jueves, 16 de abril de 2015

I am a Hero ¿Qué pasa en Japón durante una epidemia zombie?




Una de las mayores novedades que puede aportarse hoy en el género zombie es la localización. Hay miles de comics, de videojuegos y de películas donde describen punto por punto que le pasaría a cualquier superviviente en un pueblo o ciudad Estadounidense. La fórmula está tan explotada que muchos empezaban a preguntarse qué pasaría en otros países, con mayor densidad de población, geografías diferentes, mayor control de armas, o directamente, una cultura y forma de pensar distinta. La tendencia fue cambiando, pudiendo ver qué pasaba en España con los infectados de Rec, a unos policías franceses en La horde, e incluso en un edificio en Alemania en Rammbock. Pero es un manga de Kenzo Hanazawa el que se encarga de presentar un panorama bastante amplio sobre lo que podría pasar en Japón.

 
I am a Hero es la historia de alguien que ni siquiera se considera el protagonista de su propia vida: a sus 35 años, Hideo Suzuki trabaja como asistente de un dibujante manga con la esperanza de ser un artista de renombre. Entre las interminables jornadas de trabajo, una novia que habla continuamente del éxito de su expareja, y sus crisis de pánico, no le queda más consuelo que imaginarse cómo habrían sido las cosas de haber actuado de forma más valiente, y dedicar su escaso tiempo libre a hacer prácticas de tiro en un club con su escopeta. Pero poco a poco las cosas a su alrededor empiezan a cambiar, y no precisamente a mejor: las noticias sobre ataques de personas con comportamientos erráticos son cada vez más frecuentes, y su novia es una de las víctimas. Tras ser atacado por ella, decide huir de una ciudad donde las víctimas se multiplican ante sus ojos. Aún sin haberse atrevido a realizar un solo disparo, Hideo es consciente de una cosa: él es uno de los escasos poseedores de un arma de fuego en Japón, y aunque él todavía no lo crea, la joven a la que salva mientras se ocultaba en el bosque está convencida de algo: él es un héroe.
 
Parecidos desconcertantemente razonables...
 
El tema de las diferencias de escenario es uno de los principales puntos de interés de este manga. El recurrir a un personaje y un estilo tan concreto y conocido por su autor hace que este, además de resultar muy realista, sea también bastante claustrofóbico y proporcione una de las visiones más realistas sobre una catástrofe que podrían aportarse. Así, durante una gran parte de los primeros capítulos, no se narra otra cosa que elementos de la vida diaria junto a unas referencias muy escasas sobre los zombies, que los propios personajes ignoran cambiando de canal o emisora en todo momento. La aparición del tema fantástico es muy gradual, de forma que podría considerarse incluso lenta comparada con otras historias: hasta el final del primer tomo no aparece en viñeta el primer infectado…Y esto implica que hay que comprometerse mucho con la narración, o ponerle mucho interés, para poder llegar hasta ahí: todo lo relacionado con la vida de los dibujantes es algo tan específico, narrado de una forma tan cerrada y llena de referencias a una cultura muy determinada, que en principio puede desanimar a cualquier que buscara un avance rápido, o incluso algo más genérico. Y debo reconocer que esa parte también me costó lo suyo.
 
Pero lo que ofrece algo verdaderamente diferente es precisamente el planteamiento de los primeros días de la epidemia. La indiferencia de una sociedad sobreinformada a cualquier alerta, la incredulidad de lo que pasa y la incapacidad de reaccionar ante esto resulta una visión muy realista e inquietante. Incluso la información y la cultura popular tienen un papel en los primeros momentos de la historia, al hacer referencia a informaciones en foros y teorías, pero la impotencia de los personajes ante lo que sucede sirve también para mostrar esta relación entre el hecho de estar viviendo algo improbable y la imposibilidad de afrontarlo. Lo más evidente de esto es que el protagonista sea incapaz en los primeros tomos de disparar una sola vez, siendo muy consciente de lo que supondría infringir las normas en circunstancias normales. En algunas ocasiones esto obliga un poco a olvidarse de todo lo que se ha leído antes y empezar un poco desde cero, como los propios personajes: al lector puede parecerle poco acertado que los protagonistas decidan buscar un hospital en plena epidemia, pero, tras años de haber visto la misma fórmula una y otra vez, acaba esperando una situación similar y no una donde unos personajes se comporten de una forma aparentemente ilógica, pero realista.
 

También se arriesga a la hora de plantear todo lo relativo a los zombies..O a los infectados. Probablemente esto último, ya que el comportamiento de estos se plantea como un deterioro más gradual, en el que los afectados pierden sus facultades pero a la vez conservan algunas muy básicas: en muchas viñetas estos aparecen repitiendo frases concretas, o llevando a acabo acciones mecánicas. Algo así se había visto en Zombie o El día de los muertos, aunque el autor va más allá y es capaz de desarrollar lo que puede estar pasando por la cabeza de una victima de la infección. Además de ser capaz de saltar de un infectado como tal, a una criatura mucho más grotesca y monstruosa como las que pueden verse más adelante. No llega a quedar muy claro, pero en algunos momentos aparecen infectados con varios miembros o algunos de tamaño monstruoso…aún no sé qué sentido tiene a nivel argumental, pero a efectos artísticos y de hacer una viñeta aterradora, funciona.
 

 
Viñeta que dice a gritos "Esta noche duermo con la cabeza bajo la colcha"
 
El dibujo también es bastante alejado del manga habitual. Tratándose de un comic para adulto, el diseño de los personajes es mucho más realista y menos anime, lo que también permite que algunos puedan representarse de una forma más caricaturesca de lo que suele aparecer en los más populares. Los escenarios también están bastante detallados, aunque el uso de las tramas para detallar los fondos es algo que nunca ha llegado a convencerme en este estilo de dibujo.
 
Quizá los principales defectos son, además de un ritmo bastante lento con el que he tenido que ser muy paciente, el tener un estilo de narrativa difícil de seguir si no se está acostumbrado. Los momentos donde la historia realmente engancha y sorprende se alternan con otros donde el lector se pregunta por qué demonios los personajes hacen cosas bastante extrañas, o por qué sus diálogos en algunos momentos tienen tan poco sentido. Habiendo leído a varios autores japoneses, me parece que esto es más un fallo del guionista que algo propio de la narrativa. O incluso podría deberse a la traducción amateur: en muchos casos los signos de exclamación brillan por su ausencia y esto hace que los gritos de las pobres víctimas parezcan un poco inexpresivos. Pero, en conjunto, y teniendo en cuenta su extensión (unos 16 tomos de 200 páginas), constituye una lectura, un poco lenta en algunos casos, extraña en otros, pero que se sale por completo de la norma para aquellos que hemos visto demasiadas veces la historia de zombies de siempre.
 
 

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