jueves, 7 de noviembre de 2013

Lecturas de la semana II. Terminando con la temática




Con esta entrada, terminan por este mes las lecturas de género terrorífico. Creo que después de estas me tomaré un descanso con otro tipo de libros…O no.

 


Siempre me pregunté si a las casas malditas les afectaba la crisis del ladrillo...

Ramsey Campbell. Nazareth Hill. Terminando esta novela he debido de cubrir a grandes rasgos lo más importante que ha escrito este autor inglés, desde sus pinitos con los pastiches lovecraftianos hasta su famosa Los sin nombre. Nazareth Hill, del año 96, sigue manteniendo varios de sus temas: los recuerdos enterrados, los trastornos mentales, la percepción extrasensorial, y especialmente, su fijación con los edificios ruinosos que forman parte del paisaje. La protagonista, una chica de quince años, se traslada con su padre al edificio que da nombre al título, un moderno bloque de pisos del que solo se sabe que sirvió anteriormente como edificio de oficinas durante la época victoriana. Pero ella está convencida de que algo se encuentra en La casa de la araña, como ella la llamaba de niña. Algo que vio hace años y que sigue rondando y afectando, de una forma bastante sutil, a los inquilinos del edificio.

Aunque los temas que se reconocían en El parásito o los Sin Nombre se mantienen, el cambio de década se nota, y la ambientación es bastante distinta: en un principio todo parece más luminoso y positivo, los barrios y los negocios parecen revitalizados y en el caso del vecindario de Nazareth Hill, todo es muy Brave New England, con ganas de pensar en el futuro y de olvidarse de todas las obsesiones de la protagonista por descubrir el pasado de la casa. Pero eso también implica un entorno bastante opresivo en el que se acentúa el desarrollo del personaje principal como una adolescente angustiada, obsesionada con ideas macabras y sobre la que planea en todo momento la posibilidad de sufrir una enfermedad mental. Una parte importante del texto se centra en los enfrentamientos entre esta y su padre, quien también presenta una evolución (o un deterorio) bastante interesante.

Las referencias al edificio, y dentro de este, la representación de los fantasmas como una araña o una presencia difícil de identificar, es lo más interesante. Porque el resto de la narración resulta bastante más tedioso que sus otras novelas, y esta fijación por crear un entorno creíble hace que el ritmo se haga bastante cansino y que el desenlace final llegue de una forma un poco atropellara, como si de repente se acordara de estar escribiendo una novela de terror. No voy a quejarme de falta de elementos sobrenaturales, porque ahí está Otra vuelta de Tuerca para demostrar que se puede ser inquietante sin tirar por lo obvio, pero en este caso, Campbell no ha terminado de acertar con la casa embrujada y la quinceañera depresiva.

 

 

M. R. James. Ghost Stories. Sin duda el autor más conocido en el género de las historias de fantasmas, y un autor obligatorio a la hora de leer un buen clásico. James siempre fue capaz de incluir elementos francamente originales en todos ellos: no se limita a hacer aparecer un fantasma atravesando paredes, sino que estos pueden tomar cualquier forma posible. Desde figuras que aparecen y desaparecen en grabados antiguos hasta espectros que deciden pasearse por ahí por el simple motivo de haber sido bastante malos bichos en vida y tener ganas de espantar un poco. Y no solo llega a romper el esquema típico del alma en pena, sino que es capaz de saltar a otros temas como el de los vampiros, en Count Magnus, o la brujería en Casting The Runes, que adaptó Jacques Tourneur en Night of the Demon.

En cambio, su categoría de clásico hace que se convierta una lectura para un momento muy determinado, y que funcione a base de crear atmósferas muy anecdóticas: al margen de la aparición de lo sobrenatural, y el espanto de los protagonistas, son más escasos los relatos en los que estos no pasen de un desconcierto momentáneo y la sensación de amenaza se mantenga después de la explicación que motiva la aparición de lo sobrenatural. Esto no implica que su lectura pierda valor, sino que es algo habitual en la mayoría de escritores a medida que pasan los años: hoy es imposible no pensar en Lovecraft sin levantar la ceja a la tercera vez que se lee el adjetivo “blasfemo”, o tomarse a broma los miles de disfraces de los que hace gala Harry Dickson en las novelitas de Jean Ray.

3 comentarios:

  1. Pongo en mi lista de libros a M.R. James. Confieso que no lo conozco y hay que solucionarlo. En estos momentos estoy con la biografía de Lovecraft en Valdemar y me están apeteciendo de nuevo leer relatos de terror. Por cierto, no sé si has leído la biografía, pero no tiene desperdicio. Qué personaje el señor Lovecraft, si lo inventaran para una obra de ficción, la gente diría que había rizado el rizo el autor con tanta excentricidad.

    La primera obra que nos presentas me ha recordado a IT de Stephen King, por lo de la araña. Fue una de mis novelas preferidas. Después no sé si porque cambié yo o él al escribir, pero ya no me ha apetecido leerlo.

    Un besazo!!

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  2. José Miguel García de Fórmica-Corsi8 de noviembre de 2013, 18:44

    Con la llegada del frío (bueno,qué risa: a Málaga todavía no ha llegado, que todavía estamos a veinte y tantos grados...), pocas lecturas más apropiadas para estas tardes, en que enseguida oscurece, que el entrañable M.R. James. Durante años, para mí un mito del que conocía unos pocos relatos, y el buen sabor de boca de "La noche del demonio". Luego, Valdemar sacó una edición con los cuentos completos (o no sé: La Biblioteca del Laberinto anuncia ahora un libro llamado "Las cinco jarras", del que no tengo ninguna referencia) y pude saborearlos todos. No es una lectura que "absorba" en el sentido que sí tienen Lovecraft, Hope Hodgson o Machen. Pero resulta algo así como ese viejo amigo que nunca falla, que incluso cuando flojea no deja de hacerte sentir que estás ante algo dotado de considerable inteligencia y que nunca, nunca, levanta la voz. Lo que en el género de terror, tan dado al énfasis, me parece muy saludable...

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  3. La Minomalice: la biografía de H. P. Lovecraft, aún sin haber sido un hombre muy de acción, es muy particular...y tras crear los Mitos de Cthulhu, no me extraña que muchos optaran por utilizarlo como protagonista en plan Indiana Jones en muchas novelas donde lo homenajean ¡Como si el pobre Howard tuviera ganas de luchar contra sectarios!

    José Miguel García de Fórmica-Corsi: James es un escritor que exige algo más de atención en su lectura. Sus relatos son de atmósfera y de escenarios muy costumbristas donde lo sobrenatural va haciéndose patente de forma muy paulatina.
    Esta fue una selección con 13 relatos, pero recordé que en la edición que tengo de The Wordsworth Book of Horror Stories (un tocho de 1150 páginas de historias de terror desde 1750 hasta los años veinte), vienen unas 20 o 25, prácticamente todas las de fantasmas que escribió.

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