Esta semana es la vuelta al colegio. Al menos, en el
Barrilete, porque la frase es más de principios de septiembre para desgracia de
los estudiantes. A quienes ni el colegio ni los internados parecen tener la más
mínima gracia. Algo que no pasa en las
novelas de temática escolar, donde estos alojamientos son escenarios para todo tipo de aventuras. Y en el caso de estos
dos, ni siquiera es necesario que su protagonista sea un mago. Las propias
clases son una fuente de historias más que suficiente.
Jean Webster. Papaíto Piernas Largas. Conocí el libro
gracias a una versión anime que en un principio, casi me mata del susto. Los
diseñadores habían decidido que Judy Abbott, una huérfana a la que un
benefactor desconocido paga sus estudios universitarios con la condición de que
esta le escriba todos los meses, fuera vestida y peinada como Pippi
Calzaslargas. Al haberla pillado empezada, no sabía qué hacía el personaje de
Astrid Lindgren encerrada en un orfanato, donde estaban sus mascotas y por qué
no se marchaba de aquel hospicio usando su fuerza descomunal. A los diez
minutos me di cuenta que por suerte, eran tanto una historia como unos
personajes distintos, pero ¡Menuda impresión!
La serie era mucho más amplia que el libro que adapta, que
en realidad, es una colección de anécdotas más someras, mediante las cartas que
envía su protagonista, acerca de su vida en la universidad, sus amigos,
vacaciones y sobre todo, cómo esta, a lo largo de cuatro años, va madurando
desde la adolescencia hasta terminar sus estudios.
De forma general, la temática de la novela es la de la vida
escolar, junto a la trama romántica que va gestándose en los últimos capítulos
o cartas. Pero también una apreciación sobre las oportunidades de todos los
alojados en hospicios y centros de caridad. Estas se presentan en realidad de
una forma muy ligera, debido al tono del libro y el carácter de su
protagonista, pero donde se menciona la actitud patermalista de los benefactores
y la formación, unicamente destinada a crear trabajadores de cuello azul, a la
que accedían sus internos. El estilo, muy centrado en el optimismo y edad de su
personaje, me hacía temer que el libro resultaría hoy pasteloso o que no habría
envejecido muy bien. Pero en realidad Judy Abbott, salvando sus limitaciones,
resulta un personaje entrañable y en el que se refleja perfectamente la rapidez
de los cambios de la adolescencia: en sus primeras cartas lo mismo habla de
vestidos que de libros y de actividades deportivas, para irse volviendo más
independiente y rebelarse contra la
deuda que para ella supone el aceptar un dinero extraño. Quizá el aspecto
romántico es el que sí pueda resultar más empalagoso…pero exceptuando el que no
es un tratamiento que a mí me guste demasiado, no lo es más que muchas comedias
románticas que pueden verse hoy.
Pierre Véry. Los desaparecidos de Saint-Agil. Como escritor
de novelas policíacas y juveniles, hoy no se le ve por más sitios, y eso
teniendo suerte, que las tiendas de saldo donde se encuentren aún novelas de
los setenta y ochenta. No fue ahí, pero sí en un cajón de un desván, donde
encontré una novela de Goupí Manos Rojas, un personaje un tanto inquietante y
un retrato también un tanto extraño de la Charenta y de los barrios de París.
Después llegaría Monsieur Marcel, el de las pompas fúnebres, y tratándose este
de una novela policíaca, me sorprendió que un libro juvenil, como Los
desaparecidos de Saint Agil, perteneciera a la misma serie (estos, y cuatro o
cinco tomos más, comparten personaje común).
Saint-Agil es un pensionado, un internado y colegio para
jóvenes en París a principios del siglo XX. De los que un grupo de estudiantes
ha formado una sociedad secreta llamada Chiche Capon, cuyos miembros aspiran
algún día a llegar a Estados Unidos. Cuando uno de sus miembros desaparece, y
llega a manos de sus compañeros una postal enviada desde Chicago, sus
compañeros sospechan de su paradero: ninguna de las frases y códigos usados por
ellos parece la correcta, y André Baume sospecha que Sorges, el primer alumno
desaparecido, intenta comunicarle algo con ella.
La novela, escrita en los años treinta, se ambienta en la
época de preguerra, a la que, a partir de los diálogos de algunos profesores,
convierte en un trasfondo más, y es también muy deudora de los folletines de
entonces. Desapariciones inexplicables hasta el último momento, tramas
criminales, detectives infiltrados de formas peregrinas, y sobre todo,
pasadizos secretos y escondrijos en los momentos adecuados son detalles que se
harán muy familiares. Pero lo que hace que no se quede en una historia de
misterio para jóvenes, sin más, es la melancolía que desprende en más de una
ocasión: el uso de dos espacios temporales distintos en la narración, la de los
estudiantes y sus versiones adultas, el momento de la visita de los antiguos
alumnos y, en cierto modo la más triste, la pérdida de la ilusión y la fantasía
al disolverse la banda imaginaria de los Chiche Capon, para ser sustituida, en
los mismos escondites y códigos, por alumnos más jóvenes y fascinados por las
aventuras en la Antártida. Todo esto la convierte en una ficción un tanto
lejana, y a veces nostálgica, pero que también por eso ofrece detalles muy
curiosos: en la novela no hay ni un solo personaje femenino. Algo comprensible
al tratarse de un internado para chicos, pero hoy la idea de un libro para
adolescentes sin interés romántico de por medio resulta casi impensable en el
mundo editorial.
Salvando todas las distancias, la novela de Pierre Véry me ha recordado a unas novelas infantiles que vendía Susaeta a principios de los noventa y que creo que se llaban 'PAKTO Secreto', que trataban sobre un grupo de estudiantes en un internado y sus investigaciones sobre crímenes.
ResponderEliminarDe esas me acuerdo, aunque el estilo de la novela de Véry es muy distinto: aquí el tema de la banda de los protagonistas es algo que ellos mismos consideran un juego, aunque lo tomen en serio, y que se va viendo cómo es algo inherente a las siguientes generaciones de estudiantes. Lo cierto es que esta forma de plantear la imaginación de los chavales es uno de los detalles más interesantes del libro.
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