miércoles, 4 de abril de 2012
Más lecturas (y más franceses) de la semana
Diseño inicial de la Torre, según Gustave Eiffel
Esta semana, vuelvo más francesa de lo habitual, y con la firme promesa de no pedir prestados más libros de los que pueda leer en un mes, y mucho menos si son dramas o biografías. Aunque reconozco que, cuando huele mínimamente a ciencia ficción, como ha sido el caso de Bernard Werber, me costó lo suyo rechazar los siguientes libros hasta terminar unos cuantos.
Yo sigo siendo más de Trífidos...
Bernard Werber. Les fourmis. Se trata de la primera novela de lo que después se convertiría en una serie. Aún no tengo muy claro si es ciencia ficción, pero es bastante probable, porque cuenta dos historias paralelas: por un lado, el descubrimiento de las investigaciones de un científico, por parte de una familia, y por otro, las aventuras que viven varias hormigas en relación a su colonia y a otros insectos. Se nota que el autor ha hecho los deberes, porque la comunicación entre las hormigas y su particular civilización está muy detalla, y al menos, intenta que estas se comporten y tengan reacciones que le corresponderían a un insecto con inteligencia y no a un humano con antenas. El final queda abierto a un posible enfrentamiento/entendimiento entre los humanos y las hormigas, y aunque la diferencia de tamaño sea considerable, estas tienen dos palabras a su favor: ácido fórmico. Y eso pica.
La portada no anuncia nada bueno
Michel del Castillo. Tanguy. A grandes rasgos, la historia de un niño exiliado a Francia durante la Guerra Civil española y su paso por lo peor de la Europa de los años cuarenta: desde un campo de concentración hasta un orfanato del Auxilio Social de vuelta a España, pasando, una vez alcanzada la mayoría de edad, por una insalubre fábrica de cementos. Aunque esta comienza con el protagonista perdiendo a su madre mientras intenta huir de la Francia Ocupada, lo último que debemos esperar del libro es otro Marco, porque al cabo de un tiempo, acaba más preocupado por sobrevivir que por buscar a ningún progenitor…y mal no hace, el chaval. Porque como libro, es bastante desesperanzador: en 180 páginas muestran cómo en época de guerra y hambre no se tiene piedad ni con los niños, y que por desgracia, los padres de la criatura también dejan bastante que desear como personas. Sin duda la peor parte se la lleva España: si el protagonista llega a reconocer que puede comprender la actitud de los guardianes en un campo de concentración, la de los curas encargados del orfanato español, bastante sádicos ellos, le resulta incomprensible. Una novela muy recomendable para esos días en los que se odia un poco más al género humano.
Cuando te encuentras a tu profesor de mayor, te da morriña. Viva la memoria selectiva
Georges Lopez. Les petits cailloux (Memorias de un profesor). Bastante más agradable que la anterior, y desde luego, todo un descanso tras la acumulación de miserias varias, son las memorias del profesor Lopez, conocido gracias al documental Être et avoir, sobre un curso escolar en una escuela unitaria de Auvernia. En realidad no es otra cosa que la vida del profesor contada por él mismo, desde la llegada de su padre a Francia (desciende de españoles. Por si el apellido llevaba a engaño), sus estudios de magisterio y sus primeros pasos como profesor suplente hasta llegar a la escuela unitaria que lo haría famoso, el rodaje del documental y su jubilación. Aunque no escatima ninguno de los problemas que hubo tras la película, como el tener que pelear por los derechos de imagen tanto para él como para los alumnos, está escrito con bastante discreción, procurando quedarse con las memorias positivas, como vacaciones o buenos maestros, y pasando de puntillas por las peores, como algún que otro profesor de su infancia o la referencia a ciertos chanchullos y enchufes a la hora de conseguir plaza en los concursos-oposición. Se vé que en todas partes cuecen habas y Francia tampoco iba a ser menos.
Me enamoré del documental Ser y Tener, y me enamoré de la docencia de ese maestro y la forma en la que se comunicaba con sus alumnos.
ResponderEliminar¿sabes si el libro se puede conseguir en España? Sería genial.
Un saludo.
Yo también lo ví, y pese a los problemas que comentaba después, me pareció un retrato muy entrañable (aunque hay quien se quejó de la colleja que le daban en casa a uno de los niños porque era un poco zote para aprender). El libro, hasta donde sé, no debe estar traducido al castellano. Una pena.
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