jueves, 19 de agosto de 2021

Razas de noche (1990). Donde viven los monstruos

 


A principios de los ochenta Clive Barker supuso una pequeña revelación en la narrativa de terror. Sus Libros de sangre eran una colección de relatos que impactaron a muchos lectores, algo que también  sucedió en el ámbito cinematográfico cuando decidió adaptar su novela corta El corazón del Infierno, y que además de derivar en una saga que descarrilaría cosa mala, serviría para que Barker  pudiera continuar esta carrera audiovisual adaptando otra de sus novelas.


Razas de noche, Cabal en el texto original, comienza con las pesadillas que atormentan a Aaron Boone, un joven problemático que cada noche sueña con unas extrañas criaturas que habitan un lugar llamado Midian. Su psiquiatra, que antes consideraba estos sueños como delirios, teme que su paciente sea el autor de los brutales asesinatos de varias familias. Atormentado por esta posibilidad, Boone abandona su hogar y a su novia, y decide encontrar Midian en busca de respuestas. Aunque estas pueden llevarlo a una muerte segura. O a descubrir que el doctor Decker no sea el profesional preocupado por su salud mental y bienestar. Y que la muerte no sea el final, que Midian sea el hogar de los monstruos…o que esta sea solo una palabra  para referirse a todo lo que es diferente.


Aunque  el origen del guion fuera, igual que Hellraiser, una novela corta del propio Barker, este es uno de los casos en los que la adaptación es muy superior al material original. La novela, muy parca, se limitaba a hablar en varios párrafos de las criaturas, definirlas como “raras” y a incluir una serie de pasajes que salvo para recordar lo extremo y rompedor que era su autor entonces, hacían que se perdieran páginas para narrar una historia que era demasiado breve para todo lo que quería abarcar (algo muy distinto a lo que pasaría con sus mamotretos posteriores). Su adaptación audiovisual consigue convertir en imágenes todo lo que se limitaba a ser “raro”. Los minutos que dedican a recorrer Midian acompañados de la banda sonora de Danny Elfman recrean un universo en miniatura, construido en interiores, con cuerdas, puentes improvisados y ataúdes, unas catacumbas imaginarias pobladas por criaturas de las que no se sabe nada, salvo su aspecto, a veces monstruoso, a veces casi humano, cuya variedad de comportamientos adquieren un matiz tan amplio como el de los habitantes del mundo real. . o más, teniendo en cuenta que una de las tramas es contraponer  la naturaleza de lo diferente frente a una humanidad desprovista de empatía. En la mayor parte del metraje, de una forma un tanto burda y excesiva, tan exagerada como la caracterización de las Razas de noche, pero que recuerda mucho a la aproximación que George Romero hizo en la noche de los muertos vivientes.


Este es seguramente el motivo por el que la película hoy sea un clásico entre los aficionados al fantástico, porque en realidad, se trata de una producción con muchos aspectos fallidos. En su momento, una historia sobre lo diferente y los humanos en el papel de monstruos, donde la religión y lo mesiánico contaban con una presencia importante, no tuvo el visto bueno de su productora, que supondría el ser recortada y adaptada, perdiendo partes importantes que no se recuperarían hasta 2012 con el montaje del director, sumándose también el fiasco económico que supuso su estreno. Un obstáculo bastante difícil de salvar para un guion que contaba ya con el defecto de querer abarcar más de lo que podía: si bien a la recreación de Midian se le une un antagonista humano tan fascinante como Decker, que debe ser el primer asesino en serie antinatalista de la ficción, la trama sobre las profecías, la figura mesiánica del protagonista y el papel que juega en ella la religión, parecen más un trasfondo desarrollado a medias y un poco el intento de avanzar una posible secuela que no tuvo lugar (aunque esto si se desarrollara en los comics sin las limitaciones del ámbito cinematográfico).




A pesar de sus limtiaciones, Razas de noche se convirtió en un pequeño clásico del fantástico en esa época todavía tan deudora de los ochenta como pudieron serlo los tres primeros años de la década de los noventa. Y que fue capaz, pese a todas sus limitaciones, de asomarse por un momento a ese lugar de la imaginación donde viven los monstruos.

3 comentarios:

  1. Me pillas leyendo precisamente 'Cabal'. No sé qué me pasa con Clive Barker. Los 'Libros de sangre' me gustaron, aunque los tuve que dosificar para no saturarme, pero se me atragantan las novelas. Y eso que 'Cabal' es bastante cortita. de sus pelis sólo he visto 'Hellraiser'. Me encanta el rollo nueva carne a lo Cronenberg (cómo me gustan 'Videodrome' y 'ExistenZ'). Cuando acabe 'Cabal', si es que eso llega a suceder, veré la peli.

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  2. Reconozcamoslo: Barker satura. El corazón es una novela corta muy buena,los libros de sangre tuve que espaciarlos porque saturan mucho. El gran espectáculo secreto lo terminé en la adaptación a cómic, Coldheart Canyon me hizo plantearme que era suficiente. Scarlet Gospels me dieron ganas de ir a su casa y decirle que se busque otro oficio pero que por favor deje a los cenobitas en paz, y Hellraiser: the toll, de volver y decirle esta vez que si tan necesitado está está dinero, ya le ayudamos, pero que no se dedique a autorizar fanfics.
    Como recomendación, creo que es mejor que veas Razas de noche y aparquen Cabal. Al menos la peli es más divertida xD

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  3. Pues te voy a hacer caso en lo de aparcar la novela y ver la peli. Al menos puedo decir que el libro sólo me costó unos peniques xD. En serio, Libros de sangre, dosificado, me gustó. Y me planteo releerlos en inglés, pero si Cabal, que es una de las mejores novelas de Barker según los aficionados, no me entra con lo corta que es, creo que voy a pasar de sus novelas. Al que tengo ganas de volver después de volver a ver las primeras pelis de Balagueró es al otro señor de Liverpool, Ramsey Campbell, aunque todavía no sé por donde empezar.

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