Aunque sea difícil verlas hoy en las librerías, casi todas las películas que no se hubieran basado en un libro, contaban con su novelización del guión. La maniobra era sencilla: con el material ya escrito, se contrataba un escritor a sueldo y era una venta asegurada como podría serlo cualquier otra pieza de merchandising. Aunque sea más fácil pensar que Batman, Goonies o Willow, como producciones de primera, tuvieran su versión escrita, otras más modestas, de las que se quedaban en el videoclub, también pasaron al papel. Otra cosa es que estas fueran buenas, aunque alguna que otra sorpresa siempre hay.
Ray Garton. Warlock. A partir del guión en el que un despiadado brujo del siglo XVII viaja en el tiempo a la América moderna (moderna del 89), Garton escribe una novela en la que el hechicero, el cazador de brujas Redferne y una joven del presente buscan el grimorio capaz de deshacer la creación. Garton no es un desconocido en el mundo de los libros hechos por encargo. Además de algunas novelas de Buffy y Sabrina, La bruja adolescente, también colaboró con los Warren en la redacción de In a Dark Place, donde narraba la investigación del Poltergeist de Connecticut (también conocido como (“igual no es buena idea que un chaval a tratamiento por cáncer y aquejado de esquizofrenia duerma en el sótano de una funeraria reconvertida a vivienda unifamiliar”). El estilo de Garton, muy directo, sin cortarse en la violencia, parecía adecuado para una historia que podía resultar más sangrienta y donde abundaran las referencias a la mitología popular.
En su lugar, opta por una solución intermedia, tirando a floja: salvo aportar algo más de trasfondo a los protagonistas, y un par de episodios aislados sobre las fechorías del brujo o su desconcierto ante la vida moderna (el que le acompañe un gato como familiar hace que el libro, pese al desastre, gane muchos enteros), el resto se ciñe al guion original, y su idea de desarrollar este narrativamente consiste en dotar al villano de un miembro descomunal que utiliza para matar incautos. No se si en su momento le pareció una genialidad o si le pagaron por adelantado y le daba igual, pero acaba siendo lo más llamativo, para mal, de una novelización que se queda en poco más que una lectura entretenida con unos cuantos momentos de mal gusto.
Randall Boyll. The Demon Knight. Cuentos de la cripta nació como un comic de la EC, se convirtió en serie presentada por el animatrónico que más me ha gustado en la vida, saltó al cine, y de ahí, a la novela de la película. Boyll cuenta con varias novelizaciones de Series B como Darkman, shocker o incluso memoria letal. Y a partir del guion del último guardián de una llave, que debe proteger de una horda de demonios, junto a los residentes de un hotel perdido en Nuevo Mexico, desarrolla una novela que dentro de estas adaptaciones, sorprende por el detalle que aporta y las libertades que se toma.
Aunque en varias ocasiones las situaciones resultan un tanto torpes, y parezcan incluidas porque salían en el guion, Boyll se atreve a jugar con estas y no solo ampliar sino modificar las caracterización de los personajes. Estos, de un grupo atrapado más o menos genérico, se convierten en unos secundarios bastante irredimibles, con un punto gamberro que recuerda un poco a los que aparecían en Cementerio del Diablo o, yendo un poco más lejos, Abierto hasta el amanecer.
Alguna de estas modificaciones suponen una mejora, y otras, especialmente las apariciones del antagonista (aquí apodado “the Salesman”, sin nombre en la película), funcionan realmente bien haciendo de él el personaje cómico y macabro que esta necesitaba, y que seguramente la limitación presupuestaria no permitió.
Además, en un guiño a los comics, incluye interludios en el que el Guardian de la cripta, aquí reconvertido a autor de la novela, opina sobre la situación y los progresos de los protagonistas, adaptando muy bien su papel de director de cine a autor de best sellers paródico.
Comparada con otras novelizaciones, esta sí resulta una lectura divertida y con una autonomía propia, sin tener que agarrarse únicamente a ser “la novela de la película”.
En una época donde con suerte tenías que esperar un año para que saliera la película que acababas de ver en el cine en VHS, las novelizaciones tenían un mercado asegurado. Las había muy cutres, que básicamente retocaban levemente el guión de la peli e incluían algún que otro fotograma, y las había más curradas. Y luego estaba el caso de pelis basadas en un libro que luego también tenían novelización, a pesar de la existencia de ese libro previo. Y las que iniciaban sagas literarias a parte de las cinematográficas.
ResponderEliminarNo conozco ninguna de las dos novelizaciones de las que hablas en tu libro. Lo del villano matando peña con un miembro gigante suena a "sujétame este cubata" xD. A la peli The Demon Knight le tengo ganas desde que te leí por aquí hablar de ella. Últimamente no he tenido mucha suerte en las librerías de viejo. A ver si para la próxima vez que esté en España cazo un par de libros de ciencia ficción rusa y alemana. Y de paso me llevo unas botellas de aceite xD.
No estoy segura pero creo que llegué a ver la novelizacion de Los miserables allá por los noventa. Se ve que todavía hay principios y sacar a Victor Hugo con un póster de la película a modo de portada era una línea que no iban a cruzar xD.
ResponderEliminarLas librerías de viejo han mejorado yn poquito esta temporada, sin echar cohetes. Después de la época en la que te podías hacer una biblioteca de Gran Fantasy, Acervos y colección Reno, vino una en la que lo único que aparecían eran tomos de Crepúsculo y True Blood. Ahora he llegado a encontrar hasta cuatro y cinco Valdemares...como se ha notado la crisis xD.
Warlock era todo un clásico en los ochenta. Muy buenos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La vi de nuevo hace unos años y sigue siendo divertidisima. La verdad es que estoy recuperado muchas películas de la década
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