La palabra pulp hace pensar en historias de acción, misterio
y aventuras tan llenas de inventiva como escasas de corrección política. Y
sobre todo, en las páginas escritas por H. P. Lovecraft, los héroes de Robert
E. Howard o la prosa más refinada de Clark Ashton Smith, por mencionar solo a
unos pocos. Vamos, que el término enseguida provoca admiración por los locos
veinte y por esas revistas de a duro donde vieron la luz los primeros relatos
de autores a los que varias décadas después se les reconocería su influencia y
valía. Bastante acertado, salvo por una cosa: cada ejemplar incluía varias
historias. Y habría unas tropocientas revistas pulp distintas cubriendo un
mercado en el que los plazos de entrega eran muy exigentes, y los requisitos de
calidad, no tanto. Por cada Howard había un montón de autores ganándose el pan
igual que ellos, pero quizá con menos talento.
Este libro, en cierto modo, es una muestra de esos autores
menos conocidos, menos cuidadosos, pero que también aportaron sus textos a unas
revistas donde los requisitos para atraer al público estaban muy claros: tramas
retorcidas con tintes sobrenaturales, explicaciones realistas propias del
género de detective, chicas guapas en peligro grave, y una cantidad de
violencia y tripas que los lectores del siglo XXI no se hubieran imaginado en
una publicación popular de esa época. Los hombres topo quieren tus ojos es el
relato que sirve de título para la antología, uno de los más llamativos incluso
al lado de otros como “La cosa que cenaba muerte” o “Novias frescas para la
hija del diablo”. Todo un ejemplo de ser capaces de vender algo solo con un
título y una portada que prometía muchos horrores. Y algún que otro escote.
Una de las características de estos relatos es en la mayoría
de los casos, la uniformidad de las tramas pese a que estas se adornen con
elementos de lo más dispar: en casi todas hay una pareja y la protagonista es
secuestrada en algún momento para ser salvada y salir indemne unos párrafos
antes de terminar el relato. Sean pilotos, prometidas de alguien, o la hija de
algún personaje secuestrado, son automáticamente salvadas por policías,
detectives o un novio con unas dotes de héroe de acción sacadas de no se sabe
donde, tal es el nivel de caracterización de los personajes. La segunda, es el recurrir a una explicación
racional sin importar lo fantástico del punto de partida. Algo, por lo que se
explica en el prólogo, propio de un genero específico llamado Weird Menace, y
quizá porque gran parte de estas historias se publicaron en revistas sobre
detectives. Este giro resulta hoy un tanto folletinesco, entrañable y a ratos,
involuntariamente cómico: cualquier banda de contrabandistas es capaz de
ocultarse como sectarios, fantasmas o satanistas…Vamos, hasta lo de los papeles
de Panamá no había llegado a ver tanta inventiva en el mundo criminal.
Sí, he aprovechado lo de las portadas pulp para decorar toda la entrada con ilustraciones de temática gatuna
En una antología como esta no se pueden buscar relatos de
calidad literaria. Hay algunos que destacan, como el de Cornel Woolrich y sus
referencias a El entierro prematuro de Poe, o la primera aventura de Steve
Harrison, el detective creado por Robert E. Howard, más por el renombre de su
autor que por el aporte. El resto, a veces un poco torpes, a veces más
disfrutables, y en algunos casos, con unas situaciones que por ridículas,
podrían sacar una carjajada. Pero hay algo que
no se puede negar: son divertidos. Breves, con un final un poco
predecible a partir del tercero al conocer ya la estructura de estos, y en
muchos casos, sorprendentes al incluir elementos que hubiera esperado encontrar
en una película de terror de los setenta, y no en un cuento escrito en mil
novecientos treinta y pico.
Los hombres topo quieren tus ojos no es un libro
recomendable para alguien que busque buenos relatos de terror, algo que no
falta en la editorial en la que ha sido publicado, y en la que su variedad e
ideas a la hora de recopilar cuentos varios es una de sus mayores ventajas. Es
más bien una antología de una parte del pulp muy poco conocida, pensada para un
público que conoce este estilo, sus fallos, y disfruta con ambos.
Era justo lo que yo buscaba y lo disfruté mucho,ahora estoy buscando mas antologías de pulp fiction
ResponderEliminarHay algunas disponibles, pero centradas en autor y no como antología. Por ejemplo, los relatos variados de Robert Howard o el Jules de Grandin de Seabury Quinn. Ahora, tan variadas como estos hombres topo, no recuerdo ninguna.
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