Por el momento, Joe Hill cuenta con una carrera de escritor
muy estable: sus cuatro o cinco libros publicados desde el 2005 han obtenido
buenas referencias. Entre los cuales, su novela Cuernos me gustó muchísimo más
que su adaptación al cine, que ya era bastante buena. Y en la que se iba viendo
el estilo de un autor al que hasta hacía poco, desconocía: su tratamiento del
fantástico en su vertiente más cercana a la magia y lo inexplicable, la
importancia ante todo, de las reacciones y sentimientos de los personajes, e
incluso cierto costumbrismo, pero muy secundario, a la hora de recrear los
escenarios. Además, la regularidad de su producción literaria le da también
espacio para dedicarse a otras actividades, como la de guionista de comics, que
también se me había pasado por alto. Todo un fallo por mi parte porque, ¿Cómo
no fijarme en uno cuyo primer volumen se titula “Bienvenidos a Lovecraft”?
Locke & Key cuenta la historia de una mansión situada en
Lovecraft, Massachussets, hogar de la familia Locke, a la que los tres
protagonistas se trasladan tras el brutal asesinato de su padre. Pese a que
este siempre había hablado de la casa como un lugar en el que estarían a salvo,
en ella hay algo muy extraño: puertas aparentemente normales que, abiertas con
la llave adecuada, pueden otorgar facultades como las de convertirse en un
fantasma, alcanzar cualquier lugar con solo visualizarlo, o incluso abrir la
mente de alguien y poder ver sus recuerdos y subconsciente. Cosas que son
ignoradas por los adultos, a los que se les impide percibir la magia, y que
quizá tres adolescentes no sepan usar responsablemente. Pero que pueden
salvarlos de una criatura que, pese a su forma humana, no es de este mundo, y
que no parará hasta conseguir la llave que abre una puerta al suyo y a los
seres que lo habitan.
Aunque no falte la mención a H. P. L. y la acción transcurra
en nueva Inglaterra, no va a haber por ahí tentáculos ni Necronomicones en las
bibliotecas. La referencia a Lovecraft es muy sutil y muy específica, a sus
relatos sobre Randolph Carter en las tierras del Sueño, y en especial, a La llave de plata. Todo lo
relacionado con las puertas, sus facultades y la entrada a otros mundos
recuerda mucho a las creaciones más oníricas de este escritor, además de
incluir en determinados momentos, otros elementos también muy habituales en él,
como el buscar los orígenes de la historia en lo sucedido hace varios siglos, o
en un par de nombres de seres y lugares empleados por él de vez en cuando, y
que sonarán enseguida. El resto, es una obra propia, con los intereses y
carácterísticas de Joe Hill, y no un derivado lovecraftiano o de los Mitos de
Cthulhu.
La narración emplea muchos atajos y se queda casi con lo esencial:
salvo el planteamiento y la aparición de
las primeras llaves, las más complejas a nivel de historia y las más
importantes a nivel de trama, las posteriores se resuelven de una forma mucho
más rápida: bien por referencias a eventos que sucedieron fuera de la
narración, o con un uso de las elipsis muy adecuado, es posible llevar una
cuenta de lo que les sucede a sus personajes, sin que el cómic se alargue con
números que se limiten a ser la aventura de la semana. Además de mantener la
historia dentro de una extensión
razonable (unos siete tomos de seis números), esto proporciona más tiempo para
poder centrarse en uno de los aspectos principales: los personajes y la parte
más emocional de la historia. A grandes rasgos, sigue siendo un comic de fantasía
y algo de terror, donde unos adolescentes deben combatir un demonio. Pero al
saltarse esos aspectos, que se han visto miles de veces en otros tantos
formatos, la trama se centra en la relación entre los tres hermanos: Tyler,
quien se culpa de la muerte de su padre, Kinsey, quien cree que liberarse de su
miedo y tristeza a través de las llaves la hará más fuerte, y Bode, el más
pequeño y capaz de ver el mundo de una forma distinta a los adultos. No faltan
en otros personajes aspectos como la superación de la pérdida, la confianza, la
amistad o el miedo a crecer de todo adolescente. De hecho, el desenlace de la
trama fantástica tiene lugar durante la fiesta de graduación del instituto, si
bien una muy alejada de los bailes vistos habitualmente en el cine, y donde
Hill incluye a modo de broma, una referencia a Carrie de Stephen King.
El dibujo de Gabriel Rodríguez, al principio, resulta un
poco chocante: un estilo que por el tono en los primeros números, hace esperar
una historia de terror al uso, en la que muestra su solvencia a la hora de
recrear viñetas un tanto escabrosas pero no una donde se alterne con tanta
facilidad el género fantástico, el de aventuras e incluso los momentos más
emotivos. Pero al continuar su trabajo durante toda la obra, es mucho más fácil
acostumbrarse, e incluso, de sorprender con momentos tan originales como el
ilustrar un guión donde se combinan su estilo habitual con un homenaje a las
tiras de Calvin y Hobbes. Además, donde una parte importante de la trama
transcurre en una casa, implicando esto la necesidad de jugar mucho con el
espacio y las líneas, Rodríguez demuestra ser un gran dibujante, y no solamente
uno que sabe utilizar el Corel Draw.
Locke & Key empieza como una historia de terror
sobrenatural y termina como una de personajes que crecen, avanzan, con los que
el lector sufre a cada giro y por los que siente pena en cuanto termina la
historia. En cierto modo, recuerda un poco a lo que Josh Whedon hizo con Buffy,
si bien solo por cómo esta parte va tomando mayor importancia frente a la
acción, siendo la narración de Hill mucho más seria. Pero, tras terminar estos
tomos, espero que su trabajo en el mundo del comic se quede en una anécdota:
todavía puede contar muchas cosas.
Lo cierto es que el hijo de Stephen King se ha convertido en un escritor muy competente y original, a mí del comic casi lo que me tiraba más para atrás era el dibujo que no me acababa de convencer para la historia, ojalá este nuevo rumor de adaptación televisiva llegue a buen puerto, y no se quede en agua de borrajas como el piloto del anterior intento.
ResponderEliminarA mí me convenció mucho con Horns, y con este comic me ha ganado como lectora. Es cierto que en el tipo de dibujo, sobre todo con la forma de diseñar los personajes, me costó mucho entrar. Aunque, por ejemplo, me pasó lo mismo cuando en los de Los muertos vivientes cambiaron al dibujante. La verdad es que hoy, con los medios disponibles, es perfectamente viable el poder ver Locke & Key en miniserie. Al menos me gustaría que le dieran una segunda oportunidad.
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