miércoles, 9 de marzo de 2016

Lecturas de la semana. Internados, residencias y estudios varios



Esta semana es la vuelta al colegio. Al menos, en el Barrilete, porque la frase es más de principios de septiembre para desgracia de los estudiantes. A quienes ni el colegio ni los internados parecen tener la más mínima gracia.  Algo que no pasa en las novelas de temática escolar, donde estos alojamientos son escenarios  para todo tipo de aventuras. Y en el caso de estos dos, ni siquiera es necesario que su protagonista sea un mago. Las propias clases son una fuente de historias más que suficiente.

 

Jean Webster. Papaíto Piernas Largas. Conocí el libro gracias a una versión anime que en un principio, casi me mata del susto. Los diseñadores habían decidido que Judy Abbott, una huérfana a la que un benefactor desconocido paga sus estudios universitarios con la condición de que esta le escriba todos los meses, fuera vestida y peinada como Pippi Calzaslargas. Al haberla pillado empezada, no sabía qué hacía el personaje de Astrid Lindgren encerrada en un orfanato, donde estaban sus mascotas y por qué no se marchaba de aquel hospicio usando su fuerza descomunal. A los diez minutos me di cuenta que por suerte, eran tanto una historia como unos personajes distintos, pero ¡Menuda impresión!
 
 

La serie era mucho más amplia que el libro que adapta, que en realidad, es una colección de anécdotas más someras, mediante las cartas que envía su protagonista, acerca de su vida en la universidad, sus amigos, vacaciones y sobre todo, cómo esta, a lo largo de cuatro años, va madurando desde la adolescencia hasta terminar sus estudios.

De forma general, la temática de la novela es la de la vida escolar, junto a la trama romántica que va gestándose en los últimos capítulos o cartas. Pero también una apreciación sobre las oportunidades de todos los alojados en hospicios y centros de caridad. Estas se presentan en realidad de una forma muy ligera, debido al tono del libro y el carácter de su protagonista, pero donde se menciona la actitud patermalista de los benefactores y la formación, unicamente destinada a crear trabajadores de cuello azul, a la que accedían sus internos. El estilo, muy centrado en el optimismo y edad de su personaje, me hacía temer que el libro resultaría hoy pasteloso o que no habría envejecido muy bien. Pero en realidad Judy Abbott, salvando sus limitaciones, resulta un personaje entrañable y en el que se refleja perfectamente la rapidez de los cambios de la adolescencia: en sus primeras cartas lo mismo habla de vestidos que de libros y de actividades deportivas, para irse volviendo más independiente  y rebelarse contra la deuda que para ella supone el aceptar un dinero extraño. Quizá el aspecto romántico es el que sí pueda resultar más empalagoso…pero exceptuando el que no es un tratamiento que a mí me guste demasiado, no lo es más que muchas comedias románticas que pueden verse hoy.

 
 
Pierre Véry. Los desaparecidos de Saint-Agil. Como escritor de novelas policíacas y juveniles, hoy no se le ve por más sitios, y eso teniendo suerte, que las tiendas de saldo donde se encuentren aún novelas de los setenta y ochenta. No fue ahí, pero sí en un cajón de un desván, donde encontré una novela de Goupí Manos Rojas, un personaje un tanto inquietante y un retrato también un tanto extraño de la Charenta y de los barrios de París. Después llegaría Monsieur Marcel, el de las pompas fúnebres, y tratándose este de una novela policíaca, me sorprendió que un libro juvenil, como Los desaparecidos de Saint Agil, perteneciera a la misma serie (estos, y cuatro o cinco tomos más, comparten personaje común).
 
Saint-Agil es un pensionado, un internado y colegio para jóvenes en París a principios del siglo XX. De los que un grupo de estudiantes ha formado una sociedad secreta llamada Chiche Capon, cuyos miembros aspiran algún día a llegar a Estados Unidos. Cuando uno de sus miembros desaparece, y llega a manos de sus compañeros una postal enviada desde Chicago, sus compañeros sospechan de su paradero: ninguna de las frases y códigos usados por ellos parece la correcta, y André Baume sospecha que Sorges, el primer alumno desaparecido, intenta comunicarle algo con ella.

La novela, escrita en los años treinta, se ambienta en la época de preguerra, a la que, a partir de los diálogos de algunos profesores, convierte en un trasfondo más, y es también muy deudora de los folletines de entonces. Desapariciones inexplicables hasta el último momento, tramas criminales, detectives infiltrados de formas peregrinas, y sobre todo, pasadizos secretos y escondrijos en los momentos adecuados son detalles que se harán muy familiares. Pero lo que hace que no se quede en una historia de misterio para jóvenes, sin más, es la melancolía que desprende en más de una ocasión: el uso de dos espacios temporales distintos en la narración, la de los estudiantes y sus versiones adultas, el momento de la visita de los antiguos alumnos y, en cierto modo la más triste, la pérdida de la ilusión y la fantasía al disolverse la banda imaginaria de los Chiche Capon, para ser sustituida, en los mismos escondites y códigos, por alumnos más jóvenes y fascinados por las aventuras en la Antártida. Todo esto la convierte en una ficción un tanto lejana, y a veces nostálgica, pero que también por eso ofrece detalles muy curiosos: en la novela no hay ni un solo personaje femenino. Algo comprensible al tratarse de un internado para chicos, pero hoy la idea de un libro para adolescentes sin interés romántico de por medio resulta casi impensable en el mundo editorial.

2 comentarios:

  1. Salvando todas las distancias, la novela de Pierre Véry me ha recordado a unas novelas infantiles que vendía Susaeta a principios de los noventa y que creo que se llaban 'PAKTO Secreto', que trataban sobre un grupo de estudiantes en un internado y sus investigaciones sobre crímenes.

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  2. De esas me acuerdo, aunque el estilo de la novela de Véry es muy distinto: aquí el tema de la banda de los protagonistas es algo que ellos mismos consideran un juego, aunque lo tomen en serio, y que se va viendo cómo es algo inherente a las siguientes generaciones de estudiantes. Lo cierto es que esta forma de plantear la imaginación de los chavales es uno de los detalles más interesantes del libro.

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