jueves, 16 de septiembre de 2021

Dagon: la secta del mar (2001). Algo huele a (pescado) podrido en Imboca

 


De H. P. Lovecraft en el cine puede decirse dos cosas: que las mejores adaptaciones son las que se han hecho de manera tangencial, tomando como referencia su concepto del horror cósmico, y que las más literales acaban resultando un poco irregulares, aunque no les falten ganas y vocación. Bueno, y que los escenarios de H. P. L. no están reñidos con una buena cantidad de casquería. Sucedió con Herbert West, reanimador, que lo reflejaba de una manera bestia, enloquecida y tremendamente divertida, de la mano de Stuart Gordon en 1985, y en 2001 volvió, pero esta vez a las costas del Norte de España, como parte  de las películas que se produjeron por la Fantastic Factory. 


Dagon es la versión cinematográfica de La sombra sobre Innsmouth, donde cambian al primigenio original por la criatura menor del mismo autor (hay que tener en cuenta que si en 2021 tenemos problemas para pronunciar Cthulhu, hace 20 años ni lo imagino). Salvo que el siniestro pueblo costero de Nueva Inglaterra ha sido trasladado a Galicia, siendo el puerto de Imboca donde Paul, su prometida y una pareja de amigos pasan sus vacaciones. Una violenta tormenta daña al barco donde se encontraban, obligando a Paul y Barbara a buscar ayuda en el pueblo. Aunque lo que encuentran es un lugar hostil, encharcado en una persistente lluvia, y donde los lugareños parecen esconder algo. Cuando Barbara desaparece misteriosamente, Paul acaba a merced de unos seres cuyo aspecto vagamente humano es solo una fachada, donde cualquier ser humano desaparece para no volver a ser visto y donde Paul teme seguir el mismo destino. Aunque Uxia, una joven del pueblo que intenta protegerlo del resto, está seguro que su llegada responde a un motivo distinto. 




La película tiene un profundo tono de serie B, en la que conviven los efectos especiales artesanos, caracterizando a las criaturas híbridas  de forma grotesca y con una textura orgánica, con varios CGI que han envejecido rematadamente mal. Al igual que su tono, donde prima el horror más directo frente a la atmósfera velada del relato: al protagonista, al contrario que su contrapartida literaria, empiezan a perseguirlo nada mas bajarse de un bote y no paran hasta los créditos, mostrando Imboca de una forma más gráfica  que lo que sugería Innsmouth.  


Los escenarios de Combarro, el pueblo de Pontevedra donde se rodó, muestra un aspecto más antiguo, anclado en el pasado, que las referencias al esplendor pesquero e industrial y a la refinería de los Marsh que se describió hace cien años. Una elección geográfica que también sirve para ofrecer particularidades en su versión original, donde los protagonistas hablan inglés, chapurrean castellano, y los habitantes de Imboca se comunican (y juran como carreteros) en gallego. 





Aunque el entorno y  la mayoría de los efectos especiales ofrecieran una atmósfera inquietante y opresiva, que fue sin duda lo más acertado, y el optar por la aproximación más dinámica de la historia, el desarrollo hacia el final acaba resultando torpe y parece separarse demasiado del entorno construido hasta el momento: simplemente, no hay medios ni quizá una idea clara para representar la ceremonia final con la que culminaría la narración, y la caracterización de las criaturas, utilizando pieles humanas a modo de traje ritual ,parece fuera de lugar, más cerca de La matanza de Texas que de una raza de seres marinos (de la peineta y la mantilla morada que porta Macarena Gomez en el papel de Uxia no voy a decir nada dado mi desconocimiento de los trajes regionales de los Profundos). Junto a una interpretación de Raquel Meroño tirando a floja, y la presencia de un Paco rabal un tanto despistado, que recuerda al truco de contratar un actor  a punto de retirarse para dar empaque a una producción menor, hace que lo que podía resultar una producción eficiente dentro de sus limitaciones, ponga de manifiesto sus defectos. 

Dagon es una película que no engaña: no es la mejor serie B que podría haberse conseguido pero si una producción modesta y a la que tengo especial cariño, por la ilusión que me hizo en su día poder ver, en el cine, nada menos que un relato de Lovecraft adaptado directamente, y ambientado en Galicia, nada menos. Lástima que  la carrera de la Fantastic Factory no siguiera mucho más, porque me hubiera gustado ver otra adaptación de los Mitos de Cthulhu por qué no, por tierras orensanas. Incluso no hubiera estado mal ver algún cartel anunciando El horror de Punxin. 





3 comentarios:

  1. Yo a Fantastic Factory le perdono todo por haber producido 'Darkness'. Que mira que tampoco es la gran película, pero por aquellos años, los primeros dos mil, no andaba el género muy allá en España.

    Sobre Dagon... Lo que más me gusta y es un acierto fue ambientarla en Galicia. Y que el pueblo se llame Imboca. De verdad, vaya genialidad. En cuanto a la película en sí, no sñe si fue falta de medios, falta de talento o qué, pero los pequeños fallosse van acumulando y hacia el final me pareció un poco desastre. Pero como dices, le tengo cariño por ser Lovecraft adptado al cine y ambientado en Galicia. Algo traman los gallegos... xD

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  2. Perdonarles cosas como Faust es mostrar una capacidad de misericordia que a mí me resulta imposible xD. Darkness la revisite hace poco y aunque ha envejecido relativamente (¡esos tembleques chungos de la cámara y esos ruidos! ) era una propuesta muy de agradecer en la época en la que Rec o Verónica quedaban lejos.
    Lo de estar ambientado en Galicia también me tocó la fibra sensible...no solo es la cuna de una de las cervezas nacionales más potables sino que también es la contrapartida de Innsmouth xD.

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  3. Les perdono Faust y lo que haga falta xD. Darkness y la primera de Balagueró, Los sin nombre, han envejecido. Sobre todo esta última, donde los ruidos, más que el tembleque de cámara, se cargan un poco la experiencia de la peli. Pero les tengo mucho cariño. Por cierto, qué grande es Verónica y esos años noventa.

    De Galicia no digo nada más que me entra la morriña xD.

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