El gato, directamente, se ha quedado conflictuado
Esta semana tocan dos libros cortitos y a cada cual más
distinto: uno se trata de literatura de estación sin complicaciones, escritas
por un señor que debía sacar un libro cada seis meses. La otra, ciencia ficción
y referencias a la Guerra Fría.
San Antonio. À tué…et à toi. Hace unos meses leí una
novelita del inspector San-Antonio, el comisario de policía creado por Frédéric
Dard, y me había chocado su estilo un poco difícil de seguir, lleno de argot,
palabras inventadas, y algunos elementos humorísticos dignos de una película de
Mariano Ozores que me hicieron pensar “¿qué se ha tomado este tío y por qué
estoy leyendo esto?”. Sin embargo, el cambio de estilo a lo largo de las 170
entregas y de 40 años, era muy grande y practicamente Une banane dans l´oreille,
de 1977 tiene muy poco que ver con À tué..et
à toi, del 56. La tendencia irónica del personaje era evidente también en este
volumen, pero esta está mucho más suavizada, y aún contando con unos personajes
muy peculiares, y con un protagonista que tampoco se toma muy en serio todo los
crímenes y misterios que tiene entre manos, no llega a los desvaríos
posteriores. En este caso, se trata de un polar auténtico, con un asesinato que
resolver muy claro y un grupo de sospechosos y tramas sobre estafas y desfalcos
que San-Antonio va desentrañando.
En realidad el desarrollo de este es un poco atropellado y
tampoco lo consideraría una buena novela policiaca: muchas pistas y cosas
aparecen un poco porque sí, y casi se sirven en bandeja para poder solucionar
la trama inicial. Pero tampoco supone un problema, porque en realidad el
verdadero interés del libro se encuentra en la actitud de sus personajes, que
tiran a lo cómico, y a una serie de situaciones que es imposible tomárselas
como un verdadero polar. Como por ejemplo, que el comisario consiga resolver
parte de la trama desde la cama de un hospital o que su madre intente
desesperadamente buscarle una esposa a su retoño.
Kurt Vonnegut Jr. Cuna de gato. Juro que este no lo he
empezado por su título de temática gatuna (eso solo me pasó con La llegada de
los gatos cuánticos ¡y no salía ninguno!), pero lo cierto es que este, que hace
referencia a una figura del juego de las cuerdas, tampoco tiene mucho que ver
con la historia de John, o Jonah, un periodista que intenta escribir un libro
sobre cómo vivieron el día que se lanzó la bomba atómica distintas
personalidades. El referente principal sería el doctor Felix Hoenneker, padre
del invento, o al menos, sus tres hijos. Pero sus investigaciones lo llevan a
descubrir un elemento todavía peor que la radiación: el Hielo 9, una partícula
capaz de solidificar el líquido, actualmente en poder de los tres hijos del
difunto científico. Uno de ellos ha hecho carrera como militar en San Lorenzo,
una imaginaria república bananera donde sus habitantes profesan una religión un
tanto extraña denominada bokononismo.
Vonnegut es conocido por su escritura irónica,
desesperanzadora y nihilista, y Cuna de gato recoge estas características a la
perfección. Su argumento, un poco extraño, es un reflejo de la carrera armamentística
de la época, con los distintos países intentando conseguir un arma que técnicamente,
podría convertir el agua de la tierra en un cubito de hielo gigante…cosa que en
la historia es muy posible que suceda. El otro poder tampoco sale muy bien
parado, personificado en una religión que reconoce abiertamente ser una gran
mentira y haber sido creada para poder controlar a la población, cosa que no
impide que esta acepte sus dogmas…Las intenciones del autor son bastante
claras, aunque se extienden demasiado a lo largo del libro y hacen que este se
convierta en un texto de los que hace pensar, pero que no sea el más indicado a
la hora de buscar equilibrio entre el fondo y la narración.
Vonnegut es duro de pelar, Cuna de gato me gustó.
ResponderEliminarY tanto. Lo mismo me pongo con Matadero 5 más adelante, pero este tío es un hueso.
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