lunes, 2 de febrero de 2015

El regreso de los muertos vivientes (1985). Cereeebros..


Es imposible pensar en las películas de zombies tal y como las conocemos hoy sin pensar en dos sagas. Una es la de Romero, que planteó el género como tal, y la otra, con el curioso título de El regreso de los muertos vivientes, no solo se gana su puesto por méritos propios, sino que podría considerarse deudora de La noche de los muertos vivientes original, hasta el punto de que esta le sirve como punto de partida.


Cartelazo de la película
 
Con un título que parece una secuela, un homenaje, o si nos ponemos picajosos, una parodia, esta comienza proponiendo una idea un poco descabellada: ¿Y si los sucesos de La noche de los muertos vivientes hubieran sido ciertos? Y que esto, para no alarmar a la población, se hubiera hecho pasar por una película, mientras el ejército se encargaba de hacer desaparecer a los cadáveres vivientes. O, al menos, encerrarlos en bidones herméticos para evitar que el gas que los reanima volviera a salir, o para tener a mano futuros experimentos. Pero esto no resulta muy efectivo cuando uno de ellos se abre accidentalmente…al lado de un cementerio. Lo que no solo afectará a los pobres diablos que estaban presentes, sino a todos los que habían sido enterrados allí, y que ahora han regresado. Y quieren cerebros.



El planteamiento inicial es el de una comedia. En esa década se hicieron muchas producciones donde mezclaban el humor con el género terrorífico, y esta contiene y explota muchos elementos cómicos: los personajes son bastante ridículos. Desde empleados pringados, punks, adolescentes horteras y hasta un empleado de funeraria, que teniendo en cuenta el escenario, no podía faltar. Tanto su caracterización como muchas de sus situaciones y diálogos están pensados para que no se los tome uno demasiado en serio…aunque eso no quiere decir que sean planos o mal desarrollados. Hacen gracia, que es su cometido, pero también despiertan simpatía y preocupación por lo que pueda pasarles, hasta el punto de que estos lleguen a protagonizar secuencias sorprendentemente trágicas para una historia que se había planteado como un entretenimiento, un poco macabro quizá, pero humorístico a fin de cuentas.

 



Pero además, la parte cómica más importante es que los zombies hablan. Y esto aporta el mayor componente humorístico de la película. Este el origen de la famosa frase “¡Cereeebroos….!” Que se ha asociado a los zombies en muchas parodias. Y de momentos humorísticos geniales como el de un zombie utilizando la radio de un coche y pidiéndo más patrullas, una y otra vez. Porque lo cierto es que el humor, como debe ser en una historia que incluye cementerios y muertos vivientes, es muy negro, y pensado para que el espectador también se divierta a costa de las diversas muertes y persecuciones que sufren los supervivientes.

 

Este estilo de humor, mucho más alejado de otras producciones más ligeras de la década, es muy adecuado: se trata de una comedia de terror, y esta última parte también se la han tomado muy en serio. De entrada, optan por presentar unos zombies practicamente indestructibles, inmunes a los disparos, a ser troceados, y a los que incinerarlos solo hace que la infección se extienda por el aire. Además, llegan a plantear su propia explicación al comportamiento de estos, tan inquietante como la alternativa de Romero sobre el infierno lleno, que había planteado en Zombie.



 También cuenta con un diseño de lo más variado para los muertos vivientes: desde los típicos recientes hasta los que parecen sacados de un comic de Cuentos de la cripta. Pero si hay uno inolvidable es el que tiene su primera aparición y al que los fans bautizaron como Tarman: una cadáver podrido cubierto de brea, que entre su aspecto y sus movimientos extraños, es de esos monstruos que debió provocar pesadillas a más de un niño en los ochenta. Y que, al igual que toda la película, funciona igual de bien que toda la película: da miedo, es grotesco, pero también es imposible no reírse con sus secuencias.

 

Es lunes. Toca nightmare fuel
 
El desenlace es tan adecuado para una comedia negra como para una película de terror: no solo resulta exagerado y corta por lo sano de una forma bastante inesperada, sino que también da lugar a un final abierto que da a entender que algo podría ir peor…y que también podría haber secuelas. Que las hubo. Y aunque estas conservaron la mayoría de los aportes interesantes de El regreso de los muertos vivientes, no llegaron a ser tan buenas como la original: la segunda parte se estrenó en España como La divertida noche de los zombies, y es ya una comedia abiertamente, en la que el humor es mucho más tontorrón y alocado. Y una tercera parte, a la que aquí llamaron Mortal Zombie a saber dios por qué, opta por un argumento más serio…y una falta de medios bastante evidente, donde la realización es un tanto torpe. Quizá no fuera como para preguntarse cómo pudieron salir unas secuelas tan flojas, pero sí para plantearse en qué piensan a la hora de traducir algunos títulos.

2 comentarios:

  1. A mí me gustó el tono que eligió para la película, es una buena secuela

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  2. Es divertida, aunque me parece más redonda esta. Y tiene el punto justo entre pasar miedo y la comedia.

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