Es imposible pensar en las películas de zombies tal y como
las conocemos hoy sin pensar en dos sagas. Una es la de Romero, que planteó el
género como tal, y la otra, con el curioso título de El regreso de los muertos
vivientes, no solo se gana su puesto por méritos propios, sino que podría
considerarse deudora de La noche de los muertos vivientes original, hasta el
punto de que esta le sirve como punto de partida.
Cartelazo de la película
Con un título que parece una secuela, un homenaje, o si nos
ponemos picajosos, una parodia, esta comienza proponiendo una idea un poco descabellada:
¿Y si los sucesos de La noche de los muertos vivientes hubieran sido ciertos? Y
que esto, para no alarmar a la población, se hubiera hecho pasar por una
película, mientras el ejército se encargaba de hacer desaparecer a los
cadáveres vivientes. O, al menos, encerrarlos en bidones herméticos para evitar
que el gas que los reanima volviera a salir, o para tener a mano futuros
experimentos. Pero esto no resulta muy efectivo cuando uno de ellos se abre
accidentalmente…al lado de un cementerio. Lo que no solo afectará a los pobres
diablos que estaban presentes, sino a todos los que habían sido enterrados
allí, y que ahora han regresado. Y quieren cerebros.
El planteamiento inicial es el de una comedia. En esa década
se hicieron muchas producciones donde mezclaban el humor con el género
terrorífico, y esta contiene y explota muchos elementos cómicos: los personajes
son bastante ridículos. Desde empleados pringados, punks, adolescentes horteras
y hasta un empleado de funeraria, que teniendo en cuenta el escenario, no podía
faltar. Tanto su caracterización como muchas de sus situaciones y diálogos
están pensados para que no se los tome uno demasiado en serio…aunque eso no
quiere decir que sean planos o mal desarrollados. Hacen gracia, que es su
cometido, pero también despiertan simpatía y preocupación por lo que pueda
pasarles, hasta el punto de que estos lleguen a protagonizar secuencias
sorprendentemente trágicas para una historia que se había planteado como un
entretenimiento, un poco macabro quizá, pero humorístico a fin de cuentas.
Pero además, la parte cómica más importante es que los
zombies hablan. Y esto aporta el mayor componente humorístico de la película. Este
el origen de la famosa frase “¡Cereeebroos….!” Que se ha asociado a los zombies
en muchas parodias. Y de momentos humorísticos geniales como el de un zombie
utilizando la radio de un coche y pidiéndo más patrullas, una y otra vez. Porque
lo cierto es que el humor, como debe ser en una historia que incluye
cementerios y muertos vivientes, es muy negro, y pensado para que el espectador
también se divierta a costa de las diversas muertes y persecuciones que sufren
los supervivientes.
Este estilo de humor, mucho más alejado de otras
producciones más ligeras de la década, es muy adecuado: se trata de una comedia
de terror, y esta última parte también se la han tomado muy en serio. De
entrada, optan por presentar unos zombies practicamente indestructibles, inmunes
a los disparos, a ser troceados, y a los que incinerarlos solo hace que la
infección se extienda por el aire. Además, llegan a plantear su propia
explicación al comportamiento de estos, tan inquietante como la alternativa de
Romero sobre el infierno lleno, que había planteado en Zombie.
Es lunes. Toca nightmare fuel
El desenlace es tan adecuado para una comedia negra como
para una película de terror: no solo resulta exagerado y corta por lo sano de
una forma bastante inesperada, sino que también da lugar a un final abierto que
da a entender que algo podría ir peor…y que también podría haber secuelas. Que
las hubo. Y aunque estas conservaron la mayoría de los aportes interesantes de
El regreso de los muertos vivientes, no llegaron a ser tan buenas como la
original: la segunda parte se estrenó en España como La divertida noche de los
zombies, y es ya una comedia abiertamente, en la que el humor es mucho más
tontorrón y alocado. Y una tercera parte, a la que aquí llamaron Mortal Zombie
a saber dios por qué, opta por un argumento más serio…y una falta de medios
bastante evidente, donde la realización es un tanto torpe. Quizá no fuera como
para preguntarse cómo pudieron salir unas secuelas tan flojas, pero sí para
plantearse en qué piensan a la hora de traducir algunos títulos.
A mí me gustó el tono que eligió para la película, es una buena secuela
ResponderEliminarEs divertida, aunque me parece más redonda esta. Y tiene el punto justo entre pasar miedo y la comedia.
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