Para compensar el exceso de frikerío que supuso Sucker Punch, de nuevo he visto una película escarizada y sin efectos especiales de por medio. La premisa de un tipo que le cura la tartamudez al rey de Inglaterra no es lo que podría resultarme más atractivo, pero después de haber pasado dos horas viendo escenarios infográficos, El discurso del rey ha sido hasta saludable y todo. Para mayor sorpresa, Helena Bonham Carter sale haciendo un papel normal
Sería un poco difícil decidir si se trata de una película biográfica o histórica: porque no ocupa un período de tiempo excesivamente largo, y los hechos famosos que aparecen en ella se mencionan de refilón (es una de esas películas de nazis sin nazis). Aparecen la mayoría de personajes de la época, aunque muy diluídos e incluso sesgados según lo que se va contando: la reina es un personaje muy secundario, frente a la popularidad que tendría en los años de la guerra. Aparece Chamberlain de pasada, y un Winston Churchill cuya interpretación me resultó un canto rara, quizá por estar acostumbrada a sus apariciones como personaje popular. Y mención especial para el hermano del rey y Wallis Simpson, retratados como un Viva la Virgen y como una petarda, respectivamente. Cosa extraña porque en la Pronto y demás revistas del corazón los presentaban como una bonita historia en la que el amor triunfa sobre la realeza. Con el resto actuando como secundarios, o prácticamente, como una parte más de la ambientación, es normal que lo que brille con luz propia sean las interpretaciones principales. Colin Firth aparece primero como Duque de York, un personaje entrañable y familiar, segundón de la familia real, y después como rey de Inglaterra, avance que va parejo a su tratamiento para la tartamudez y el dominio de su miedo a hablar en público. En sus apariciones, su carácter amable y apocado con la insoportable familia real, va contrastando con arranques de mal genio y especialmente, especialmente a la hora de tratar con el personaje de Geoffrey Rush, que pese a muchos desplantes, muestra más paciencia que un santo. Geoffrey Rush tiene un papel más divertido como Lionel Langue, un actor australiano aficionado metido a logopeda, con una actitud bastante peculiar para la etiqueta y las normas de la época, y con métodos bastante poco ortodoxos que, además de resultar bastante cómicos en la pantalla, le funcionan pese a las protestas iniciales de Su Futura Majestad. Es un personaje mucho más abierto, calmado e improvisador que el resto que aparece, tanto la familia real (sean por encorsetados o por cantamañanas) como sus consejeros y allegados, más formales y a los que no les hace gracia la aparición de Langue. Aunque con un final un poco lento, a causa del famoso Discurso del Rey, la película resuelve bastante bien el tema biográfico, haciendo que resulte entretenida y emotiva una ambientación como la realeza británica, que a mí me es bastante indiferente, especialmente por el trabajo de sus dos protagonistas. Y recordemos que estos se tratan de Barbosa en Piratas del Caribe y el protagonista de La niñera mágica.
Es cierto que dan una versión distinta del romance con Wallis Simpson, la película me gustó, es bastante efectista pero estuvo bien.
ResponderEliminarYo sólo he visto la versión gatuna, 'The Kitty's Speech'.
ResponderEliminarSatrian: la peli va por el lado más sentimental de la historia, pero al menos a mí me gustó. La prefiero a Black Swan, si se la compara con oscarizadas.
ResponderEliminarMartinyfelix: a eso mi gata se dedica todos los días. Lo más habitual es que el discurso contenga varios "mia-mia" y algún que otro "mrrou" (sí, maúlla raro. Igual está aprendiendo gatoalemán para marcharse)