jueves, 10 de mayo de 2018

Elric de Julien Blondel (2013). La BD del Lobo Blanco


Algunas obras han tenido tantas adaptaciones a otros medios, o tan sonadas, que es posible que un lector elija su versión favorita de las existentes. Se puede elegir el Shakespeare de Welles, de Brannagh o de Justin Kurzel, el Sherlock de Basil Rathbone o Benedict Cumberbatch, el Conan de Buscema o Barry Windsor Smith.



La saga de Elric de Melnibone, uno de los campeones eternos de Michael Moorcock, ha sido la última en contar con una adaptación a un formato distinto que pueda suponer una referencia a la hora de hacer una elección parecida. En este caso, el cambio ha sido bastante drástico, sustituyendo el estilo de cómic estadounidense por la bande desinée francófona. El guionista, Julien Blondel, comenzó en 2013 con el guión en comic de Elric, el último emperador de Melniboné, una civilización más cercana a los dioses del caos que a los humanos, que parece vivir recluida en una ísla, sus últimos siglos de decadencia, lejos de su grandeza anterior y olvidando el avance de los reinos humanos. Elric es un reflejo de su imperio: un albino, débil y enfermizo que depende de los hechizos de su amada Cymoril para subsistir, mientras que su primo Yrkoon ansía recuperar los días de gloria y hacerse con el trono del imperio. Es una traición de este lo que lleva a Elric a tener que recurrir a la ayuda de uno de los señores del Caos para poder, al menos, salvar a la mujer que ama. Aunque esto lo conduzca a tener que abandonar su isla, convertirse en un mercenario errante en la sociedad humana y quedar permanentemente ligado a Tormentosa, una espada de la que dependerá para sobrevivir.



Hasta la fecha, los tres primeros álbumes adaptan uno o dos de los primeros libros de la serie (al menos en orden narrativo. Moorcock llevaba un orden tan loco que empezó escribiendo el final), un argumento que, por escrito, parecería cualquier narración de fantasía heróica genérica, con un protagonista quizá un poco más agonías por aquello de separarse de los cachas de Robert E. Howard. El comic, al igual que los libros de Moorcock, es mucho más. Y en algunos casos, podría considerarse que mejora el material original, muy marcado por algunas tendencias de la época o por unas ideas un tanto lisérgicas que han envejecido bastante mal y que es difícil que no resulten ridículas al plasmarlas en papel. El Elric de Blondel es igual de enfermizo y sinsangre que el escrito por Moorcock, pero aquí se le retira en su primera aparición de todo atisbo de humanidad o similaridad con esta que pudiera tener: simplemente, es demasiado abúlico como para disfrutar torturando esclavos, y con la marcha de su reino es mucho más sencillo ir atisbando la evolución que el personaje sufrirá más adelante. Quizá el cambio más interesante ha sido el de Cymoril, quien se limitaba en los libros a tener una presencia testimonial o a pasarse el rato secuestrada (cuando no la duermen con algún hechizo. Nunca he visto un personaje que se eche tantas siestas no voluntarias) a caracterizarla como, según el material original, debería ser una noble de Melniboné: sin la menor empatía hacia el resto de seres vivos, profundamente enamorada del protagonista, pero también capaz de los actos más atroces y de mostrar una sorprendente ambición y falta de piedad. Y, aunque empieza a atisbarse en la trama uno de los elementos más importantes, como es la idea del campeón eterno y sus encarnaciones, o la posibilidad de cruzar a distintos mundos del multiverso, se ve aquí minimizada a una breve viñeta que se limita a hacer referencia a ellas. Podría ser que la idea sea hacer una versión en comic más lineal de la historia, o centrada unicamente en el personaje de Elric y no en el resto de héroes creados por Moorcock. O que, si ya en papel ese capítulo era un poco desconcertante, más lo sería a la hora de trasladarlo a imágenes.



En el apartado gráfico, las decisiones tomadas han sido un tanto particulares, pero han funcionado: han pasado más de 40 años desde el primer libro, lo que ha dado tiempo para que existan distintos referentes visuales y estéticos que se han tenido en cuenta a la hora de diseñar escenarios y personajes. La más reconocible ha sido la del diseño de Melniboné y sus habitantes. Los ilustradores en el anexo mencionan que su inspiración fue la estética sadomasoquista, para después reconocer lo que puede verse en la primera viñeta: que es una inspiración, o quizá una evolución, de los cenobitas de Hellraiser. Del mismo modo, recurren a elementos modernos para ilustrar algunos de los parajes más extraños: el término “barcos con forma de zigurat” se transforma en una flota de naves similares a submarinos. El resto de viñetas, cada paraje, vestuario, escenas oníricas y reinos que su protagonista visita, son cuadros que están a la altura de lo que podría haberse imaginado cuando el autor de los libros ideó su Multiverso.

Elric no ha sido un extraño en el mundo de los comics. Druillet realizó las primeras ilustraciones del personaje, llegó a tener un breve enfrentamiento con Conan (cosas de los comics y de que en el multiverso puedes acabar en cualquier sitio) y P. Craig Russell llevó a cabo la encarnación más conocida. Pero ha sido gracias a Blondel por el que he encontrado mi versión de Elric.




2 comentarios:

  1. La de Craig Russeel me encantó.
    Ésta no la conozco, tendré que hacerle un hueco.

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  2. La de Russell la lei en cómics de grapa sueltos que no le hacían mucha justicia, aunque como adaptación a cómic me quedo con la de Blondel.

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