jueves, 26 de noviembre de 2015
The Conspiracy (2012). Para ser sociedades secretas, no se esconden mucho.
El formato de grabar en primera persona no se ha quedado en dar botes en un edificio vacío. Bueno, lo de mover la cámara es algo que se sigue haciendo en todos, pero con el tiempo ha demostrado que es posible contar una variedad de historias que no esperaba el público, con mayor o menor fortuna. Desde logros como REC o El cazador de Trolls, experimentos curiosos como As Above, So Below u otros que se van salvando, como The Pyramid (me ganó por los gaticos momia, lo reconozco), hasta los ue cansaron, como VHS. En su mayor parte, también estaba ligado al género terrorífico, aunque es igual de válido para presentar algo más alejado de los monstruos que se ven desde una esquina.
The Conspiracy opta por plantear un documental sobre el mundo de las conspiraciones. O en concreto, cómo las ven determinadas personas. En concreto, sus protagonistas siguen a un paranoico cualquiera para reflejar su visión del mundo, poblado por grupos en la sombra y catástrofes planificadas por órdenes superiores. Es tras su desaparición cuando los protagonistas (al menos, uno) decide seguir las notas dejadas por este, buscando...bueno, ni idea, porque no queda claro. Pero es en las anotaciones de alguien a quien no tomaban en serio donde encuentran menciones al club Tarsus, un grupo formado por personas influyentes y cuyas intenciones se esconden tras definiciones muy vagas como "intercambio de ventajas", "sinergias y conocimientos" y "nuevo orden mundial". Y es, gracias a continuar con su investigación, cuando se les presenta la posibilidad de infiltrarse en una de sus reuniones.
Tras docenas de películas muy apegadas al tema de los monstruos o a las investigaciones informales, este guión se agradece por la novedad de la idea: recurrir a la realización de un documental sobre una actividad y teorías que son familiares gracias a los programas del Canal Mega. Y la ventaja principal de esta realización es su formato, gracias al cual la calidad de cámara se mantiene en buenos niveles. es solo en el último tercio, donde empezaría la parte más interesante y más movida, cuando se recurre a una calidad de imagen más modesta. Pero lo cierto es que también debido a su montaje, el cambio de montajes está muy bien medido y los períodos de tiempo en que la filmación se hace más catótica, mucho más dosificados. Además, todo el tema del documental va vinculándose a la trama de una forma bastante ingeniosa.
Otro elemento a favor es, sorprendentemente, los personajes: en este género no suele dar tiempo a que estos estén bien caracterizados, o en el peor de los casos, son las caricaturas más insufribles que se pueden aguantar hora y veinte. Aquí son, cuando menos, correctos: se les caracteriza como profesionales que llevan a cabo una labor periodística, y a través de la cual se va conociendo sus rasgos e intereses. Por eso cualquier intención de incluir gracias se ve minimizado, incluso ante un personaje tan risible como el teórico de la conspiración, al que los protagonistas tratan, bien con un poco de ironía fuera de cámara, pero siembre con respeto. Solo con hacer que los personajes no sean una panda de resabiados a los que el público quiere que se los carguen cuanto antes, tienen media película ganada.
En realidad las ventajas se quedan aquí, por que la producción es en el fondo, muy correcta. La idea está bien, los protagonistas también, y está bien, incluso muy bien, realizada. Pero eso es lo mejor que se puede decir de ella. Se ve un poco para pasar el rato, sin que aburra y sin que emocione, pero también procurando no fijarse mucho en los fallos de guión que salen: que una sociedad secreta vaya por un bosque invocando a mitra y montando un ceremonial teatrero digno de un comic de Adèle Blanc-Sec o una novelita de Harry Dickson tiene su gracia, pero no sentido. Como tampoco lo tiene el que los protagonistas se encuentren con los secundarios que en el momento adecuado, los pasen toda la información y medios que necesitan para llegar al desenlace. Tampoco voy a quejarme porque he visto otras películas de cámara en mano muchísimo peores que esta, y al menos en este caso se han propuesto ofrecer una idea distinta y mejor planteada.
The Conspiracy no es la película del año. Ni del mes, pero sí para echar una tarde cuando no hay otra disponible y ver algo que entretiene con la que se queda un buen sabor de boca. Y a la que hay que reconocer que el tono de conspiración y manipulaciones variadas sí que lo han clavado, siendo precisamente uno de sus puntos fuertes. Además de ser recomendable el prestarle un poco de atención a los créditos finales, que incluyen un guiño bastante ingenioso.
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