lunes, 3 de septiembre de 2012

Hitchhiker Guide to the Galaxy (2005). Que no cunda el pánico. Llevamos una toalla


Yo sabía que de este planeta no venían...

Los libros que componen la Guía del Autoestopista Galáctico no empezaron de una forma habitual: fueron escritos por Douglas Adams como una comedia para la radio, y posteriormente, se reconvirtieron en libros, miniserie y película. Además de estar adaptados por el propio autor, tienen una gran reputación como saga de ciencia ficción cómica a la misma altura que puede tener Terry Pratchett con Mundodisco, hasta el punto de celebrarse cada 25 de mayo el Día de la Toalla. Algo así como el Día del Orgullo Friki, pero con más sentido del humor y menos cutre.


La adapción al cine del 2005 cuenta, con alguna variación que es cosa del propio Adams, la misma historia que apareció en el año 79: Arthur Dent se despierta una mañana viendo cómo su casa es derribada para construir una autopista. Diez minutos después, sucede lo mismo con la Tierra. Por suerte para él, su mejor amigo es un extraterrestre encargado de escribir un capítulo para la Guía del Autoestopista Galáctico, el libro más vendido de todo el universo. Tras escapar de los Vogones, que además de estar encargados de costruir la autopista galáctica, vienen a ser los funcionarios del universo (y además, escriben una poesía horrible), acaban en una nave secuestrada por el presidente de la Galaxia donde se encuentran con el resto de personajes principales: Trillian, la última humana junto con Dent, y Marvin el androide. Aunque la intención del viaje, una vez reunidos los protagonistas, era encontrar la respuesta a la gran pregunta sobre el universo, en un sitio tan absurdo como el que ha creado Douglas Adams, las cosas no van a salir bien de una forma limpia y directa.



El argumento es bastante enrevesado, más contando que la propia Guía del Autoestopista es un personaje más y que, si en la novela siempre había alguna explicación sobre tal o cual planeta, en la película no queda otra que incluir una voz en off que haga las veces de libro. Además, el mundo creado por Douglas Adams, y su estilo de narración, es completamente caótico y en ocasiones, muy atropellado, incluso más que los primeros libros de Mundodisco: muchos párrafos de la historia se dedican a dar explicaciones, de una forma bastante cómica, y el universo es de todo menos coherente. Por ejemplo, uno de los personajes tiene tres brazos y dos cabezas, lo que en algunos casos va a ser un poco difícil adaptar a una película que no podría estar lidiando todo el rato con maquillajes de goma o pegotes informáticos. Con un poco de imaginación, y unos cuantos cambios por parte del autor, la película consigue adaptar el libro bastante bien, e incluso, cerrar la historia bastante mejor que la novela, que había leído hace algunos años y me dio la sensación de haber quedado demasiado abierta de cara a su segunda parte.


 

 La Guía del autoestopista galáctico no tiene un presupuesto astronómico, pero sí el suficiente como para tener el empaque de una película de las de estrenar en cine y que no se pierde a base de secuencias para enseñar persecuciones o viajes a la velocidad de la luz: ¡estamos hablando de un guión en el que la nave se convierte en un ovillo de lana al viajar por el hiperespacio! Y eso da una idea de por dónde van los tiros: lo más grande que aparece son los diez primeros minutos, con la destrucción de la tierra, y la aparición de distintas naves. Las escenas que van con la explicación de la Guía no son en imagen real, sino con siluetas animadas muy simples, como si fueran señales explicativas en un libro de verdad. La aparición de muchos alienígenas se soluciona con un poco de maquillaje o un traje estrafalario, y la parte de más trabajo queda para personajes como los Vogones, que consiguen dar bastante grima a la vez que ser cómicos, o para mover a Marvin el Androide por la pantalla.

El guión consigue condensar una historia que abarca la destrucción y recreación de la tierra, intentar resolver preguntas sobre la vida y el universo y encima, hacerle sitio a la voz en off para que vaya trabajando y explicando un poco qué es lo que pasa. Era bastante difícil que esto quedara redondo con todo lo que quieren contar en hora y cuarenta, por lo que pasan muy por encima de algunas cosas, como la aparición de los dos ratones mascota de Trillian, que tienen un papel bastante importante en el libro y que en la película se dedican a aparecer por la nave sin que la voz en off se acuerde de explicar qué demonios hacen por ahí. No habría sido tan difícil explicarlo en algún momento, o los que no hayan leído el libro se quedarán un poco desconcertados. O no. Porque con todo lo que sale en la película, dos ratones blancos conduciendo una nave es de lo menos raro.


Martin Freeman y Zooey Deschanel, asombrados ante lo que les espera en el 2011

Una de las cosas que tiene a su favor es el reparto. Aunque hoy algunos de los actores sí son famosos, en su momento, nadie esperaba que Martin Feeman, que interpreta a Arthur Dent, sería Watson en la nueva versión de Sherlock, o que Zooey Deschanel hace de Trillian igual que actúa en todos sus papeles: poniendo ojos de plato y haciéndose la estrafalaria. Después de verla, empiezo a entender por qué a esta chica le tienen tanta manía. Menos mal que su voz sosa y su flequillo no se notan tanto con el resto de actores, porque están las voces de Stephen Fry como la Guía del Autoestopista, Alan Rickman como Marvin e incluso un cameo de John Malkovich. Con esto de las voces, la sorpresa más agradable fue escuchar a Steve Pemberton, Reece Shearsmith y Mark Gatiss haciendo de Vogones. Según Douglas Adams, será la raza más aburrida y más aficionada a la burocracia del universo, pero a mí me caen bien los funcionarios, y sin encima están doblados por The league of Gentlemen, todavía más.

Aunque La guía del Autoestopista Galáctico quedó abierta para una posible segunda parte, que no llegó, ha sido de estos casos en los que la versión en cine me ha gustado más que el libro: Adams se encargó del guión, y una vez más, pulió algunas cosas que necesitaban una mejora, cerró mejor el argumento, y sobre todo, consiguieron trasladar con éxito un libro que en un principio, parecía muy difícil, y que seguramente, guste a los aficionados a la ciencia ficción cómica del estilo de Enano Rojo. Además, también hay la miniserie del año 81, que seguramente me acabe viendo para poder comparar versiones.

5 comentarios:

  1. Es una de mis grandes pendientes tanto los libros como la película.

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  2. Qué historia más curiosa. Parece disparatada, pero es de agradecer, ya tenemos bastante realismo. La ciencia ficción no es lo mío, pero los actores me han llamado la atención y siento curiosidad. Además a mí gato le encantará lo de la nave convertida en ovillo de lana. Es un guiño muy gatuno!!

    Besos!
    Ana.

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  3. Satrian: no solo libro y película, sino miniserie británica. Es muy cortito, yo creo que en una tarde lo liquidas.

    La Minomalice: de ciencia ficción tiene solamente los elementos, porque no se toma los términos científicos en serio y es más bien mucha comedia y crítica muy bien llevada ¡hasta los Vogones me gustaron!
    Lo único que echo en falta son los gatos, porque hasta donde leí los libros y película, solo hacen mención a los delfines y ratones como especies inteligentes. Menudo fallo.

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  4. Entonces buscaré el libro, lo de la miniserie me lo apunto también.

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  5. Encima, con la de variaciones que mete su autor en cada formato de la historia, es como estar viendo una película distinta de cada vez.

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