jueves, 2 de mayo de 2019

Pet Sematary (2019). Se vende finca con pantano y cementerio indio


Los dos últimos años hemos pdido ver unas cuantas adaptaciones al cine o a Netflix, de las novelas más clásicas de Stephen King. Si bien generalmente sus piezas menos terroríficas eran las que daban mejores películas, las más famosas se quedaban un poco en el terreno de la serie B. el cambio más conado fue con el estreno en dos partes de It, donde aún evitando os temas más controvertidos, resultaba una película de terror adulta e inquietante.


Cementerio de animales sigue ese camin. A partir de una de las novelas que consideran la más terrorífica, y un clásico de King, cuenta la mudanza de una familia a una casa, aportada de un pequeño pueblo, donde se proponen llevar una vida tranquila y lejos de los peligros de la ciudad. Pero un lugar tan tranquilo como ese no está exento de riesgos: los terrenos lindan con un bosque y con una parcela de tierra que la gente del lugar ha utilizado como cementerio de mascotas. Y la carretera que los comunica con el pueblo es una zona de paso de camiones que circulan de forma bastante imprudente. Cuando el gato de la familia es atropellado, y Louis, el padre, se ve obligado a enterrarlo antes de que su  hija pequeña lo descubra, le es ofrecida una posibilidad que se encuentra oculta en los terrenos que ha adquirido: ¿y si aquello que ha muerto no tuviera por qué estarlo? Pero quizás quien regresa de esa manera sea alguien muy distinto.



Tengo que reconocer que no he leído Cementerio de animales por lo que no puedo hablar de su fidelidad como adaptación cinematográfica. Poro es curioso que, más que el material original, se hable de los parecidos y diferencias con la película que se hizo en los ochenta, de modo que podría considerarse más un remake que una nueva versión de un libro. La mascota resucitada, qué miembro de la familia sería el primero en volver, y sobre todo, la presencia de Zelda, la hermana deforme de la protagonista cuya muerta la atormenta en su vida adulta (y cuya caracterización provocó más pesadillas entre los jóvenes que cualquier zombie), eran algunas hipótesis que se barajaban.

Tanto las diferencias como las similitud3es y aportaciones nuevas resultan satisfactorias. Salvo la trama sobrenatural, el horror planteado en la historia se presenta como algo real y cercano al mundo adulto: la muerte como algo próximo, la exposición a la enfermedad a una  edad demasiado temprana como para comprenderla o la imposibilidad de superar la pérdida de un ser querido son los aspectos más inquietantes. La bocina de un camión, escuchada de improviso y anunciando lo que podría haber pasado, asusta en este caso más que un cementerio envuelto en niebla o una leyenda sobre el wendigo.


Uno de los cambios más interesantes ha sido el de la variación de personajes. No tanto por el factor sorpresa sino por los matices que esta supone. En su versión anterior, aún recordada, quien regresaba no dejaba de ser otra cosa que un bebé zombie. La nueva elección, con un personaje que puede comunicarse verbalmente, supone ofrecer un matiz mucho más interesante al poder ofrecer un atisbo de lo que supone el volver de un lugar que no deberían: la consciencia de estar muerto, ciertas referencias al deseo de volver a ese lugar y el odio hacia lo que lo rodea suponen una aproximación desoladora e inquietante.
Cementerio de animales era una película prometedora, y que cumplió las expectativas. Lo que hace años aterró al público lo sigue haciendo. Las diferencias suponen mejoras y quizá los aspectos ampliados acaban quedando sin explotar (¿qué pasa con los niños que celebran el entierro de su mascota? ¿qué hace el wendigo y por qué se lo oye en el bosque?) pero, igual que la original, asusta a su manera. Bueno, y el gato. Llevé fatal el destino de Church, y su versión rediviva, despeluchada y mal encarada me sigue pareciendo tan adorable y digna como cualquier felino.

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