películas de la década que tengo recientes), pero el autor de Saga (y ahí va otro comic que tengo pendiente) se adelantó un año con un tebeo con una temática muy deudora de esa década: cuatro chicas se encargan cada madrugada del reparto de periódicos en una pequeña ciudad de Estados Unidos. En un entorno donde las bicicletas, las aventuras y las pandillas parecían estar reservadas a los chicos, se encuentran en medio de una trama de viajes en el tiempo, paradojas temporales y de criaturas sacadas de distintas épocas que aparecen a lo largo de una noche. O varias, en los distintos años donde las protagonistas acabarán trasladándose, descubriendo qué ha sido de sus familias, e incluso, encontrándose a sí mismas, literalmente.
Salvo el situar la historia en una década tan popular ahora, la narración tiene mucha más entidad que la de recoger cuatro elementos típicos y dedicarse al homenaje nostálgico. Que los hay, en algunos casos: el grupo recuerda más a los protagonistas de Cuenta conmigo que a los Goonies, y la trama sobre los viajes temporales y lo que esconden resulta bastante compleja en principio. Esta es también una forma de incluir elementos más intimistas que son los que le dan un carácter más único al cómic: el miedo a descubrir, con doce años, el futuro que hay o no hay ante uno, o el plantearse, de una forma no metafórica, que pensaría el niño que uno fue al encontrase ante el adulto que se ha convertido.
Además del dibujo, que ha mantenido a su autor en los números hasta la fecha, el coloreado es sorprendentemente, uno de los elementos que más favorece al aspecto gráfico. Los trazos, muy precisos en las caracterizaciones y entornos, pero muy básicos en los rasgos aparecen en tonos a veces muy extraños y monocromos: púrpuras o azules muy adecuados para el tono de las primeras páginas, y de situaciones más extrañas como las viñetas dedicadas a reflejar sueños o delirios. De nuevo, un recurso tan simple es todo un acierto en un género donde, al menos para los que no leemos demasiados cómics, la norma habitual parecía haberse convertido en un color demasiado vivo y con miles de relieves artificiales cortesía de Photoshop.
Con 'Rat Queens' me sucedió algo parecido, no pasé de un par de números. No conecté con la autoparodia del género que pretendía ser. Tal vez le dé otra oportunidad.
ResponderEliminar'Paper Girls' no la conocía y me la apunto.
Es el problema de ese comic, no termino de pillarle el punto a la parodia que quieren hacer, ni me queda muy clara. Me parece que los guionistas también andan un poco perdidos en ese tema. De momento leí los 16 números (son cortitos) pero no sé si continuaré.
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