De los hermanos Wachowski se habló durante un quinquenio
gracias a Matrix, bastante bien por su primera entrega, y con más dudas en
cuanto al resto de la trilogía. Después se les ocurrió hacer una película
basada en un anime de los sesenta sobre un piloto de carreras. Los directores
decidieron ofrecer la visión de esta tal y como la recordaban de niños...salvo
que esta vez, su forma de rodar no tuvo tanta aceptación como el bullet-time
que utilizaron hace una década.
Speed Racer es un joven cuyo interés por los automóviles viene unido a la
lealtad a su familia, amigos, y a la memoria de su hermano fallecido en una
carrera. Al declinar la oferta de unirse a la escudería de un importante
empresario, este le revela la verdad sobre el mundo de las carreras
profesionales: todas están amañadas y lo importante son los beneficios que
estas proporcionan a los especuladores. Decidido a limpiarlas de juego sucio,
se une a un equipo formado por el misterioso Piloto X, junto a quien trabajará
para detener a un grupo de mafiosos y conseguir clasificarse para participar en
la carrera automovilística más importante del año.
No conozco la serie (España siempre fue más de Mazinger Z),
por lo que no sé si la película ha sido muy fiel al material original o no. Pero
la intención de los Wachowski parecía ser la de ofrecer lo más parecido a un
dibujo animado que pudiera conseguirse en imagen real. Los escenarios son pura
fantasía y están llenos de colores chillones, de objetos y electrodomésticos
que parecen haberse diseñado en algún momento de los sesenta, y en general,
todo ofrece el aspecto naïf que podría tener una serie de animación de la época.
Hasta los personajes, que se han perfilado de una forma muy simple como podrían
serlo los de una historia para niños muy pequeños: el héroe noblote, la chica
dulce, la mamá atenta y el padre que sabe desde mecánica hasta lucha libre. De hecho hasta las
interpretaciones que ofrece el reparto, que cuenta con gente como John Goodman
o Susan Sarandon, son sobreactuadas con esa intención, como si realmente fueran
personajes de dibujos animados. Y es en los secundarios donde se explayan más a
la hora de ofrecer todos los excesos de que disponía la animación: las
secuencias de los corredores sirven para presentar a personajes tan absurdos y
con complementos tan surrealistas que parecen sacados de Los autos locos. Lástima
que estos no se luzcan demasiado a favor de las carreras de coches infográficas,
porque eran de lo más divertido.
El argumento también se plantea desde el mismo punto de
vista, porque al igual que la serie original (bueno, esto último lo supongo),
todo gira en torno al mundo de las carreras. Pero todo: ¿Qué la fórmula uno es
una actividad corrupta? Pues la mejor forma de limpiarla es participando en una
carrera de forma limpia ¿Qué a un piloto lo está amenazando una pandilla de
facinerosos? La única solución es ganar una peligrosa carrera de coches. Lo
cierto es que esto funciona bastante bien precisamente por el aspecto infantil
de toda la película, y sobre todo, porque me ha recordado a Campeones y otros
animes de temática deportiva, donde parecía que los protagonistas se jugaban la
vida y las hipotecas en unos partidos interminables.
Hostiable: definición gráfica
A menudo este tipo de cine donde tiene tanto peso la estética
como lo que quiere contarse, suele gustarme, pero en este caso, no ha
funcionado bien: el resultado es bastante excesivo. Porque se han pasado con
todo: con los colores chillones, las escenas de acción absurdas, las secuencias
que solo sirven para hacer guiños al anime …no hay un solo detalle que no acabe
agotando por el exceso de luces y alarde
de secuencias infográficas. Este despliegue de todo, además de resultar
agotador, hace que se noten todavía más los fallos que tiene el guión y los
personajes. Una cosa es querer darle un aire un tanto infantil, y otra es que
se limiten a incluir secundarios porque aparecían en la serie, pero con los que
no saben muy bien que hacer. La peor parte se la llevan los que serían el
alivio cómico de la película, el hermano pequeño del protagonista y su mono
mascota que…bueno, exceptuando el pegar gritos, correr, y protagonizar un par
de gags bastante ridículos, todavía no tengo muy claro que pintan ahí. Solo que
a los veinte minutos de haberlos visto pegando botes en un sofá y disfrazados
de señor alto con una gabardina, me daban ganas de que alguien los tirara por
una ventana. No es que se le pueda exigir mucho a una película nostálgica sobre
pilotos de carreras, pero cuando el guión es tan ligero, la necesidad de
utilizar personajes para añadir secuencias cómicas es bastante innecesaria. O demuestra
que el guionista no tenía claro qué hacer con ellos.
El resultado ha sido bastante fallido: por un lado, tardé
bastante en comprender el juego de esos personajes simples hasta la exageración,
y por otro, la estética colorida se les ha ido de las manos para acabar
convirtiéndose en un batiburrillo de luces, secuencias de velocidad y
escenarios irreales que, con tanto alarde, es imposible disfrutarlos. La idea
de adaptar al cine un anime con una temática tan simple era tan original y
alocada como cualquier otra, pero quizá una versión más modesta y con menos
excesos, se habría disfrutado mucho más.
Aquí se conoció como Meteoro (por la M).
ResponderEliminarPara mi es una peli muy bien lograda, hay que conocer el medio que se homenajea y dejarse llevar.
Salu2
Conocía el título español, pero nunca llegué a ver ningún capítulo.
ResponderEliminarLa idea es buena y se nota el medio al que quieren hacer referencia, pero el resultado no terminó de convencerme..demasiado excesivo para mi gusto.
Yo es que llegué a tener como juguete preferido ese coche de carreras...
ResponderEliminar