Reconozco que no me gusta el futbol. Bueno, hace algunos
años, “no gustar” era decir poco. Era una de las cosas que más podían
repatearme: cualquier partido suponía cancelar programas en tv a última hora,
la imposibilidad de salir sin oir todo tipo de jaleos y vítores, y además,
vivir encima de un bar no insonorizado cuyos parroquianos gritaban cual banda
de jinetes dothrakis ante cualquier jugada hacía más difícil entender un juego
capaz de convertir al público en zombie. Con el tiempo, y al ampliarse las
alternativas de ocio los días de partido, pasó a convertirse en algo que sigue
sin interesarme, pero no tan irritante. No imaginaba que en Francia a un
guionista se le ocurriera también la analogía de los zombies y se le ocurriera
escribir algo sobre un escenario muy concreto: una epidemia durante un partido
de futbol. Aunque el planteamiento no sea tan descabellado, tratándose de un
país con bastante afición a este deporte.
Goal of the Dead se encarga de plantear esto de una forma
muy irónica desde el principio. El partido en cuestión no es un mundial, ni una
liga, ni ningún evento mayoritario: solo es un partido regional en Caplongue,
un pequeño pueblo donde el Olympique jugará contra el equipo local. Este es uno
de los últimos partidos de Sam Lorit, uno de los jugadores más antiguos y
originario de ese pueblo. Y también para Idriss, el pichichi del equipo que en
breve será trasferido a Londres. En un estadio lleno de lugareños que no dudan
en insultar a los jugadores visitantes, que desprecian a Lorit como un vendido,
donde los jugadores tienen la cabeza en próximos traspasos en vez del deporte,
y donde las groupies buscan plan con quien sea, la situación solo podía
complicarse más cuando un jugador local, tras sufrir una reacción adversa al
inyectarse anabolizantes, irrumpe en el campo destrozando literalmente a los
jugadores e infectando a todos los que se crucen con él.
O bien esta historia ha sido escrita por alguien que ha
visto mucho futbol, o bien por alguien a quien le gusta muy poco. En el primer
caso, porque el planteamiento de la película es similar a la de un partido:
esta se divide en dos tiempos, al igual que el juego. La primera parte sirve
para presentar la situación, personajes y desarrollar todo lo relacionado con
el futbol. El segundo tiempo entra de lleno en el cine de zombies, con los
personajes principales encerrados en un espacio cerrado e intentando huir de
los infectados que los atacan.
La segunda posibilidad es bastante evidente a los diez
minutos de película: el retrato que se hace de ese deporte es el más ácido que
podría hacerse, y no queda títere con cabeza. Jugadores, representantes,
periodistas e incluso aficionados, son presentados con todo tipo de
características negativas asociadas al mundo del deporte profesional. La falta
de deportividad y el divismo de los jugadores, el funcionamiento de los clubes
similar al de una empresa mercantil, e incluso los propios aficionados, más
ocupados en insultar a los deportistas que en disfrutar de un partido, e
incluso una referencia bastante ácida a las groupies, lo casquivano de las
estrellas y a las periodistas que son poco más que una cara bonita…Vamos, que
solo hace falta pensar uno de los tópicos negativos y probablemente lo hayan tenido
en cuenta de la forma más hiriente posible. Incluso el personaje principal, al
que suavizan un poco por aquello de necesitar un protagonista un poco más
equilibrado, o al menos, que genere simpatía, es presentado con muchas de las
características propias de las estrellas: agresivo y amargado, pero a pesar de
todo, consigue ser la voz más coherente tanto durante el partido, criticando el
fanatismo de los aficionados, como a partir del momento en el que la trama pasa
a ser una historia de zombies al uso.
El recurso que han utilizado para desarrollar el resto de la
historia ha sido el de la comedia negra. Esta es más cercana a Shaun of the
Dead que a La horde, planteando todo lo relativo a los infectados de una forma
bastante cómica: desde el primer contagio, provocado por una mala reacción a
los anabolizantes, hasta el comportamiento de la primera víctima. Este,
completamente enloquecido, recorre un campo corriendo y matando a todos los que
se encuentra…pero también patea todo aquello con forma esférica. Sean balones o
el trasero de un tipo agachado. Lo que, además de recordar un montón a los
chistes de Mortadelo y Filemón, es uno de los mejores gags de la película. También
han aprovechado lo relativo al contagio y los infectados para darle una
perspectiva más humorística: este se transmite por el vómito…Lo que hace que
esas primeras secuencias recuerden muchísimo a algunos de los sketchs más
bestias de los Monty Python. Definitivamente, se tomaron en serio esto de hacer
una comedia con todas las herramientas posibles. Y lo cierto es que les sale
bien, porque en lo relativo a la segunda parte, ha sido la más redonda, en
cuanto a humor, acción y desenlace, y creo que no me había reído tanto con una
de zombies desde la protagonizada por Simon Pegg.
Probablemente, la idea de dividir la película en dos ha sido
todo un acierto. Vista en conjunto, puede resultar un poco irregular: la
primera parte puede hacerse un poco más extensa y centrada en unos chistes
relativos a situaciones más comunes, mientras que la segunda entra de lleno en
el género fantástico. Aquí el que esta haya tenido dos directores, y que cada uno se encargara de una mitad, se nota bastante. Pero precisamente esta distribución hace que pueda verse
de forma separada, en plan miniserie, haciendo que esta resulte un poco más
uniforme y repartiéndose las dos horas en una historia compuesta de dos
escenarios muy distintos. De todas formas, ambas partes resultan una comedia
negra la mar de efectiva y entretenida…Y mientras escribo esto, en el bar
siguen con su jaleo futbolero habitual. Aunque ahora tengo menos claro si se
trata de un partido o se han convertido en zombies.
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