jueves, 25 de septiembre de 2014

Avatar, The Last Airbender (2010). De artes marciales y magias varias


The Last Airbender son de esos dibujos que habían quedado aparte por ser difícil seguirlos, al menos, tal y como los suelo ver en los canales de tv. Es fácil cogerle el ritmo a Hora de aventuras o Historias corrientes, por su estructura episódica. Pero cuando empiezo a ver que algo lleva un argumento continuo, o lo pillo desde el principio, o se queda por ahí. El dibujo amerimanga tampoco me convencía, aunque la serie tenía muy buenas referencias y alguno de los escenarios que había podido pillar haciendo zapping sí parecían interesantes.




Al final se me ocurrió empezar con la película de  Shyamalan donde adaptaba el grueso de la historia. Aunque esta había tenido muy malas críticas, no había visto nada de este director desde el Bosque y quería saber cómo se las arreglaba en un guión sin giros de guión reveladores. En ella se presenta un mundo formado por cuatro naciones, correspondientes al agua, aire, fuego y tierra. En cada una hay maestros que dominan estos elementos y pueden utilizarlos a modo de hechizos. Se dice que el Avatar, una encarnación que renace cada cierto tiempo, es capaz de controlar los cuatro, pero este ha desaparecido hace décadas, cuando la nación del Fuego decidió invadir al resto. Katara y Sokka, dos jóvenes de la nación del agua, encuentran a un niño que dice haberse escapado hace días del templo del Aire. Algo sorprendente, tanto como la posibilidad de  que Aang sea el Avatar perdido. Perseguidos por el ejército del fuego, los tres intentarán completar la formación de Aang en el resto de elementos y detener la guerra que arrasa las distintas naciones. 


Lo que más aleja a Airbender de películas de fantasía anteriores es su ambientación en un mundo donde todo es de influencia oriental y asiática: en las cuatro naciones aparecen representadas los monjes shaolin, las culturas inuit, china e incluso persa. Esta última es la más golosa a la hora de representar, al ofrecer la posibilidad de recrear todo tipo de escenarios imperiales, ejércitos e incluso maquinaria de guerra que resulta bastante steampunk. La trama sobre el avatar, tan relacionada con monasterios y reencarnaciones, es fácil de reconocer. E incluso las secuencias donde los personajes usan los elementos recuerda mucho a los movimientos de artes marciales. Tampoco era muy habitual del cine fantástico oriental, ni de nada que estuviera influído por este, por lo que me resultó muy llamativo y bien logrado para los poco familiarizados con él.



Aún sin conocer la serie, se notan bastantes defectos a la hora de adaptar la totalidad a un metraje más limitado: esta resulta bastante atropellada, y en demasiadas ocasiones, los personajes parecen comportarse de una forma determinada porque es lo que les toca hacer ¿Qué aparece un niño que puede ser la reencarnación de alguien? Pues hala, hay que cruzar el mundo con él sin complicarse más la vida ¿Qué tiene que entrenarse en algo? Pues hala, a buscar maestros y superar los niveles como si de un videojuego se tratara. Además, hasta algunos personajes principales parecen muy poco caracterizados. exceptuando dos que junto al protagonista son los más importantes (en este caso, Katara y Zuko, el hijo del señor del Fuego), el resto se queda a rebufo de los demás. Es bastante cantoso en el caso de Soka, quien acompaña a los protagonistas, y aún debiendo tener más presencia, se limita a ir de un lado a otro. Esto acaba afectando a parte del guión, que hace que algunos de los personajes parezcan estar ahí como Deux ex Machina para solucionar algún problema en la trama principal.



Una de las críticas más negativas que sufrió la película fue su elección del casting. Principalmente, esa nación del Fuego caracterizados como árabes, pero sobre todo, el que dos de los personajes principales sean claramente caucásicos cuando, tanto los originales como su propia tribu en la versión cinematográfica, son orientales. Una decisión bastante desafortunada que en el primer caso, se salva gracias a una caracterización de la nación y la cultura muy cuidada y coherente consigo misma. Pero que el segundo, es bastante paradógica y parece deberse únicamente a la intención de incluir caras que atraigan al público mayoritario.  


No sé cuantas diferencias habrá con el material original, o si este ha sido respetado, por lo que no puedo quejarme de si es una buena o mala adapción. Al final se la jugaron con un desenlace demasiado abierto, de esos que cuentan con tener una secuela sí o sí, y que de momento, no tiene pinta de haber sido acortado. En general, y aún con todos los fallos de ritmo y lo acelerado del guión, me pareció entretenida y bastante mejor que versiones de material foráneo como 47 Ronin. Además, si me ha animado para empezar con la serie de dibujos, tan fallida no ha resultado. 

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