jueves, 5 de noviembre de 2015

Lecturas de la semana. Antologías variadas. O no tanto



Desde el verano  llevaba bastante sin leer relatos cortos, y, si cuento desde entonces, todavía más. Al menos, es lo que ha pasado con las que consisten en recopilaciones con autores variados (porque en realidad, de gente como Thomas Ligotti o Lovecraft apenas tienen algo más que no se considere cuentos). Pero esta semana estaba, además de con ganas de leer algo de terror, con morriña de una década concreta. Por eso  acabé con un par de antologías que tienen un par de cosas en común: ambas son del año 89, época en la que era muy difícil ser más famoso que Stephen  King y en que gran parte de esta narrativa era tan o más serie B que las películas. Y ninguna de las dos tiene un contenido común salvo el ser lo que el recopilador consideraba lo mejor del género. Lo que en algunos casos va un poco con lo que gustaba en la década, y otros, un tanto arbitrario.

 

The Mammoth Book of Best New Horror. Esta antología con lo mejor del terror se edita cada año desde el 89. Es bastante extensa, alcanzando unos 25 o 26 relatos, y lo  mismo ocupa dos páginas que incluso lo que podría considerarse una novela corta. Gracias a esta idea de querer juntar lo más sobresaliente del año, y su periodicidad, es bastante fácil ir viendo cómo han cambiado los tópicos en el género, y de paso, qué autores se han acabado haciendo un nombre y cuales se han quedado en solo un relleno. Además, incluye un artículo sobre lo más reseñable que ha sucedido en el género fantástico durante cada edición y una lista con los fallecimientos de autores y cineastas, por lo que además de los cuentos, estos tomos son todo un anuario y siempre resultan minimamente entretenidos.

Una vez leída, y comparada con las posteriores, como las de principios del 2000, esta resulta bastante irregular: la mejor aportación es la de Ligotti, junto a un relato largo de Karl Edward Wagner, quien escribió varias novelas de Conan, que parece el comienzo de una novela de fantasía urbana. El resto se quedan un poco entre la anécdota, lo olvidable, o en el caso de Richard Laymon, en un texto malo con avaricia, pero por suerte, bastante más corto que las novelas de este hombre.


 

El festín de las máscaras. La colección de terror de Martinez Roca contaba al menos en un tercio con antologías de diverso origen y de las que traducían sus títulos un poco como les daba la gana (los otros dos tercios eran novelas que oscilaban entre lo entretenido y el taco para calzar mesas). El típico ejemplo era la serie Horror, que podían ser recopilaciones específicas o de alguna revista como Twilight Zone. El festín de las máscaras es en realidad el tercer volumen de Masques, una antología de J. N. Williamson sin demasiada periodicidad que llegó hasta mediados del 2000.

En general esta resulta bastante mejor comparada con la anterior. Esta se ha distribuido en distintos aspectos, separando entre los relatos de corte más clásico, los que tratan miedos y aspectos más modernos y el terror psicológico. Y la gran parte de estos resultan bastante divertidos. Algunos por lo original y por su humor extraño, como un concurso de deletreo llevado al extremo en el de Adobe James y otros por conseguir una situación realmente angustiosa sin un solo elemento sobrenatural, como El cráneo de Diane Taylor. Hay una parte a la que solo se le puede reconocer que son flojos, y donde parece que el autor tiene que hacer aparece un monstruo como sea. Esta última parte por desgracia aún es abundante, aunque la mayoría, leídos hoy, tienen hasta un punto gracioso y todo, por esa intención tan evidente de ser un relato de terror al uso cuando en realidad, no pasan de ser una anécdota. Pero al menos una anécdota simpática.

 

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