jueves, 27 de enero de 2011

Willard (1971) Una película sobre un hombre que se equivocó de bicho


No hagas caso de lo que dice el ratón, que son una raza muy falsa


Willard, o La revolución de las ratas (en España otra cosa no, pero hacer títulos molones sí que sabemos), es una película de los setenta, hoy un poco olvidada, que volvió a sonar por el remake que se hizo en 2003. Aunque se englobe dentro del cine de terror, por la ambientación un tanto a lo Psicosis y el tema de las ratas, resulta un poco más difícil de clasificar una vez vista.



Un tipo con aspecto de El pueblo de los malditos sostiene en su hombro a una rata bizca. Y después hablan de los cartelistas polacos

La historia empieza con su protagonista, un Bruce Davidson que oscila entre lo frikito y lo mono, saliendo de su deprimente trabajo para llegar a su todavía más deprimente casa. Y es que el chico no es muy afortunado precisamente: el socio de su padre le levanta el negocio, obligándolo a trabajar como oficinista por caridad. Vive en la casa familiar, que se cae a pedazos, su jefe intenta malcomprársela y tiene la espada de Hacienda (o su equivalente americano) pendiendo sobre su tejado. Su madre es una figura decrépita y un tanto posesiva, y los amigos de sus padres, aficionados a dar consejos y arreglar la vida de los demás, son lo más desagradable que nadie podría encontrar en su casa. En resumen, el protagonista es un pringado en toda regla, pero de esos que acaban cayendo simpáticos por las circunstancias que los sobrepasan.

No es de extrañar que, tras un día particularmente malo, acabe sintiendo simpatía por la rata a la que tenía que matar, llegando a tenerla como mascota. A partir de este cambio, el número de ratas se irá multiplicando, mientras que el protagonista les enseña distintos trucos y traba especial amistad con Sócrates y Ben, dos ratas blancas y negras, más inteligentes que la media. Al aumentar el número de faenas que el protagonista tiene que soportar, este decide utilizar las ratas para fines malvados, empezando por fastidiar una fiesta de su jefe, entrar a robar, e incluso, ordenarles que maten a alguien, aunque no por convertirse en un personaje negativo, sino por venganza.


Si tuviera un gatico, no le pasarían estas cosas

La película me resultó un tanto rara: no me llega a parecer una de terror al uso, ni de monstruos, por las ratas, ni de locos, por el protagonista, que se presenta en todo momento digno de simpatía, frente a los desplantes y abusos que sufre sin poder hacer nada. Algunas de las mejores secuencias son las correspondientes a la casa, la madre de Willard (Elsa Lanchester ¡¡La novia de Frankenstein!!), y sobre todo, los amigos de la familia, que en el poco tiempo que tienen en pantalla, consiguen escenas tan siniestras como la fiesta de cumpleaños de Willard o el velatorio de su madre, que funcionan mucho mejor como elemento negativo que las propias ratas.



Como decían en El Informal: ¡¡Inquietante!!

Con el argumento un poco escaso del Willard original, el remake del 2003 optó por hacer una película con más ambientación, recreando una casa familiar más victoriana y decrépita, y una oficina anticuada y un tanto siniestra. Frente a un Willard mucho más normal y apocado, optaron por Crispin Glover, dándole un aspecto bastante más siniestro e intemporal, tirando de corbatas, abrigos y kilos de gomina. Los amigos de la familia desaparecen y Laura Elena Harling hace una aparición como la chica de la oficina. La idea habría sido volver la historia mucho más claustrofóbica y centrarse más en la soledad del protagonista, pero no funciona muy bien: el personaje de Crispin Glover es más pringado que inquietante, y pese a toda la ambientación interesante, la película se queda muy coja respecto a lo que quieren contar.

4 comentarios:

  1. Yo vi la original de pequeña y recuerdo que me impactara muchísimo, pero que me había gustado. Como bien dices el protagonista no llega a caerte mal, es un pobre diablo superado por las circunstancias y tan apocado que da penita. El asunto de las ratas, aunque me resulte desagradable, estaba muy bien planteado y la relación entre él, y las ratas blanca y negra es como un triángulo amoroso.

    La del 2003 la vi también, por su protagonista y porque recordaba la clásica. También me gustó pero prefiero la original con diferencia

    ResponderEliminar
  2. Lo que aprendo contigo yo solo había visto la de Crispin Clover ni idea de que había una anterior.

    ResponderEliminar
  3. Yo soy fan número uno de las ratas (y se lo absurdo que suena eso, pero soy una gata con clase), pero tal como lo pintas, parece una película muy inquietante. Creo que me quedo con las ratas de Dr. Dolittle.

    ResponderEliminar
  4. Rebeca Sánchez: el Willard, por mucha rata que tenga de por medio, es un personaje que acaba compadeciéndose por su mala pata con todo el mundo.

    La versión del 2003 podría haber estado bien con la ambientación, pero Willard sigue siendo un personaje víctima de las circunstancias y no tiene mucho sentido que le pongan ese aspecto de villano de opereta (que seguramente, quedaría muy bien en una película de terror más al uso).

    Satrian: descubrí la película original porque mencionaban que el Willard de 2003 era un remake de esta.

    Martinyfelix: a mí no me resultó especialmente inquietante: la rata blanca (Sócrates) es bastante mona, y todas las que salen tienen más pinta de animal rollizo y bien cuidado que el que deberían tener siendo una plaga. Además, los roedores no son unos bichos que me den asco o miedo.

    ResponderEliminar