En el campo de las adaptaciones cinematográficas, Stephen
King ha debido ver practicamente de todo. Desde clásicos muy dignos como fueron
Carrie o El resplandor, a series B muy pobres y miniseries con menos medios. Y
quizá estos ejemplos se queden un poco lejanos, pero pertenecen a la época en
la que todavía leía o veía alguna cosa basada en este autor. Después, salvo la
versión de La niebla, una de mis novelas cortas favoritas, le perdí la pista
hasta encontrarme este año con un montón de noticias: el estreno de la
miniserie 11/22/63, un piloto para La niebla, la expectación que despierta La
Torre Oscura…y entre todo el formato televisivo, un largometraje sobre la
primera aproximación de King al tema de los zombies.
Cell comienza con un día cualquiera en un lugar tan común
como un aeropuerto donde los pasajeros empleando teléfonos móviles es algo de
lo más común y donde el protagonista, un guionista de comics, habla con su exmujer
y su hijo hasta que, por un golpe de mala suerte, se queda sin batería. Mientras
intenta comunicarse de nuevo en una cabina, contempla horrorizado como todos
aquellos que se encontraban al teléfono parecen enloquecer y comienzan a atacar
a todos los que los rodean. Tras conseguir huir gracias a un empleado de metro,
y acompañado por este y una de los pocos supervivientes, emprende un viaje
entre grupos de infectados, para poder encontrar a su hijo. Durante el camino,
estos descubren que los afectados por el Pulso, como han comenzado a llamar a
ese fenómeno, han desarrollado una especie de mentalidad colectiva. Y que puede
existir un lugar seguro, lejos de cualquier señal de telefonía. Algunos de los
supervivientes lo ven como un destino en el que estarían a salvo. Otros, temen
que pueda ser una trampa para ser conducidos hacia los infectados.
El libro se publicó hace diez años, y es uno de esos pocos
casos en los que la década de diferencia le ha sentado muy bien: en 2006 aún se
observaban los móviles con el recelo típico de una nueva tecnología y los teléfonos de pantalla monocromo convivían
con los que tenían cámara fotográfica integrada como prestación más avanzada. Precisamente
por la cotidianeidad y el carácter necesario que han ido adquiriendo, es por lo
que el planteamiento se ha vuelto mucho más inquietante en lugar de quedarse
como una historia tecnofóbica. De hecho, todo el comportamiento de los
infectados resulta muy deudor de las características de cualquier smartphone:
el sonido que emiten para comunicarse o contagiar a los supervivientes, el
sistema de comunicación que parecen mantener entre ellos, e incluso, en un
momento lleno de humor negro, el que durante la noche hibernen mientras de sus
móviles, que muchos no han soltado, y de sus propias bocas, salga una
cancioncilla que en su momento fue viral: nada menos que el Trololo (en la
novela era El paso del elefantito de Henry Mancini).
De hecho, es este planteamiento, con mucho más potencial
después de este tiempo, lo máximo que ofrece la película. Porque en realidad,
tanto como largometraje como adapción resulta muy atropellada: los cambios de
ritmo entre una situación y otra son demasiado bruscos, de modo que no queda
muy claro cual pretende ser el tono de la película: el comienzo es trepidante,
y la velocidad con la que se desencadenan los hechos es muy adecuada para crear
una sensación de confusión, en la que los primeros infectados, la huida
milagrosa del protagonista y una conversación mínima con otros supervivientes
se sucede en unos pocos minutos, tras los que posteriormente, se le da al
público un respiro para que procese con los personajes lo que ha pasado. Pero a
partir de este comienzo, el resto resulta demasiado caótico: en un momento
parece que quieren contar todo lo que pueden en el mínimo tiempo posible, y en
otro, incluyen secuencias muy lentas e intimistas que provocan que la historia
parezca avanzar a trompicones. Tampoco ayuda el incluir una trama que apenas
pueden desarrollar: a mitad de metraje empieza a hablarse de un personaje que
parece ser el líder de los infectados, de la posibilidad de estos de enviar
mensajes a los supervivientes, pero que salvo por los diálogos que estos
tienen, no llega a quedar claro que es lo que hace. En realidad tampoco llega a
saberse que es lo que desencadena la historia, lo que en realidad no es malo:
incluso Romero, a partir de Zombie, deshechó cualquier explicación a favor de
la ambigüedad y preocuparse de los personajes. Pero en este caso, simplemente,
se trata de una trama que, al no poder desarrollar correctamente, deberían
haberla obviado: la película habría funcionado igual sin ella.
La brusquedad a la hora de hacer avanzar la historia también
se nota con los personajes: los papeles protagonistas le corresponden a John
Cusack y Samuel L. Jackson, de los cuales, al menos el primero es creíble, y
donde se aprovecha muy bien su oficio como guionista en los momentos en los que
se ofrecen distintas teorías sobre lo que sucede. El segundo no tiene tanta
suerte, porque más que un personaje, parece que Jackson ha sido contratado para
hacer de Samuel L. Jackson: es un tipo que curiosamente, sabe de todo en el
momento adecuado ¿Que hay que huir por unos tuneles? Él es un trabajador allí
¿Que hacen falta armas? Mira por donde, él fue militar…Y así, con muchos otros.
Porque aunque sea sencillo meterse en la historia, sigue siendo un poco
chocante que todos tengan una puntería más que notable nada más empuñar un
arma.
Cell ha resultado una película un poco desconcertante: no da
la impresión de ser una mala producción. Salvo el exceso de don de la
oportunidad, sus personajes están bien construidos y resultan simpáticos. Y
sobre todo, el planteamiento es de lo más atractivo. Pero los cambios de tono
entre una secuencia y otra son muy bruscos, y se mantiene continuamente la
impresión de estar viendo una historia que avanza a saltos, que quería narrar
algo más complejo pero que no pudo, o no tuvo tiempo. Y lo que es peor, en una
historia sobre la carrera a contrarreloj del protagonista para salvar a sus
seres queridos, vemos cómo este olvida alegremente a su gato en el piso, del
que no vuelve a saberse. Para estas cosas, el Apocalipsis no cuenta:
Manuel Loureiro tuvo en nómina a Lúculo durante toda una trilogía. Vergüenza
debería darles.
No sé si ya iba predispuesto por lo poco que me gustó el libro o qué, pero la película no me gustó. King tiene un buen puñado de buenos libros, otros reguleros y una cantidad demasiado grande de malos libros. Y con las adaptaciones sucede lo mismo. '1408', la otra adaptación de King donde participan Jackson y Cusack me gustó muchísimo más.
ResponderEliminarEl libro en su momento me gustó, porque precisamente llevaba un montón de tiempo sin leer a King por acumular demasiados de los malos. Por mi parte, me quedo sin duda con lo que sacó en los ochenta, especialmente con La niebla, al que le tengo bastante cariño. La adaptación de Cell, a nivel de producción es muy correcta, y en la década de los Smartphones funciona mucho mejor. Pero a nivel de guión me parece demasiado apresurada, quieren meter todo lo que aparece en el texto original y a la velocidad que van, no se puede.
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