Aunque el cine de fantasmas en los últimos años cuenta con
ejemplos bastante notables, hay un derivado que suele aparecer menos: los
objetos malditos. En los últimos años han aparecido muchas producciones sobre
casas encantadas, pero pocas o ninguna sobre estos últimos. Algo
incomprensible, porque además de ser un motivo argumental algo más dinámico que
una casa embrujada al uso, también sale más económico recurrir a algo más
pequeño que tener que llenar de espectros un inmueble. También es cierto que
cuando se usa, suele ser un recurso muy cutre, y que las últimas películas de
la saga de Amityville tiraban directamente de los cacharros malvados que habían
salido de la malvada casa. Pero en Oculus pasa precisamente lo contrario: han
encontrado algo lo suficientemente sugestivo como para que sirva de motivo a la
película, y que esta pueda ofrecer algo distinto.
Han pasado diez años desde que dos hermanos sobrevivieran a
un atroz crimen cometido por el padre de ambos. Kaylie, la mayor, ha rehecho su
vida, pero Tim ha estado hasta entonces bajo tutela psiquiátrica. Tras
reunirse, vuelven a su antigua casa, donde su hermana pretende limpiar el
nombre de su padre. Ella recuerda que la locura de este fue causada por un
espejo, una antigüedad que a lo largo de los años ha llevado a sus dueños a la
locura y a acabar con sus vidas y las de sus familiares. Con varios monitores
vigilando constantemente el espejo, y un sistema de alarmas que le impide
perder la noción del tiempo, Kaylie, pese a las dudas de su hermano, está
convencida de poder acabar con un objeto cuya influencia hace que sus víctimas
sean incapaces de distinguir la realidad de lo imaginado.
Aunque el tema no sea nuevo, la película cuenta con la
ventaja de haber elegido un elemento que tradicionalmente, cuenta con mucho
potencial: los espejos siempre han dado mucho juego en las historias
sobrenaturales, desde servir como puertas a otros mundos, a otras situaciones
más ambiguas. En muchos casos, el espejo representa un engaño, que no refleja
la realidad como tal. En otras, es el objeto que sirve para mostrarla tal cual
es en tanto hay algo que altera la visión de un personaje. En realidad, esto se
queda un poco como idea, como un objeto con más potencial para una historia de
terror del que podría tener una silla, un armario o un microondas, de modo que
si no se piensa mucho en la idea que puede representar el espejo en cuestión,
se queda un poco como un macguffin: hacía falta algo embrujado, y nada mejor
que un espejo con un marco horrible. Pero esto también lo han tenido muy en
cuenta en el guión, porque uno de los protagonistas expresa sus dudas sobre la
naturaleza de este comentando lo aleatorio que resulta establecer una conexión
entre los crímenes y un objeto cualquiera.
Este es también otro de los elementos claves de la historia:
la ambigüedad sobre lo que sucede. Aunque no escatiman en secuencias
abiertamente fantásticas, y en unas cuantas apariciones fantasmales, en todo
momento mantienen la posibilidad de que haya una explicación racional para lo
sucedido, y que los recuerdos de la protagonista sean ficciones para superar un
trauma. Por lo que en este caso, ha sido bastante útil el caracterizar a uno de
los personajes con una actitud muy racional y muy vinculada a las explicaciones
que puede dar la psicología.
En caso de quedarse con la trama sobrenatural, la forma de
desarrollar su trasfondo ha sido un verdadero acierto. Si lo del objeto maldito
en cuestión parece un poco elegido por las connotaciones que tiene un espejo,
sin más, su planteamiento es completamente distinto. Es uno de esos casos en
los que el público sabe tan poco como los personajes: su origen es desconocido,
solo los crímenes vinculados a su historia, caracterizados estos por la locura
que todos sus propietarios sufrieron en algún momento. En cierto modo, no hay
monstruo con una cara visible, ni un arma concreta, sino que la amenaza para
los personajes viene provocada por la alteración en su percepción de la
realidad y del tiempo.
Como decían en Las doce prueba de Astérix: bonitos ojos. Deben ser muy útiles para leer en cama por las noches.
Esto último sirve de justificación para la narrativa de la
película, que es en dos períodos distintos, pero contada al mismo tiempo: lo
que le sucedió a los protagonistas siendo niños, y sus intentos de acabar con
el espejo diez años después. No se trata de flashbacks, sino que estas se solapan
en distintos momentos de una forma muy sutil. Al haber presentado previamente
la idea de que estos puedan estar viviendo algo que no es real, es fácil saltar
en un mismo escenario de un momento a otro en el tiempo, e incluso hacer que
los protagonistas puedan encontrarse con otros en el pasado e incluso, con
apariciones breves de quienes podrían considerarse fantasmas. Pero este sistema
también es muy difícil de mantener, y al final hace que, si bien es fácil
comprender lo que ha sucedido en esos lapsos de tiempo, acabe resultando muy
confuso lo que les pasa a los personajes…aunque en una historia en la que la
gracia consiste en que estos no sepan lo que es real y lo que no, que el
público acabe igual de desorientado es casi una ventaja.
El reparto está a la altura de la historia, al menos, de lo
que les exige, que es en su mayor parte, acabar volviéndose locos o estar al
borde del colapso. La mayor curiosidad de estos es vengan todos de la
televisión: Rory Cochrane, de CSI Miami, Katee Sackhoff de Battlestar
Galactica, a quien sorprende un poco verla haciendo de madre de familia tras
pasarse media carrera como actriz de acción, y Karen Gillan en uno de sus
primeros papeles después de Doctor Who. No es la suya una actuación
sobresaliente tampoco, y gran parte de sus gestos todavía los reconocía de su
papel de Amy Pond, pero resulta bastante eficiente.
Pese a haber optado por un tipo de narración que a veces se
hace muy confusa, lo mejor que se puede decir de Oculus es que es una película
de terror de verdad. De las que se arriesgan, no dependen de un monstruo
identificable y explotable, ni mucho menos, de un final feliz. Porque su
desenlace es uno de los más cortantes y
cerrados que he podido ver en mucho tiempo.
La tengo en espera, más que nada por las dos protas Katee Sackhoff y Karen Gillan, que el Doctor y BSG tiran mucho.
ResponderEliminarTardé en verla porque lo del espejo malvado no me atraía mucho en principio, pero me ha gustado mucho. Katee Sackhoff, pese a lo poco que sale, genial y muy inquietante.
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