jueves, 24 de junio de 2021

Matrix (1999). En realidad no hay cuchara

 



Hay películas que suponen un antes y un después. Que por innovar a la hora de utilizar el lenguaje cinematográfico o los efectos especiales se convierten en una influencia que continúa varios años tras su estreno. Un fenómeno que se conoció a través de los primeros éxitos de los ochenta, pero que también se repitió a finales de los noventa, cuando el boca a boca, y una buena promoción, funcionaron  e  hicieron que una producción de ciencia ficción se convirtiera en un punto de inflexión de la cultura popular del 2000.



Thomas Anderson es un empleado de una empresa gigantesca, como cualquier otra que podría encontrarse en una gran ciudad. Pero su trabajo y su identidad poco importan a alguien que pasa gran parte de su tiempo en la red, bajo el apodo de Neo, haciéndose un nombre entre la comunidad de hackers. Algunas de sus actuaciones llegan a oídos de Trinity, uno de los más conocidos, pero también de las fuerzas del orden, encarnados en unos misteriosos agentes de negro, quienes lo acusan de estar en contacto con Morfeo, otro delincuente admirado y perseguido a partes iguales. Salvo que todo esto poco importa a Thomas, o a Neo, cuando el mismo Morfeo contacta con él y le propone una oferta muy extraña: continuar su vida donde la había dejado, o descubrir lo que se esconde tras lo que él consideraba la realidad.



Acompañada en su momento por una campaña que mediante la frase “¿qué es Matrix?” hacía alusión al enigma de la trama que no tardaría en desvelarse, la película se convirtió de manera inmediata en un clásico de la ciencia ficción, en la que la estética y el contenido parecían pelearse un poco por cuál de las dos sería lo más recordado.



Lo primero, al menos, lo fue durante los primeros años del 2000. El montaje, a ritmo de música techno que convertía las  peleas coreografiadas en un videoclip, así como la técnica bullet time y el juego entre el tiempo real y los movimientos de los personajes, supuso una novedad visual que vendría acompañada de su uso en producciones posteriores, pero también de su referencia y parodia hasta la saciedad. Esta estética conseguía también la utilización de un entorno cotidiano como algo futurista, conde los montajes diáfanos de los rascacielos y un uso neutro del vestuario formal hacen pensar en el futuro como algo que podría parecerse a 1999, pero también a 2021. Gracias también al uso  de líneas claras y colores básicos: blanco, negro, gabardinas de vinilo y actitudes tirando a inexpresivas, que contrastaban tanto con la visión cyberpunk un tanto chatarrera que pudo verse en Johnny Mnemonic como con el resto de escenarios exteriores que ofrecía el propio Matrix, así como el diseño de unas criaturas robóticas de aspecto orgánico y desplazamiento similar a una criatura marina. Unos escenarios que optan por colores fríos y oscuros, donde el único opuesto al blanco y negro no es lo luminoso, sino una gama de grises y azules. Una serie de aciertos que debido a su popularidad y también a su uso continuado por parte de sus directores, acaba resultando excesivo y demasiado marcado por el ritmo acelerado que intentan imprimirle.



Su trama supondría una influencia mucho más duradera, donde su planteamiento como cyberpunk, su avance como ciencia ficción apocalíptica y su mezcla de conceptos filosóficos y mesiánicos dieron lugar a que esta se convirtiera en una trilogía donde se exploran  mucho  más los últimos, y que serviría como referencia en muchos ámbitos: desde el avispado profesor de filosofía que recurrió a ella para explicar a sus alumnos el mito de la caverna de una forma pegadiza, la metáfora habitual entre los más paranoicos o referirse de forma irónica a un fallo en la Matrix a todas aquellas cosa que por algún motivo, parecen no tener sentido dentro de la realidad. Su trasfondo combinó la ciencia ficción tecnológica con lo metafísico, y donde esto sirve de escenario para una nueva versión del viaje del héroe: desde que Thomas Anderson descubre que hay otra realidad hasta que asume su condición de elegido, este avanza a través de una revelación, un entrenamiento, una historia de amor, una traición y un duelo con su antagonista. Uno que, cuya interpretación por parte de Hugo Weaving  haría que el Agente Smith fuera un villano a la altura y también un personaje con muchos más matices y carisma que el de Keanu Reeves. A quien queremos mucho, pero no por su expresividad y registros.

Matrix sin dura supuso un antes y un después en el cine. Tanto como lo seria Blade Runner  o alien, si bien la historia de los Wachowski no puede evitar ser  deudora de su tiempo y explotar demasiado  unos elementos visuales que acabarían provocando fatiga. Y cuyo componente religioso se estiraría demasiado a la hora de convertirlo en trilogía. A pesar de todo, es inevitable reconocer lo que supuso y aportó a la ficción. Aunque, si me apuran, en cuanto a realidades simuladas, estética rara y ciencia ficción con trasfondo filosófico, me quedo con Dark City. Siempre he preferido el noir a la Ruta del Bakalao.

4 comentarios:

  1. También me quedo con 'Dark City' xD Eso sí, sin hacer de menos a 'Matrix'. La vi hace un par de meses y me sorprendió para bien: tiene tan buen ritmo (videoclipero) que aunque no quieras, te la acabas viendo hasta el final del tirón. 'Nivel 13', 'Existenz', 'Brainscan', 'Johnnty Mnemonic', 'Días extraños'... Hay que ver qué obsesión con la realidad virtual y la posibilidad de otros mundos había a finales de los noventa.

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  2. Con Dark city me quedé desconcertada al descubrir que el prólogo era añadido a posteriori ("Alex Proyas, mejor ponemos esto que si no no lo van a entender").

    La verdad es que lo cansino de la estética es más por la sobreexplotacion de la época. Con unos años de espacio se lleva mucho mejor.
    Y si, lo de los noventa y la realidad virtual que cabía en un disquete era material de estudio xD.

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  3. 'Dark City' es junto a 'Gattaca' mi peli favorita de la década. Qué bien sembrao estuvo Proyas en esa peli.

    La influencia de 'Matrix' en los años posteriores fue brutal. Y no sólo en el cine: ¿quién no tuvo un amigo/a que iba del rollo Matrix vestido de cuero? Y la banda sonora, que fue un pelotazo también. Lo más cercano en cuanto a BSO creo que pudo ser 'Blade'.

    En general todo el cyberpunk/realidad virtual de aquella época ha envejecido regular xD.

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  4. Acabo de recordar que también debería echarle un vistazo a Gattaca, que se quedó olvidada en esa época rodeada por música techno y gafas ergonómicas XD.

    Blade, ahora que lo pienso, también tenía una estética muy similar, creo que si podemos sacar algo de finales de los noventa es que los fabricantes de vinilo textil hicieron su agosto...

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