La canción de Celia Gamez, de la que solo conocía el estribillo (la abuela era especialista en cantar únicamente una o dos frases de cuplés célebres) siempre me había desconcertado ¿ como habían llegado los indios a Parías? Estos volverían a aparecer, descolocándome un poco menos, cuando Jules de Grandin los mencionaba como parte de la fuerza bruta en alguna trama criminal pulp, o en las páginas de algún folletín. Y es que hubo una época en la que unos salvajes aterrorizaron a placer las calles de la ciudad de la luz.
Durante los años que se conocerían como la Belle Epoque, esas décadas entre el final del siglo XIX y el comienzo de la Gran Guerra, una banda sembró el terror por las calles de París. Robos con violencia, asesinatos y crimen organizado, pero también el comienzo de una cultura urbana propia y su transformación en entretenimiento casi teatral, para acabar desapareciendo con el inicio del primer conflicto armado del siglo y la aparición de problemas mayores. En parte banda organizada, en parte una de las primeras tribus urbanas, los apaches se convertirían en una presencia habitual en la prensa más alarmista, pero también en la ficción e incluso en el espectáculo. El libro de la Felguera recorre los inicios de esta cultura, banda organizada o como se quiera llamar, a través de recortes de prensa, fotos y fichas policiales, unidas por texto redactado específicamente, bastante somero, en el que se da una cronología y se refieren los hechos más estacados en la historia apache: su nacimiento como subcultura y banda, sus organizaciones o falta de estas, códigos y uso de los tatuajes y vestuario distintivo, así como el desarrollo de sus armas improvisadas, señales…pero también su relación con el anarquismo, incidentes que pasarían a formar parte de la cultura popular y convertirían a su s implicados en estrellas del entretenimiento, y una particular evolución de los apaches hacia el espectáculo, al transformar sus signos de identidad y bailes en un número al que los ciudadanos respetables podían asistir en los cabarets.
Esto es una sinvergüencería, donde vamos a parar
Si bien la parte informativa, algo necesario para poner en contexto, aporta los datos correspondientes, la más interesante es el aspecto visual del libro. Este reproduce grabados de la prensa, llenos de dramatismo a la hora de representar los altercados, fotos de fichas policiales, y sobre todo, los textos de prensa. Estos, alarmistas y con un estilo un tanto artificioso, describen la ola de crímenes que acecha a los parisinos, advierte de los peligros de las técnicas de lucha callejera de esta peligrosa banda y su falta y apela al sentido común con una total falta de objetividad periodística (¿eso existió algún día?) que resulta sospechosamente familiar. El dramatismo utilizado no es muy distinto del empleado actualmente por cualquier programa de sucesos donde denuncian el uso de la burundanga, de la llave mataleones o de los ocupas que se meten en los pisos cuando sus residentes legítimos bajan a por el pan sin instalar una alarma de Securitas.
Esta no es la única similitud con cualquier situación contemporánea que puede encontrarse. El texto describe también la cultura desarrollada por los apaches, que si bien no llegaría a extenderse estéticamente entre el público, se transformaría en un espectáculo. La danza apache, caracteriza por la violencia e sus movimientos, pasaría de ejecutarse en sórdidas tabernas a escenificarse en cabarets, donde antiguos miembros de las bandas encontrarían una salida laboral más lucrativa como bailarines. Aparecerían también celebridades, como es el caso de Casque d´Or, protagonista de un triángulo amoroso dentro de unos de os grupos que la convertiría en una figura destacada en la crónica de sucesos pero también en una pequeña estrella del teatro de variedades y cuya vida sería adaptada en una producción cinematográfica.
La conclusión del libro coincide con la desaparición de la cultura apache. Esta, absorbida parcialmente por la ficción popular y el espectáculo, se ve abocada a desaparecer con el inicio dela primera Guerra Mundial. Se señala en este caso que, además de los reclutamientos necesarios para el esfuerzo de la guerra que el temor que había generado una de las primeras bandas organizadas del siglo palidecería entre las noticias que llegaban del frente. Este, en cierto modo, empezaría con el asesinato de un archiduque y no con las primeras horas de 1900.
Lejos de querer ser un ensayo o un estudio exhaustivo, Apaches es casi una novela, pero una no ficticia: un reflejo de como la sociedad percibía una forma de delincuencia, una amenaza para el orden establecido, pero como también se sentía fascinado por ella.
Qué buenos libros publica La Felguera. Yo tengo por ahí pendiente el de 'Sicalípticas'.
ResponderEliminarCreo que es la primera vez que oigo hablar de los Apaches. Lo más parecido son las bandas y las logias secretas del Londres victoriano que combatió Sherlock Holmes en sus historias.
Lo de la burundanga, los okupas y las bandas latinas lo tengo controlado, pero ni idea de qué es la llave mataleones xD. Pasan los años y pasan las épocas y hay cosas que se repiten, como lo de intentar meter miedo al personal y el sensacionalismo para vender más.
En la próxima visita a España pasaré por la librería a ver si tienen el libro.
A los apaches me los encontré antes de saber qué eran por la época en la que leía bastantes folletines franceses, pero su nacimiento, las leyendas entorno a su nombre (el que una de las teorías fuera que un gendarme indignado dijera a uno de los detenidos "os comportais como apaches!" me parece imbatible), y sobre todo, esa similitud con la evolución y asimilación cultural de la estética de las bandas modernas me pareció muy curiosa. Por lo que he visto de los otros libros de la Felguera, la vida diaria de Europa se parecía más a una novela pulp que a lo que ponían los libros de historia XD.
ResponderEliminarLa llave mataleones fue una de las alarmas del día que circuló por el 2016: cogían del cuello a los incautos que se desmayaban por la falta de aire para robarlos. Duró poco porque lo de la burundanga pegó más fuerte...por esa
época acababa de mudarme a Sabadell y la última vez que me avisaron preocupados de que a ver si me la podían echar en un bar, acabé contestando que al que voy, no ponían ni una pasta con el café, en mala hora iba a echar un estupefaciente XD. Ahora estamos con las peleas a navajazos en País Vasco, y esperando a ver con qué nueva amenaza salen en los próximos programas de sucesos.