jueves, 10 de octubre de 2013

The World´s End (2013). Crisis de madurez, cervezas y ¡aliens!



El cine cuenta con grandes trilogías: El Padrino, La guerra de las galaxias, El Hombre sin Nombre de Sergio Leone, y ahora que se ha terminado, la Trilogía del Cornetto. En ellas Edward Wright, que ya iba apuntando maneras a partir de Spaced, hace una versión de un género cinematográfico correspondiente a un sabor de helado: Shaun of the Dead es el de fresa, Hot Fuzz el azul y The World´s end el de menta y chocolate ¿Qué es una chorrada? Kieslowski le puso a la suya “tres colores” y hoy es cine del bueno…aunque Wright reconoce que el nombre la eligió como referencia a esta última (la diferencia es que a este último no lo ponen en los cineclubs).



The World´s End es el último pub en la calle de una ciudad inglesa, al que Gary King y sus amigos no consiguieron llegar, cuando al terminar el instituto se propusieron tomarse una pinta en los doce locales de la zona. Este, decidido a terminar la ronda, reune a sus amigos con intención de llegar a las doce pintas que no consiguieron en los noventa. Aunque Gary es de esas personas que se quedaron estancadas en su adolescencia, las cosas cambias, y los bares de la zona se han ido convirtiendo en locales de aspecto genérico donde el personal no recuerda a quien se pensaba el rey del barrio. La ruta se interrumpe, en un principio por el abandono de quienes le recomiendan que madure, y después por una pelea con quienes resultan ser androides. Con la claridad que proporciona la borrachera, estos deciden que los habitantes de la ciudad han sido sustituídos por robots y que lo más sensato es continuar yendo de pub en pub para no levantar sospechas.



Si la coletilla de Shaun of the Dead era “una comedia romántica. Con zombies”, de esta podría decirse que es un drama generacional. Con invasiones alienígenas. Porque el planteamiento en un principio responde a este tipo de situaciones: los protagonistas pierden el contacto a lo largo de los años hasta que el más tirado o perdedor de todos los reúne y todos se replantean sus vidas. El personaje de Simon Pegg, con el mismo abrigo que gastaba a los 17, sus voceríos y su intención de hacerse notar, es todo un arquetipo de este género, y como era de esperar, el motivo de su actitud se desvela más tarde. Igual el resto parecen un poco más genéricos como profesionales medios con trabajos estables y algún que otro divorcio, pero lo bueno de Wright es su capacidad de tomar un personaje aparentemente simple y caracterizarlo bien, o al menos, proporcionarle unos cuantos detalles y unas buenas líneas de diálogo. E, igual que en Shaun of the Dead, cambia con completa facilidad de un género a otro, al menos, en la mayor parte de la película: quizá en la primera parte el corte es el más notable, porque aunque el público lo esperaba la forma de incluir toda la explicación a los alienígenas es un tanto atropellada en comparación al resto del metraje. De todas formas, me quedo con la explicación que seguramente Wright defienda: los personajes van tan pedo que hasta la conclusión más absurda toma sentido rápidamente.



En la trama de ciencia ficción se reconocen un montón de referencias a películas y estereotipos: la invasión de los ultracuerpos, el pueblo de los malditos, la Cosa y hasta el cine postapocalíptico se van sucediendo desde que aparece el primer robot, nombre que deshechan en un principio por hacer mención al significado inicial de la novela de Karel Kapec. Pero en ningún momento da la impresión de ser una copia o una presentación desganada de cosas que el espectador conoce, porque están lo suficientemente procesadas por la forma de filmar de Wright como para que formen parte de la cultura pop de este y del espectador. Y el humor también ayuda, porque aún con su punto de drama, especialmente en lo que concierne a la reunión de los protagonistas y en el tramo final, se mantiene el mismo sentido del humor un poco marciano que tuvieron Hot Fuzz y Shaun of the Dead.



En el cine británico no es raro empezar a reconocer caras que se han visto en otras películas o en series. Pero con la pandilla de Simon Pegg esto va elevado al cubo, y además del dúo Nick Frost y Simon Pegg salen, aún en papeles pequeños, la mitad del reparto de Spaced e incluso Reece Shearsmith, de The league of gentlemen. Y si encontrarse a Martin Freeman no parece hoy muy raro, ver a los actores que se encargaron de dar vida a Tyres o a Marsha es mucho más divertido (además, han envejecido bastante bien).

Aunque se haya estrenado muy cerca de This is the end, la comedia de Seth Rogen, y habiendo visto las dos, me quedo con The World´s End, que no me ha decepcionado con su humor marciano y su vuelta de tuerca a un montón de clichés en la ciencia ficción. Bueno, por eso y porque los chistes de farloperos del señor Rogen y sus amigos no terminaron de convencerme.

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