lunes, 26 de agosto de 2013
Mama (2013). El fantasma que no perseguía a Nikolaj Coster-Waldau
Guillermo del Toro está apareciendo mucho en los cines a lo largo de este año. Como director de Pacific Rim, guionista en El hobbit y por si no fuera poco, Mama, una cinta de fantasmas con la que termina de cubrir el mayor número de temas posible en el fantástico. Salvo que en esta última, él solo ha trabajado como productor, porque tanto el corto que sirvió de idea para la película y el largometraje en sí, son cosa de Andrés Muschietti. Del cortometraje al guión de la película hubo que andar un camino muy largo: Mama es una historia muy breve, que se sirve principalmente de lo inesperado de un guión igual de corto y de aprovechar el suspense y el diseño de una criatura bastante inquietante. Pero un microrrelato de tres minutos no sirve para una película de 100, sino es como inspiración y para quedarse con el nombre de la criatura, y las dos protagonistas.
Mama, la película que se estrena en los cines, empieza con una crisis de locura y un asesinato: un padre de familia asesina a sus compañeros de trabajo, a su mujer, y se lleva a sus hijas a una cabaña alejada, donde antes de poder acabar con estas últimas, desaparece en la oscuridad arrastrado por una figura que habita en la casa. Cinco años después el tío de ambas consigue encontrarlas, convertidas en niñas salvajes que hablan entre ellas de una figura a la que llaman Mama, y que durante todo ese tiempo, se ha encargado de cuidarlas. El tío de estas asume la custodia para disgusto de su pareja, asistido por un psicólogo cada vez más intrigado por la historia de las dos niñas. Los ruidos, las siluetas deslizándose por la casa y diversos accidentes hacen sospechar tanto a los nuevos padres como al psicólogo que Mama tal vez no sea una invención, pero que tampoco sea una persona viva.
Hay que reconocer que partiendo de un par de secuencias, han hecho un buen trabajo con el guión. La historia que construyeron alrededor es bastante interesante y busca un poco la novedad en una trama que en realidad, es un relato de fantasmas de lo más clásico, contando con el trasfondo dramático y la tarea pendiente que todo espectro que se precie necesita para no seguir penando en la tierra: esta se remonta al siglo XIX y no le faltan sus escenarios típicos (desde un manicomio hasta la cabaña abandonada) y la tragedia que acompaña al fantasma. En cambio, el resto se moderniza bastante al tratarse de una criatura que acompaña a las dos protagonistas, y no encontrarse ligado a un lugar en concreto como podía pasar en La mujer de Negro. La parte dramática, relacionada con los personajes, es la que más flojea. No me voy a quejar de la trama del asesinato del principio, que se queda en un mcguffin y no sirve de nada más, pero el tema de las peleas por la custodia de las dos niñas y especialmente, las secuencias de “madre a su pesar” por parte de la novia del protagonista parecen sacadas de un guión estándar de telefilme. Quizá se extiendan más de lo que deberían en esto último, al despachar al personaje de Nikolaj Coster Waldau a hacer sus averiguaciones por su cuenta y a aparecer más bien poco en la pantalla.
En realidad la estrella de la película es el tema de los fantasmas, que se explora con gusto: no faltan las secuencias en las que, de forma muy sutil, indican una presencia de más en la casa y en las vidas de los protagonistas, que cada vez se irá volviendo más evidente. Lo más memorable de la película es en realidad la parte visual, con el trabajo que dedican a la presentación del fantasma y todo lo que lo rodea: este es muy gradual, pasando de algo muy sutil que se mueve entre las sombras de la casa a las manchas negras en las pareces que anuncian una aparición del fantasma mucho más directa. Y finalmente, la aparición completa de este, donde combinan la infografía para darle movimientos fluídos y un tanto fuera de lo común, con la caracterización más tradicional para las apariciones físicas. Porque este fantasma no se corta mucho a la hora de interactuar con el resto de personajes a base de ataques sobrenaturales, o directamente, a empujones.
Mama se publicitó principalmente con la figura de Del Toro, seguramente porque la estética de sus espectros recordaba un poco a alguno de sus trabajos, pero tiene la suficiente originalidad para que se tenga en cuenta como lo que es, el largometraje de Andrés Muschietti. Aunque quizá para el próximo estaría mejor plantearse el guión como largometraje y evitar que muchas partes quedaran como añadidos para alargarlo.
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