En 2009 una película de animación adaptaba de forma muy
libre un libro infantil llamado Lluvia de albóndigas, sobre un pueblo con un
particular fenómeno meteorológico: la comida cae del cielo. Ahí terminaba la
inspiración, porque donde el texto optaba por presentarlo como una historia
para antes de ir a dormir, la película correspondiente lo convirtió en un
homenaje y parodia a las producciones sobre catástrofes. Con científico,
invenciones, secundarios graciosos y romance incluído, en una versión que en
principio, parece mucho más dinámica que el original (que no he leído). Bueno,
dinámica, y que facilita la tarea de lucirse todo lo posible con los efectos y
que ofrece todos los elementos típicos en la animación de los últimos años.
Así, el cuento inicial se trasformó para contar las desventuras de Flint
Lockwood, el inventor de una máquina capaz de hacer llover comida, y sus consecuencias
para la isla de Swallow Falls.
Su secuela retoma la historia inicial poco después de que
esta termine: la ciudad se ha salvado de la lluvia de comestibles gigantes,
pero ha quedado destruida. Chester V, empresario y genio de las invenciones se
ofrece a conseguir una nueva residencia y trabajo a sus habitantes mientras
ellos se encargan de limpiar y reconstruir la isla. Mientras estos se adaptan
como pueden a sus nuevos empleos, las tareas se retrasan: varios equipos han
desaparecido, y la comida se ha transformado en animales vivos que, según
Chester, puede escapar a otras ciudades y destruirlas. Flint debe volver a
Swallow Falls y apagar su máquina, que continúa en funcionamiento. Sus amigos
lo acompañan, pese a las recomendaciones de mantenerlo en secreto. Y estos
empiezan a sospechar que el científico admirado por Flint esconde algo.
Como muchas películas de animación destinadas al público
infantil, el mensaje positivo está muy presente, con cosas como confiar en los
amigos, en la familia, en uno mismo, y en que no todo es malo…hasta el punto de
que ni uno solo de los animales resulta peligroso. Comparado con dibujos más
neutros, o más ácidos, puede parecer un tanto pasteloso. Tanto, que hasta la
escena final cuenta con una lluvia de arcoíris y todo. Aunque, comparado con
otras situaciones como los protagonistas de Despicable Me, es algo más
equilibrado y no pensado para promover escenas azucaradas…Porque de eso, ya se
encargan los animales que aparecen por la isla. Y es que debo decir,
directamente, que son una monada: si es imposible que una araña hecha de
hamburguesa y patatas fritas sea amenazadora, invenciones como fresas con
patitas o una civilización formada por pepinillos está pensada para que
ladeemos la cabeza y digamos “Aaaw…”. En todo momento están pensados para
resultar graciosos, y especialmente, adorables. Secuencias como el padre de
Flint enseñando a pescar a tres pepinillos no tienen más intención que la de
ser cómica. Pero teniendo en cuenta la idea principal de la película, también resulta
una parodia muy efectiva: un ordenador que crea animalitos vivos hechos de
malvavisco, sandías o tacos es muy gracioso Y a ratos, un poco mareante, por el
exceso de colorido del que abusan a menudo. Pero seguro que si generara
criaturas orgánicas en una cinta de ciencia ficción seria, sería más grimoso.
Las referencias, y la parodia en menor medida, también están
muy presentes. Si la primera Lluvia de albóndigas era un homenaje al cine de
catástrofes, el paisaje de la isla poblado por un ecosistema de comida es una
referencia directa a Parque jurásico, hasta con dinosaurios y todo. Pero las referencias más divertidas son las
más cercanas: Chester V, con su grupo de especialistas y sus sistemas de
motivación, es una referencia la mar de divertida a Steve Jobs, cambiando a
Apple por una barrita energética. Y tampoco faltan los chistes a costa de los
nuevos aperitivos: tiendas de cupcakes y cafés con todo tipo de descremado,
sojas y sucedáneos, son una constante a lo largo de la película, y bastante disfrutables,
además.
En un principio contaba con una película más de muñecos
variados, de buen rollo, y de las de ver el sábado con el piloto automático
puesto. Lo cierto es que Lluvia de albóndigas 2 lo es…pero también se disfruta
por el simple hecho de ver la creatividad que han desplegado a la hora de inventar
todo tipo de animales a partir de distintos platos, y el incluir al lado de
gags más currados otros juegos de palabras que por lo tontos, resultan
graciosos. Además, ha sido una de las pocas películas que gracias a sus
créditos ha conseguido que me quede hasta el final de la pantalla en negro,
porque no han escatimado ni un momento a la hora de incluir en ellos un epílogo
mientras sale el reparto.
Ví la primera pero esta la he dejado atrás no se bien el motivo, a ver si saco tiempo y la veo.
ResponderEliminarPues está muy entretenida, y graciosa. Estos días he estado viendo unas cuantas de animación, y por ejemplo, me ha parecido más divertida que las de Río.
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