sábado, 5 de junio de 2010

Una pandilla alucinante (Monster Squad, 1987)



Otra tarde como siempre..

Hacía ya tiempo que no dedicaba una tarde a ver una película, he de reconocer que sin mi gato no es lo mismo. Además, los últimos sábados los había dedicado más a terminar series que a cine.



Al final acabé viendo Una pandilla alucinante (Monster Squad), una película de 1987 sobre unos niños que deben enfrentarse a los monstruos clásicos (es decir, a Dracula, Frankenstein y el Hombre lobo, no a Zapatero y al director del BBVA), que en su día me había gustado muchísimo más que Los goonies porque si bien esta tenía piratas, Una pandilla alucinante tenía a todos los monstruos. Y eso ya es imbatible.
Gracias a haberla visto veinte años después, he aprendido una importante lección: no todas las películas que se vieron en la infancia son geniales. Y eso, teniendo en cuenta todas las copias italianas de éxitos del momento que ví en vhs, ya debería haberlo aprendido. Pero volvemos a lo de antes: los monstruos tiran mucho.

Una pandilla alucinante comienza con un prólogo en algún lugar de Transylvania, donde Van Helsing tiene que abrir un portal al limbo para enviar a Dracula, Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia y la Criatura de la Laguna Negra. En su día me preguntaba cómo podían vivir tantos monstruos en un mismo inmueble, pero unos años después empecé a ver Being Human y ya lo entendí mejor.

El caso es que lo del portal no sale bien, los monstruos quedan sueltos hasta nuevo aviso, y Van Helsing se va por el limbo abajo. Cien años más tarde, un grupo de críos de doce años apasionados de los monstruos se encuentran el diario de Van Helsing, y descubren que Drácula ha llegado a la ciudad para hacerse con un talismán (una piedra que emite brillitos) y así dominar el mundo.



Esta falta de lógica continúa a lo largo de la película, dando lugar a situaciones bastante absurdas: Drácula le enchufa unos cables de batería y usa su bastón como pararrayos para resucitar al monstruo de Frankenstein, irrumpe en la casa de los protagonistas a golpe de cartuchos de dinamita como un vulgar anarquista eslavo…Vamos, cosas que aun crío de once años que estaba viendo la película en el año 87 no le hubieran llamado la atención.



Aparte de situaciones como estas, el argumento tiene abundantes chistes para chavales, o más bien, para chavales de los ochenta: vease la patada a las santas partes del hombre lobo o el niño más pequeño enviándole una carta a los soldados para que vengan pronto.

En ese sentido, la película ha envejecido bastante mal, y muchas de estas escenas provocan un poco de vergüenza ajena, mientras que los Goonies ha aguantado mucho mejor el paso del tiempo. Sin embargo, esta no deja de ser simpática y tirar del efecto nostalgia, siendo todo un festival de aventuras para los chavales de ocho y doce años que en el futuro serían los primeros geeks, y sobre todo, no podría entenderse sin la afición que existe en Estados Unidos por los monstruos de la Universal, que acompañaron a los chavales de dos o tres generaciones hasta que fueron siendo sustituídas por Freddys, Jasons y Michaels Myers..Quien iba a pensar que hoy en día tampoco hay nadie menor de 21 que recuerde a estos últimos.

Pese a rayar hoy en lo ridículo, debo reconocer que Una pandilla alucinante me había encantado en su día, y la sigo prefiriendo a Los goonies: siempre me hicieron más gracia los monstruos que los piratas.

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