domingo, 17 de abril de 2011
Lecturas bisemanales
Gato protestando contra su principal enemigo Como esta es la última entrada previa al Gran Día (para más señas, el estreno de Juego de Tronos. Que para nosotros será en lunes), toca de nuevo una recopilación de lecturas. Bueno, por eso, y porque también estoy leyendo a una velocidad que mete miedo, aunque mi gata esté empezando a protestar por falta de atención y de cumplidos hacia su felina persona. Robert A. Heinlein. Tropas del espacio. Rebuscando en la estantería de un familiar (o me estoy contagiando de los gatos, o donde hay confianza, da asco), encontré varios ejemplares de una colección de ciencia ficción clásica, que no dudé en visitar por tener varios ejemplares muy conocidos. Uno de ellos es este Tropas del espacio, que aunque tuvo una película hace varios años, es una versión muy libre: la novela es mucho más simple, contando la historia de un chico que se alista en el ejército, y junto a su avance en el rango y carrera militar, van contando las características de esa sociedad futurista, en la que haber servido en el ejército es condición necesaria para tener la ciudadanía plena, y cómo se llegó a ese sistema debido a la decadencia de las democracias del siglo XX. De las batallas espaciales, más allá de explicar cómo se hace el ataque a un planeta y contar que se pelean con unos alienígenas insectoides, poco más cuentan, quedándose estos en un enemigo muy difuso y que sirve como telón para la historia. Mäs allá de su facilidad de lectura, no me ha convencido mucho, y si quiero leer narrativa bélica que me entretenga y me divierta, me quedo con Sven Hassel, mucho más salvaje, absurdo y anárquico. Clifford D. Simak. Estación de Tránsito. Otro clásico de la ciencia ficción, que en realidad es una novela muy cortita en la que el argumento (los alienígenas convierten la granja de un hombre en una estación de paso para viajes interestelares) se resuelve muy rápido y sin demasiados dramatismos. Aunque la historia comienza con el descubrimiento de esta situación por parte de un científico, esta es una trama muy menor y el libro se centra en la soledad del protagonista y sus intentos para evitar que se deje de utilizar la estación de la tierra. Larry Niven. Mundo Anillo. Otra de ciencia ficción, de los setenta, y con una estructura más cercana a la novela de aventuras: un grupo de personajes dispares (dos humanos y dos alienígenas) viajan al espacio en busca de un mundo artificial. A partir de ahí, las situaciones son las típicas del género: hipervelocidades, fallos en las naves, y un poco de existencialismo sobre el destino del universo. Tiene buenas dosis de aventuras pero entre el ambiente setentero (describiendo todo tipo de peinados y modas absurdas) y lo insoportable de los personajes acaban por lastrarla muchísimo. Creo que para ciencia ficción, seguiré quedándome con El día de los Trífidos. Susan Towshend. The Growing Pains of Adrian Mole. Pude leer este libro gracias a una iniciativa en una escuela de idiomas (dejar una estantería con libros de libre acceso). Por eso, y por referencias de Hewl acerca de lo que le había gustado el primero de la serie. Porque el tal Adrian Mole es un conjunto de libros que en forma de diario, narra desde su primera adolescencia hasta hacerse adulto, todo ello con bastante ojo crítico y mala baba para los adultos que lo rodean. El personaje nació en la Inglaterra de los ochenta, y en un programa de radio, por lo que empiezo a encontrar más de un parecido con Manolito Gafotas. La principal diferencia es que Adrian Mole es un personaje algo mayor y mucho más ácido, más orientado hacia un público adulto que para lectores menores de quince años. En concreto, este segunda entrega se centra en la llegada de su hermana pequeña, los problemas de paternidad de esta, así como de su medio hermano. Porque el entorno de Adrian es de todo menos tradicional, que diría el Foro de la Familia. Sorprende bastante leer pasajes tan plagados de divorcios, crisis matrimoniales, referencias a la era Tatcher y a sucesos de la época (la boda de Lady Di, los presuntos diarios de Hitler y la guerra de las Malvinas) sabiendo que lo que se escribía en España no era ni la mitad de salvaje.
Mi pareja se está leyendo starship troopers y le parece muy facha. Yo la leeré en cuanto tenga tiempo, así en veranito.
ResponderEliminarMundo anillo me gustó bastante, luego seguí con la saga pero llegó a cansarme y aburrirme. Aún así considero que la idea era brillante y que a nivel técnico está muy bien explicada.
No son cosas suyas: a mí también me pareció muy facha. Eso sí, se lee muy rápido.
ResponderEliminarMundo anillo no me gustó tanto, porque el personaje de Teela Brown era bastante insufrible. No sabía que hubiera libros posteriores.
qué buena pinta tienen esos libros. De Tropas del espacio vi la película hace unos años, a mí me hizo mucha gracia, entendiendo que era una fantasía fascistoide (supongo que a propósito y de forma irónica, espero). ¿Cómo se llamaba la editorial de esos libros? Recuerdo de pequeño tener 2001 Odisea del espacio y el Increíble Hombre Menguante en esa colección. Me encantaban.
ResponderEliminarEfectivamente, la versión cinematográfica de Tropas del espacio es una gran parodia respecto al libro (que sí es un poquillo facha) y en ningún momento se toma en serio a sí misma. Estos libros de ciencia ficción son de la editorial Orbis, que había sacado una colección de género en su momento, en una edición muy simple (azules, portadas hechas con autocad o con fotogramas, y sin texto de contraportada), con todos los libros más clásicos, aunque el de El increíble hombre menguante no lo encontré por la estantería.
ResponderEliminarPues a mi Adrian Mole no me hizo mucho tilin, aunque el que me lei fue el primero.
ResponderEliminarA mí me hizo bastante gracia, pero desde mi perspectiva de adulto (¿soy un adulto? ¿¡desde cuando!?), si me lo hubiera leído a los quince años no me habría convencido gran cosa.
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